Entre más vivo, más me doy cuenta que nadie sabe vivir, no sé si pretendo que ésta sea una reflexión, observo los rostros, las acciones, todo siempre me parece igual, las personas y su psicología - en general- tienden a ser predecibles, las formas de comportamiento, de reirse, hasta de ver y entender la vida, en definitiva todos estamos condicionados por el sistema, los medios de producción, de comunicación, etc. Ya nada me sorprende, creo que nadie a estas alturas, no sufro ni me arrepiento de nada de lo que he hecho, pensado y dicho, pero si hay algo que no quiero reservarme, es precisamente que la vida es un absurdo, siempre todos se mueven por un fin, es como si estuviesen amaestrados, títulos, renombre, prestigio, bienestar social, económico, familiar, ¿qué más da? son pocos los que se toman la vida con relax, el tiempo es efímero, todo se desvanece, se deteriora, día tras día, buscamos experiencias nuevas, experiencias límite, pero ¿para qué? para tener algo que contar, que decir, que hablar. !ay! personas que desvían la mirada, personas tímidas, personas agresivas, ¿quiénes deciden qué hacer, qué vivir? ¿somos nosotros realmente dueños de nuestra propia vida? ¡En absoluto. ¿Por qué siempre me he sentido ajeno a los demás? ¿por qué siempre me he sentido distinto? ¿o en verdad es así?
A lo largo de la historia nos encontramos con diversas sociedades, cada una de ellas con rasgos distintivos, de este modo distinguimos unas más tolerantes y otras más represivas. No obstante, si realizamos un mayor escrutinio, lograremos atisbar que en su conjunto poseen patrones en común, los cuales se han ido reiterando una y otra vez en una relación de causalidad cíclica, que no es más que los antecedentes y causas que culminan en acontecimientos radicales y revolucionarios para la época, los que innumerables veces marcan un hito indeleble en la historia.
Lo anteriormente señalado ha sido un tema recurrente en la Literatura universal, cuyos autores debido al contexto histórico en el cual les ha tocado vivir, se han visto motivados por tales situaciones y han decidido plasmar en la retórica sus ideales liberales y visión en torno a aquella realidad que se les tornaba adversa. Un ejemplo de ello es el microrrelato “La Hormiga”, cuyo autor es Marco Denevi, del cual han surgido
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