Anochecer en el
flujo de la consciencia.
Santiago, 6 de
junio del 2014.
Apoyándome
solo en mi escritura, me siento desnudo como un poeta que se desvanece en soledad.
Cuando me encuentro inmerso en el flujo social, me siento un ente más, guiado por
mis ideas y pensamientos. Conozco mi letra y carácter reflexivo, que a veces mi
voluntad es tan férrea que soy capaz de recorrer largos caminos y trechos con mi
fin personal. Me autoimpongo sendas tareas personales y acompaño mi soledad con
la memoria y los libros. Hoy es un día lluvioso y frío, sin embargo, mi ser me
acompaña, ¿cuántos escritores habrán pasado por lo mismo? Lo propio, la
habitación personal donde se dirige nuestra mirada y flujo de consciencia es la
verosimilitud de un espíritu y perspectiva personal. Hoy recorrí calles tantas
veces pisadas y la vida, no obstante, suma y sigue. El fluir vital es un hálito
de correspondencias fugaces y misterios por descubrir. Mientras la lluvia
amaina y a ratos, arrecie; escribo y me resguardo en los aposentos de mi
escritura. Las *diversas* personas, dignos dignatarios de los más ocultos
pensamientos, dan cuenta de las aspiraciones de una vida y su mantra personal,
el canto ayurvédico de la contemporaneidad, del momento post-apocalíptico del
pensamiento. El viento sigue y la vida continúa, nada hay
más viejo que una fotografía ya capturada y un nuevo día por comenzar. El
hablar es momento pasajero, instantes sin destino y el inicio de un comienzo. En
la temporada del infierno, respiro y desato pensamientos, me sumerjo en la siempre viva esperanza de seguir viviendo y captar el flujo de un profundo
sentimiento. Las horas eternas del porvenir lejano de la alondra que duerme y
el viento silente del sol poniente. Poetizar los espacios y conmemorar el flujo
de consciencia.
PD:
Transcripción de mi manuscrito original del año 2014.
1
de febrero 2025.
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