La costumbre de las horas, el pasar del tiempo infatigable se hace uno con el acto cotidiano de vivir. Hubo una época en la que ellos se amaron sin mediar razones, ni compromisos; solo sentimientos. Pero ese tiempo se había desvanecido como viento sobre las olas. Él ahora acomodaba su almohada en una acción tantas veces repetidas, que su lado de la cama conservaba intacta su figura. Hubo una vez -aunque pareciese en extremo lejano para las circunstancias actuales- en que él también lo amó. Sin embargo, sabían de antemano que aquello duraría solo la apariencia de una frágil necesidad afectiva. En efecto, ¿Qué es el amor, sino una caricia bajo las sábanas? Aunque en ese entonces él desconocía a ciencia cierta que la visión que tenemos sobre nuestra propia existencia, más aun de nosotros mismos tampoco es ajena al peso marcial del tiempo. Se trata de cómo sobrellevamos una vida en ausencia de soledades y verdades autoimpuestas. Pero no siempre fue así; hubo entonces un pensam
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.