Este año cumplo veintitrés años de existencia y si bien creía que las experiencias no eran acumulables, me invade constantemente la ansiedad de no poder retroceder el tiempo, de que he dejado mucho atrás, que vivo el presente, pero me enajena la incertidumbre del futuro. Tengo muchos recuerdos en mi mente, cuántas personas que se han cruzado por mi vida, algunas me han dejado tan sólo un saludo, algunas ya partieron y me dejaron sus palabras, sus proyecciones y frustraciones. A ratos tengo emociones encontradas, palabras y escritura no dicha, callada, silenciada, ¿la Razón?, la desconozco. Lo que sí sé es el valor de las palabras, la energía vital puesta en ellas, el grabar los instantes, asir los momentos, vivir la intemporalidad del recuerdo. A veces siento que pareciera un muchacho ido, sin embargo, se deba probablemente a lo absorto que me encuentro siempre en mis pensamientos, que suelen ser más de los que quisiera. Tiendo a ser receptivo, las energías en mí fluyen, por
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.