sábado, 1 de agosto de 2015

En toda una vida


A veces nos basta un instante, para que la rutina que hemos llevado por años nos cambie por completo, en una vuelta de 360 grados, despertar y sentir que ha valido la pena, fugarse en un viaje sin retorno hasta que la tormenta haya pasado, recorrer lugares inexplorados, conocer a quién sienta que su destino en ese momento debe estar junto a nosotros, la vida es breve y hay que vivir la intensidad de las circunstancias. En toda una vida podemos no ser felices, sin embargo, basta ese fulgor de amanecer que nos vislumbre una sola vez y aquello que parecía no cambiar  ni tener rumbo alguno, decida dar ese giro inesperado y mueva el motor, ese engranaje interno que nos motive al cambio y nos saque de la soledad en la que estamos inmersos, para algunos aquello es amor, para otros, simplemente locura, pero para los soñadores empedernidos, es un sueño que se desea vivir, con más intensidad que la vida misma.


Si fuese posible modificar el pasado, penetrar en los insondables abismos de la memoria, quizás nuestras elecciones de vida serían distintas, sin embargo, para un escritor es irremisiblemente incontrolable contener la memoria, ese pasado a veces remoto, a veces cercano, del cual no se puede rehuir, pues nos acecha como un viento huracanado. La vida es como un eterno resplandor, un sueño dirigido, del cual no sabemos si estamos despiertos o dormidos, si la hemos encauzado para bien o para mal, si llevamos nuestra vida más allá de nuestros propios límites, hasta donde deseemos llegar, es locura que linda con la vida, es sueño que circunda lo desconocido para hacerse uno con el amor propio de aquellas almas que se ensimisman ocultando sus miedos en el egolatrismo del amor propio.

Una mirada lo dice todo, el pasado, el presente y el futuro, lo sentido, lo que se siente y lo que se podría llegar a sentir con la intensidad de las circunstancias, momentos, tan sólo palabras, tiempo que se desvanece como el ocaso en el atardecer, como el alba en lontananza. Una mirada refleja amor y odio, sensatez y sentimientos, agonía en inmensidad de un pensamiento.

En los últimos cinco o seis años de mi vida, he vivido con mayor intensidad, esos momentos de viajes, de idas y vueltas, de acostarse en el pasto con amigos, de sentarse en el suelo a conversar de la vida, de comer y caminar por lugares que no habías visitado, enamorarte. Desengañarte. Estar en la frontera, iluminarte en el camino, reencontrarte y re encantarte con cada mirada, con cada lugar en el que estás, con sus silencios, con lo dicho y hecho, con ese estar y no estar. A veces siento que no comprendo la vida y en otras circunstancias, que sólo me aproximo levemente a ese sopor que te embriaga, a esos momentos de estar contigo mismo y saber que el amor, parte por casa. Que la soledad, el refugio en el que buscas permanecer, se va junto a todo aquello en lo que creías. A veces pienso en lo mucho que he escrito para desahogarme, para llenar ese vacío existencial de mis pensamientos, para dejar la noche fluir y el día escapar, hundirme en mis propios momentos y comprender cada abismo de mi memoria, recorrer las mismas calles por las que he transitado cientos de veces, repetir y degustar las palabras como un plato único y exquisito, ser y no ser, olvidarme del dolor, del daño, de la envidia de otros y sentir que la escritura es desprendimiento y así como se crea, se destruye y como se es, se evapora y difumina. A veces cuesta encontrar esos instantes para detenerse en la vida, parar y reflexionar, sin embargo, existen y se crean con cada respiro que nuestro organismo ejecuta, con cada palabra que pronunciamos e incluso con aquello que no decimos y nos guardamos por la eternidad.

El amor es esa charla imaginaria con uno mismo, con tu yo interior, que al producirse nos permite embriagarnos de todo aquello que está en nuestro derredor, para algunos parte por el amor propio, para otros es el inicio de una relación con lo natural, con la vida, la ausencia de egos, es el comienzo de una nueva vida que terminó en el ayer. El espacio personal, nuestros metros cuadrados para expresarnos, para ser nosotros mismos, para contactarnos con lo más profundo, a veces es necesario dejar algo atrás, para seguir adelante, la vida es un continúo avanzar, ya no hay marcha atrás, la felicidad en nuestro propio espacio es obra y arte de nosotros como artífices de mundos posibles.

Un día en la vida, es un designio de amor, es un todo irrevocable para entregarse por completo al éxtasis de vivir, de volver a comenzar, de recrear una realidad, de volver vívido un sueño dirigido, un pensamiento perdido en la posteridad, una historia de un horizonte esperado.

Entre los abismos de la memoria



Entre los abismos de la memoria, distan los recuerdos, las nostalgias, los sinsabores y las alegrías de la vida. En ella hacen mella los momentos del ayer, el presente y el porvenir, los anhelos del mañana. Cuando pensamos en el tiempo pasado, en que todo tiempo fue mejor, las más de las veces es porque sentimos que aquello vivido tiene un valor agregado para nuestra memoria, ya que no siempre recordamos fielmente lo vivido, solemos asociar circunstancias, situaciones y personas con la impresión que nos causaron en determinados momentos de nuestras vidas, en aquel paso y transitar por las nuestras y cuando se unieron nuestros caminos. No obstante, cada cual debe seguir su propia senda, todos tenemos un destino particular, una vida propia que se va creando al andar y que en cada nuevo paso que damos, se va produciendo un cambio, como el aleteo de una mariposa cuyo aletear repercutirá hasta el resto de nuestros días.

A veces se entrecruzan por estos insondables abismos personas que no se conocen entre sí, pero cuyo hilo conductor somos nosotros, como en los sueños, con una vividez y nitidez única, que se entrelaza en aquel momento, para producir nuevas imágenes en nuestra memoria, de las que vamos transformando por esos sinuosos y pedregosos caminos de la vida. Cada persona que llega nuestra vida deja algo en nosotros y se lleva algo consigo, otras también pasaron y ya no están, pero lo más significativo y que es verdad universal es que esa unicidad es la que nos hace únicos e irrepetibles, a través de nuestras experiencias y vivencias, una autenticidad tal que hace de nuestra vida, un concierto de circunstancias que se armonizan a coro.


Somos nuestra propia sinfonía, con nuestros pasos, nuestras vivencias, recuerdos y lo que proyectamos hacia los demás, con quiénes nos hemos cruzado, las páginas de los libros en las que hemos posado nuestros ojos, los lugares que hemos recorrido y más aún, el conjunto de todo lo vivido, que en una existencia humana, por escasa que parezca y que siempre el final, será la muerte, resulta aún más conmovedor y satisfactorio por el sólo hecho de existir y estar en esa búsqueda constante de ser feliz.

Arte poética (José Chamorro)



Escribo desde el alma que aniquila la razón y no de sin razones del corazón deseadas.
Escribo porque nací poeta en una generación postrada en la melancolía.
Escribo cuando vuelo en la noche oscura de mis pensamientos en ausencia de firmamento.
Escribo para otros y para olvidarme de mí mismo.
Escribo en la torre de marfil de mis ilusiones donde el porvenir es incierto.
Escribo al amanecer cuando cae la noche y renace el ocaso.
Escribo a sangre fría como un sicario enmudecido de cobardes letanías.
Escribo con versos de medianoche y resabios del mañana.
Escribo sobre la vida y la muerte, el amor y la melancolía.
Escribo bajo la sombra de los poetas muertos y en el túmulo de sus memorias.
Escribo junto a los poetas vivos de mi tierra que recrean mundos en agonía.
Escribo al lado de gigantes sentados en hombros de enanos.
Escribo porque si no hubiera escrito, hubiera muerto, y si muriera habría vivido.
Porque si no tuviera un lápiz y un papel, estaría tuerto 
Porque si hallara una promesa de amor, escribiría una y mil veces.
Escribo porque si todo fuese nada y cada día anochecer, moriría para vivir sin querer.
Escribo porque amo la vida y aborrezco la muerte, odio el amor cuando el verso vive.

En tus manos pondría mi arte poética, porque al decir te amo, te ofrezco mi silencio y mi verso.



Pd_ Escrita en el Taller de creación Literaria 2015, Chillán.

Mi arte poética

Arte poética (José Chamorro)

Escribo desde el alma que aniquila la razón y no de sin razones del corazón deseadas. Escribo porque nací poeta en una generación ...