La espera parecía eterna, las nubes se presentaban recias y la tormenta fraguaba su caída triunfal, no obstante, Antonio se resguardaba bajo la cobija de aquel árbol de cuyos frutos había nacido la esperanza de amar hace un año atrás. Helena en aquel entonces en plena tarde otoñal, presentía la extremada y temida tempestad, pero eran tiempos distintos, hoy nada sería igual.
Ella aún no estaba convencida si sería oportuno cometer tal acto, el que sin duda alguna repercutiría por todos los confines de su vida. Ella vacilaba confusa, angustiada, puesto que sabía que sería el fin para aquella vida que se gestaba en su interior, pero debía ser fuerte, Antonio la abandonaría si concebía y cuántas penurias pasaría si él lo hacía. Se encontraba en una encrucijada, no quería ser madre soltera y perder al amor de su existencia, cuánto sufrimiento le causaría su lejanía, su vida sería mísera si perdía a aquel amor, manantial de dicha que se tornaría un holocausto si no renunciaba a esta
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.