Un ángel furibundo descendió esta noche oscura, ausente de luna llena. Menguante, misterioso, surge su placer aletargado en sueños diurnos de semihombre. Volvió su mirada sobre la silueta de mi muslo contraído de pulsiones amatorias. Carnalmente nos humanizamos mutuamente como amantes reencontrados con los años. Guardarán nuestras caricias, el secreto más profano entre un poeta y un ángel caído en tentación.
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.