Llegaste a mi vida como cae la lluvia de invierno, sin demora a su debido tiempo. Era una fría tarde que trastocaba hasta el alma, pero ahí estabas tú, impasible en el asiento de al lado del bus, aguardando a partir. Sólo atiné a sonreírte y decir que me sentaría a tu lado. Al atravesar ese breve espacio que separa dos asientos de un bus, el roce de nuestros cuerpos me produjo un espasmo electrificante, como si el universo se hubiese alineado en ese instante para que nuestras vidas y cuerpos se encontraran en ese preciso lugar. Ahí supe que no sería como cualquier viaje. Destinados como si nuestras vidas estuviesen impresas desde siglos, en esa espera constante nos encontramos como si nos hubiésemos buscado donde un viaje no premeditado nos unió. Tu silencio comunicaba palabras deseando ser pronunciadas, por ello decidí empezar la conversación, sin presiones, ni palabras pensadas, sólo deseaba escuchar tu voz y conocer más de ti. Me dijiste que viajabas a Chillán y y
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.