Desencanto es la primera palabra que se me viene a la mente, pues es un sentimiento que está calando hondamente en mi interior, no lo podría catalogar como una desesperanza de la vida, sino quizás como una serie de contradicciones de ésta, un ir y venir incesante, altos y bajos, problemas tras problemas, donde se torna imposible vivir en armonía tanto con uno mismo como con quienes nos rodean, pero lo que me causa más pesar es que aquel estado no sólo me invade a mí, sino que cada vez más, casi como un virus, éste se va generalizando, se ha vuelto un inconformismo social. No obstante, cuando somos niños esto no lo percibimos, ya que nuestros padres siempre buscan lo mejor para nosotros, protegernos del mundo en el cual vivimos, repleto de obstáculos y adversidades que como lo definía Schopenahuer -haciendo alusión al caos mundano en el que habitamos- que éste pareciese haber sido creado más por un demonio, que por un Dios, lo que en una dirección diametralmente opuesta a lo que se
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.