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Mostrando entradas de octubre 5, 2017

Hilos invisibles.

“Recordé lo que tú decías. Que al pronunciar un nombre, unos hilos invisibles nos unen a la persona que nombramos”.      Contigo a la distancia, Carla Guelfenbein. P. 159. Me lo repetí tres veces, hasta grabarlo a fuego en la memoria. La primera vez tu nombre me pareció un antojadizo recuerdo de amores del pasado. Mi gran amor de adolescencia llevaba tu nombre. Habían pasado nueve años desde que no experimentaba el mismo sentimiento. La segunda vez fue cuando me esperabas en el terminal de la ciudad que años después nos cobijaría en nuestros romances de juventud. Aquella mañana caí en tus brazos para perderme en ellos y no volver. Ese día comprendí que ya nada sería igual, que nuestras vidas habían tomado un derrotero que entrecruzaría hasta el último de nuestros alientos los insondables caminos del destino. Lo nuestro estaba escrito y ambos sabíamos en la oscuridad de nuestro sentir más oculto, que nos amábamos a la distancia. La tercera vez fue de improviso. Intempestivame

El último adiós del olvido. (Reedición)

El palpitar de las hojas otoñales nos cautiva Con cautelosa parsimonia caen, se mueven y agitan Al son de nuestras pisadas se alejan etéreamente Tal nuestras emociones se han encontrado Volando grácilmente como águilas furtivas. Vuelves como el viento, Tu inconstante ausencia aguardo Como clepsidra nuestro tiempo se esfuma gota a gota Transcurridos los minutos se tornan horas Las horas, días en ausencia  Los días, años de soledad Son la juventud perdida y desvanecida de los años Férrea voluntad reserva el corazón. Recuerdos, evocación  La vida es la muerte que no nos pertenece La muerte amarga, escuálida, se extingue Es la pérfida agonía del día. Espíritus seniles proclaman su naciente amor Amor como fénix renace propagando sus ígneas llamas Resucita en cenizas ante desdichas nocturnas   A quién ha perdido el canto rejuvenece su llegada Corazones enamorados padecen la muerte de un adiós Desesperación es saber que no volveré a oír tu