A sangre y puño con besos de atardecer clamaba en el firmamento una torrencial lluvia invernal. Nos conocimos como quién se va para no volver, como errar inesperado en el julio de mis recuerdos de infancia. Era tarde, el sol se escondía en el crepúsculo de mis ojos, bajo la sombra de árboles escarchados en la añoranza infinita de las plazoletas donde los amantes furtivos dieron su primer beso. Amores de otro tiempo como fugaces pensamientos en la nostalgia del deseo, en paisajes pictóricos, en acuarelas agrestes y pálidas acariciadas por el terciopelo de tus manos. Las amantes manos que en mis caderas se posaron hasta el arrebatado suspiro de la ingrávida silueta de tu humanidad. Indecorosa desnudez de un alma aprisionada en los ardorosos brazos de una pasión destemplada. Frágil memoria, ausente de la muerte en el correr de las ciudades a destiempo. Así te amé, así me cautivó la primera vez que tu sonrisa despertó en mí la candidez de un primer amor, éramos dos jóvenes enamorad
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.