sábado, 24 de marzo de 2012

Del miedo individual al decadentismo social.



Ayer me motivaron y embargaron diversos sentimientos que me inducían a escribir, pues fui testigo ocular y quizás hasta cierto punto contemplé a la usanza griega, modos de actuar y comportarse que no catalogaré con juicios valorativos, ya que no es mi intención, sino que más bien entender un movimiento masivo de mi tiempo, lo que con un grupo cercano de amigos apreciamos sin dejes de peyoración como “decadentismo”, ¿pero qué nos llevó a designarlo de esta manera? Efectivamente fue un modus vivendi, que se asemejaba en demasía al comportamiento que tenían en los siglos anteriores un grupo de intelectuales que debido a la crisis de su tiempo histórico, criticaban profusamente lo que sucedía, haciéndose cargo de la situación política y social, tomando sus propias armas, que eran las letras y con ellas se contraponían al sistema.

Pero lo más interesante de todo y la explicación de por qué escribo esta reflexión, se debe fundamentalmente a aclarar e intentar comprender mi tiempo actual, la sociedad chilena del siglo XXI, pero como todos sabemos toda sociedad es compleja en sí misma, ya que hay muchos agentes en ella, al igual que pacientes -aludiendo a términos funcionales- por ello sólo me referiré al grupo juvenil de esta sociedad, que es lo que comparto y he vivido, pues aquí constantemente he percibido un continúo malestar de toda índole y ámbito de cosas, de la crisis del sistema económico neoliberal, crisis política, puesto que la mayoría de nosotros ya no nos sentimos representados tanto por los partidos políticos, como por la clase política propiamente tal, pues como sabemos generalmente éstos buscan subsanar sus propios intereses personales, olvidándose de los verdaderos problemas sociales –lo que es lamentable- pero generalmente es así, vale decir, se anteponen los intereses personales por sobre el bien común, tales como el derecho a la educación, a la salud, a la justicia, entre muchos otros.

En fin, lo anterior, ése –malestar generalizado- se ha visto reflejado en el ya prácticamente imperecedero movimiento estudiantil, el que ha perdurado unos siete meses aprox. lo que no tiene otra causa más allá del hostigamiento y repulsión a que un grupo de sujetos que detentan el poder, impongan lo que ellos quieran, lo que a mi modo de verlo e interpretarlo tendrá trascendentales repercusiones, ya que ahora ese malestar se está propagando, ha tomado cuerpo y hasta cierto punto “vida”, en consecuencia las personas que vivimos en Chile nos hemos dado cuenta que los cambios no se logran por sí solos, sino que deben nacer de uno mismo, la vida misma funciona así, es decir, nosotros somos dueños de nuestros destinos y depende de nosotros el cambiar la realidad que vivimos, en resumidas cuentas “ser agentes de cambios”, pese a todas las limitaciones que conocemos, en su mayoría sólo convenciones sociales, -pero éstas dan para otra reflexión, así que no me detendré aquí-.




Un pensamiento dice más que mil palabras.




En la soledad de la noche siento bullir palabras en mi mente, que quieren manifestarse, que quieren hacerse carne, traslucirse desde los pensamientos y expresarse en significantes que hilen coherentemente mis ideas, en fin, hoy quiero escribir. ¿Siento tristeza? No lo sé con certeza, ¿siento felicidad? No lo sé, sólo sé que estoy solo. Varias ideas han rondado mi mente estos días, tales como aquellas que si estuviese en mi tierra, no podría ser el mismo, no podría hablar de lo mismo, pues no me entenderían probablemente, he aprendido que no todos se dan el tiempo y la disposición de escucharte y aquellos que lo hacen, creen ellos siempre tener la razón, la convivencia es difícil, sin embargo, no se me olvida el por qué me vine a Santiago, de hecho vine a aprender de los mejores, a conocer sus vidas, ser parte de ellas, que fuesen mis maestros y que me enseñaran a vivir, pese a que cada vida en sí es única, no obstante, la distancia y guerra de egos nos entrechoca, es difícil aproximarse a algunos y aprender de ellos, vale decir, ¿cuándo están dispuestos a entregarte de sus conocimientos?, ¿cuándo puedes empaparte e imbuirte de ellos y ser un aprendiz? Al mismo tiempo veo el sacrificio de mis padres, a kilómetros de distancia en estos momentos, mas yo también me sacrifico y pese a que no estoy con ellos in presentia e igual nos comunicamos, aquí vivo mi propia vida como a mí se me antoja, de hecho para tener veinte años, tal vez ha sido una suerte para mí haber logrado estar en el lugar y momento indicados, ahora debo seguir el camino, ahora que descubrí lo que quiero, que no todos somos iguales, que los caracteres y las personas en sí son diferentes, tengo cómo seguir adelante. ¿En qué momento uno es aprendiz y en cuál es maestro? ¿Cuándo vivimos realmente y cuándo dejamos de hacerlo? Muchas son las interrogantes que me embargan, no creo poder contestarlas todas, son muchas y cada vez se prolongan más, pero al menos quiero que mi vida sea cada día mejor, que cada día puede vivirlo con mayor intensidad y que sin duda alguna aprenda a vivir, en estos momentos me encuentro en tercero de letras y cada vez estoy abriendo más los ojos, he observado en qué están las demás personas, en qué está el mundo y así he podido abrirme cada día un poco más, mi mente ahora sí se ha abierto realmente.

Mi arte poética

Arte poética (José Chamorro)

Escribo desde el alma que aniquila la razón y no de sin razones del corazón deseadas. Escribo porque nací poeta en una generación ...