En la oscuridad de la noche, donde todos los gatos son negros, donde el día muere lentamente, agonizante y estertóreo, como un amor insinuante, que se entibia entre las sábanas, delatan los ensueños de una noche blanca, de pureza virginal, de negros espasmos, que se sacuden en frenesí, que alimentan con pasión los vaivenes de esos besos que en cadencias los amantes se dan, en los rincones más ocultos de su humanidad, en esos silencios graves de quiénes se conocen desde siempre y se auscultan en medio de la incesante negrura de sus cuerpos. Silencios agónicos, de reconocimiento mutuo, de sus historias, de sus cuerpos cansados por esa entrega mutua, por ese dar sin esperar nada a cambio, por ser un loco amor de verano, de esas historias fogatadas que se relatan de vez en cuando y de cuando en vez, por esos labios que si al hablar o al pronunciar el nombre de quién se ama se desmayaran erizados y sigilosos por entremedio de esos rincones ocultos, inexplorados, que se encienden con e
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.