Hoy de nuevo me enfrento a la realidad, ver los miles y millones de personas que somos en el mundo me abisma, pero más aún a veces la falta de pensamiento crítico, el hastío de la gente en la micro, la continúa monotonía que siempre percibo, no obstante, al viajar me fijé en varias personas, en una pareja gay de franceses, donde uno le preguntaba al otro sobre lo que creí era un caracol, así que le respondí un par de palabras en francés, luego observé a otro tipo que los miraba, al parecer él también era homosexual, así seguí mirando, viendo cómo subían y bajaban varios pasajeros, gente gritando, algunos estresados, tipos leyendo, otros en su mundo propio escuchando música, con el fin de distraerse y no pensar tal vez en el lugar en el que se encontraban –yo, por mi parte, seguía analizando las situaciones para luego escribirlas- subían escolares hablando a medias, usando garabatos, hablando pendejadas tal vez, habían parejas que estaban en lo mejor de su coquetería, lo que dejé de mirar, para no sentirme solo. Luego subieron lo que supuse trabajadores de la construcción, por su forma de vestir y hablar, -no es necesario ser un genio para percatarse de ello- así subían y bajaban más y más personas, cada una con sus planes, su mundo interior, algunos sumamente cansados, quizás anhelando llegar prontamente a sus casas, otros alegres. También al andar en metro vi pasar cientos de casas, cada familia con su propia realidad, hay de todo en la vida. Finalmente llegué al preU, estuve dando clases casi dos horas, hice pensar a los chicos, los hice leer y eso ya fue un día no perdido y a la vez impagable, me gusta enseñar y aprender, no quiero parar de hacerlo, me alimenta el alma, sin embargo, a veces me cuestiono tantas cosas, desde cómo lo hago, hasta proyectarme el resto de mi vida en ello, quizá tengo vocación y se me da bien explicar conceptos, es bonito transmitir conocimientos y discutir, culturizar a las personas y a uno mismo, pero aun así a veces siento un vacío existencial.
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.
lunes, 16 de abril de 2012
Apuntes de la micro, parte I, 7/04/2012.
Hoy 7 de abril del 2012, quiero dejar testimonio de mis pensamientos, pues estoy haciendo algo que no me gusta del todo, que es básicamente andar en micro. Desde niño nunca me gustó, pero hasta cierto punto hoy es necesario, pues me permite ver la realidad, entender otras formas de vida y si bien es todo un privilegio estudiar en la universidad de Chile y conocer a los grandes intelectuales de mi tiempo, a veces siento que éstos le temen a la realidad. Por otra parte es cierto a su vez que somos personas solas en el mundo –hablo desde una perspectiva existencialista-, por otro lado, pienso en la relación con mis padres, la que ha sido fantástica, maravillosa sería decirlo menos, no obstante, su crianza me evadió del mundo y la realidad, en cambio ahora al estar viviendo en Santiago, logro conocer a otras personas, mejorar mi entendimiento del mundo y nuevamente en oposición con los demás me auto-defino, soy una persona de letras y como tal, estudiante de humanidades, debo hacerme cargo de la realidad social, justamente por el privilegio educacional que poseo y sobre lo que ya he escrito.
Al mismo tiempo, pensar en las vivencias que me han tocado, me permite entender por qué fue necesario que pasara por todo eso, tal vez por el hecho de poder escribir, puesto que desde ahí puedo reivindicar la realidad social. Por lo demás, honestamente no puedo parar de pensar –realmente no sería yo- Probablemente cuando llegue al departamento donde vivo actualmente, transcriba todo cuanto he escrito y lo publique, no por un afán capitalista, sino que por amor al arte. ¡Ay de la vida! ¿Qué hacer cuando se es consciente de la existencia misma? Tal vez, tan sólo vivir –Quienes me conocen, a veces me evitan o tal vez yo los evito- No obstante, mantendré mi esencia.
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