miércoles, 10 de enero de 2018

El poeta de lo etéreo y fulminante. julio 27, 2013 (Reediciòn)


En la inercia de mi consciencia, escribo

Yacen mis miembros en la penumbra de la oscuridad

Soportan el tiempo ido en la inconsciencia material

¿Qué se es cuando la vida se desvanece?

Ser humano es vivir la ingratitud del cuerpo

La respiración levítica de la frágil memoria

Las inconexas frases de una vida sin historia

¿Historia? Ésa que hacen los hombres y,

Si mi memoria no me falla, también las mujeres,

Los niños, las ancianas, las madres, las hijas.




La memoria fugitiva es la caleidoscopía de mis pensamientos

Como redes inmateriales entretejen mi historia

La del poeta de lo etéreo y lo fulminante

De los versos a pura sangre, en esperanza carcomidos

Enigmas  encriptados de misericordia, palabras

Inyectadas de sacrosantas intrigas moribundas

Esperan silenciosas las fatídicas horas de la muerte.


José Patricio Chamorro, 26 Julio 2013, Santiago de Chile, Poesía a la vena. (Extraído del manuscrito original de mi casa de Santiago).


Reediciòn: 10 enero 2018.


Literatura Hispanoamericana Contemporánea. (II Semestre 2013)

logoFACSO.jpgFacultad de Filosofía y Humanidades                 Profesor: Cristian Cisternas.
           Universidad de Chile                            Alumno: José Patricio Chamorro.
                Santiago 2013
                                               Asignatura: Literatura Hispanoamericana Contemporánea


 Literatura Hispanoamericana Contemporánea.


  1. Caracterice a Johnny Carter como personaje y como sujeto problemático de la contemporaneidad. Explique en qué consiste su búsqueda. Tenga presentes las ideas sobre el jazz en la bibliografía entregada.


En primera instancia al definir al personaje de Johnny Carter, cabe referir que su propia biografía, que será escrita en paralelo a su vida, hasta su muerte, como se comprueba hacia el final del relato por el narrador, llamado Bruno, quién fue su amigo y crítico de jazz y lo conoció en persona, quién nos relatará la vida de este jazzman. Por otra parte, aquellos rasgos que hacen de él un sujeto problemático de la contemporaneidad, entre otros, encontramos el “tiempo”, el cual para el protagonista del relato, está en íntima relación con la música, específicamente con el jazz: “La música me sacaba del tiempo, aunque no es más que una manera de decirlo. Si quieres saber lo que realmente siento, yo creo que la música me metía en el tiempo. Pero entonces hay que creer que este tiempo no tiene nada que ver con… bueno, con nosotros, por decirlo así”.[1] A su vez, el tiempo, constituirá para el protagonista, un motivo central en su búsqueda personal, que de uno u otro modo era su motivación de existir, un tiempo anterior, donde podemos apreciar el tópico literario del illo tempore, vale decir, el de que todo tiempo pasado fue mejor, que en el caso particular de Jhonny, implicaba una conexión consigo mismo, cuyas ideas bullían en sí y era capaz a través de su genialidad innata, de crear una composición musical. Esta problemática se manifestará en más de una ocasión, por ejemplo, cuando le señalan la fecha de su próximo ensayo y cuándo volvería a tocar, donde manifiesta explícitamente su descontento con el tiempo, que deja en claro que para él en ningún momento da lo mismo, más bien al contrario, la progresión temporal lo encasilla, que como se aprecia en el nombre del relato, “El perseguidor”, podríamos señalar que Jhonny Carter es precisamente, perseguido por el tiempo, por el paso y transcurrir de éste y que al no tener una noción exacta de él o en qué espacio/tiempo se sitúa, se mantendrá feliz, porque no podemos soslayar que el tiempo implicará una y otra vez el fin de la vida, el punto cúlmine de ésta, de la existencia misma, que termina con la muerte.

Como ha caracterizado Bruno a Johnny, éste tenía una particular forma de comprender el tiempo, pues así nos relata desde los tiempos en que lo conoció, en sus mejores años, donde andaba bien vestido, daba buenos conciertos, en contraste con el momento actual de decadencia que estaba viviendo, donde decía frases, tales como: “Esto lo estoy tocando mañana” o “Esto ya lo toqué mañana”, que si las analizamos temporalmente, habrá claramente una discordancia, pues alude que aquello que toca, vale decir, la pieza musical, se encuentra en una temporalidad presente, pero podríamos referir que el predicado que la acompaña, no está conjugado en el mismo tiempo, sino que más bien al contrario, a través del verbo “estar”, el predicado estará ya sea en futuro, “lo estoy tocando mañana”, donde podría deducirse que Jhonny está experimentando mentalmente y visualizándose tocando en un futuro próximo aquella pieza, pero espacial y temporalmente, sin embargo, se encuentra en el presente, pero su mente es la que lo traslada en el tiempo, que puede ser la característica principal de su don, aquello de dónde nace su genialidad. Por otro lado, en el segundo caso, la pieza musical que está tocando en el presente, también resulta complejizada temporalmente, pues señala “esto ya lo toqué mañana”, es decir, mentalmente la música que crea en estos momentos, en el acto de visualizarse que realiza el protagonista, ya la tocó en el futuro próximo. De esto se desprende entonces que su genio musical consiste en esa búsqueda mental de poder transportarse a través de la música en el tiempo, donde el tiempo y el espacio en tanto problemáticas, son tales en tanto lo encapsulan en un aquí y en un ahora, pues su mente, funciona libremente, sin aquellas aprensiones, he ahí su cuestionamiento continúo y preocupación en relación a estos temas.

            Lo anterior resulta aún más clarificador a través del siguiente ejemplo, que nos permite ahondar todavía más en este misterio irresoluto que es la concepción temporal para Johnny, donde la siguiente cita será central para descifrarla: “-Hoy no- ha dicho Johnny mirando el frasco de ron-. Mañana cuando tenga el saxo. De manera que no hay por qué hablar de eso ahora. Bruno, cada vez que me doy mejor cuenta de que el tiempo… Yo creo que la música ayuda siempre a comprender un poco este asunto. Bueno, no a comprender porque la verdad es que no comprendo nada. Lo único que hago es darme cuenta de que hay algo. Como esos sueños, no es cierto, en que empiezas a sospecharte en que todo se va a echar a perder, y tienes un poco de miedo por adelantado; pero al mismo tiempo no estás nada seguro, y a lo mejor todo se da vuelta como un panqueque y de repente estás acostado con una chica preciosa y todo es divinamente perfecto.”[2] En el párrafo que acabo de citar, se da cuenta de a qué se deben ese frecuente miedo de Johnny al tiempo, se trata más bien de un irrefrenable miedo al fracaso, de que aquello que está componiendo, en el momento en que lo lleve a cabo, ya sea no a manera de ensayo, sino que de modo más oficial, éste no resulte bien o, de modo opuesto, que resulte de maravilla. Es aquella incertidumbre lo que define al protagonista como sujeto problemático de la contemporaneidad.

            No obstante, Bruno, si bien apunta a la interpretación que he señalado en relación a las frases pronunciadas por Johnny, da a conocer su propia forma de entenderlo al respecto: “Esto lo, estoy tocando mañana” “se me llena de pronto de un sentido clarísimo, porque Johnny siempre está tocando mañana y el resto viene a la zaga, en este hoy que él salta sin esfuerzo con las primeras notas de su música.”[3]

Pese a ello, ni aun el mismo Johnny es capaz de describir a cabalidad la sensación que experimenta al tocar, pues lo que vivencia en relación al espacio y el tiempo, como describe, lo que según la psicología, que nos sirve para tipologizar este estado, lo que Johnny vive, es lo que se denomina “estado de flujo”, vale decir, un estado al cual el sujeto se somete, tras realizar una actividad de tal modo que su mente logra abstraerse del aquí y el ahora: “Te estaba diciendo que cuando empecé a tocar de chico, me di cuenta que el tiempo cambiaba. Esto se lo conté una vez a Jim y me dijo que todo el mundo se siente lo mismo, y que cuando uno se abstrae. Dijo así cuando uno se abstrae. Pero no, yo no me abstraigo cuando toco. Solamente que cambio de lugar. Es como en un ascensor, tú estás en el ascensor hablando con la gente, y no sientes nada raro, y entre tanto pasa el primer piso, el décimo, el veintiuno, y la ciudad se quedó ahí abajo, y tú estás terminando la frase que habías empezado al entrar, y entre las primeras palabras y las últimas hay cincuenta y dos pisos. Yo me di cuenta cuando empezaba a tocar que entraba en un ascensor, pero era un ascensor de tiempo, si te lo puedo decir así. […]”.[4]

Finalmente, es menester referir, tal como se apreciará en la subsiguiente cita, que la búsqueda de Johnny, va más allá del tiempo, sino que más bien involucra las ansias de libertad, como queda expuesto a través de la postrera interrogante: “¿Por qué sino Julio Cortázar ha elegido a un músico de jazz para hacer un relato donde se problematice el tiempo y la libertad, la creación o búsqueda de espacios de libertad?”.[5]

2. Caracterice al narrador de El perseguidor, especialmente en su relación con el protagonista y con su propio proyecto escritural.

“Soy un crítico de jazz lo bastante sensible como para comprender mis limitaciones, y me doy cuenta de que lo que estoy pensando está por debajo del plano donde el pobre Johnny trata de avanzar con sus frases truncadas, sus suspiros, sus súbitas rabias y sus llantos. A él le importa un bledo que yo lo crea genial, y nunca se ha envanecido de que su música esté mucho más allá de la que tocan sus compañeros. Pienso melancólicamente que él está al principio de su saxo, mientras yo vivo obligado a conformarme con el final. Él es la boca y yo la oreja, por no decir que él es la boca y yo… Todo crítico, ay, es el triste final de algo que empezó, como sabor, como delicia de morder y mascar. Y la boca se mueve otra vez, golosamente la gran lengua de Johnny recoge un chorrito de saliva de los labios. Las manos hacen un dibujo en el aire.”






[1] “El Perseguidor”, Cortázar Julio. Pp. 5.
[2] Ibídem. Pp. 4.
[3] Ibídem. Pp. 5.
[4] Ibídem. Pp. 6.
[5] La máquina musical en “El Perseguidor” de Julio Cortázar. Andrés González Riquelme, Universidad de Concepción.

La presencia de las Vanguardias en la poética Lorquiana. (Universidad de Chile, II semestre 2013)

Descripción: logoFACSO.jpgFacultad de Filosofía y Humanidades           Prof. Dr. Andrés Morales Milohnić

PROFESOR AYUDANTE:                         Mag. Patricio Henríquez Lorca
Universidad de Chile
Departamento de Literatura Española               Alumno: José Patricio Chamorro.
Santiago 2013


La presencia de las Vanguardias en la poética Lorquiana.

Asignatura: Seminario Literatura de La poesía de Federico García Lorca


Dedicado a mi Estadía en Santiago por cuarto año consecutivo, a mi familia y con quiénes he tenido la dicha de cruzarme en su camino.
            Descripción: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/fotos/garcia_lorca_1.jpg         Federico García Lorca a los 18 años


Introducción

Hablar de Lorca, sin filiar su escritura al contexto de su época, a la vorágine social, cultural y política de su tiempo y cómo éstas se manifestaron y expresaron a través del arte de vanguardia, es desconocer los influjos que éstas tuvieron en su propia escritura, cómo adoptó sus técnicas y cómo se relacionó con sus máximos exponentes y cómo su poesía tuvo un antes y un después, además de qué aspecto escogió y rescató de cada una de ellas, para constituir una que fuese única. “La gran mayoría de los estudios en torno al libro Poeta en Nueva York (1940) de Federico García Lorca abundan en la idea que este es un texto influenciado, fundamentalmente, por la vanguardia surrealista. Olvidan que este poemario ha de considerarse como un verdadero "crisol" de la avant garde donde confluyen una buena parte de los movimientos vanguardistas de la época. Filiar este libro como un sucedáneo surrealista es sólo es limitar el extraordinario esfuerzo ( y la emoción extraordinaria) que García Lorca imprimió en sus páginas.”[1] Es precisamente, escudriñar en aquel crisol, la idea de escritura de este ensayo, desentrañar en qué medida y a qué nivel o capa textual van apareciendo, imágenes, juegos retóricos, literarios y lingüísticos, que nos permitan captar la esencia de las vanguardias en la poesía lorquiana.


Corpus y desarrollo de la investigación.

Poemas de la soledad
en University Columbia.


Vuelta de paseo

“Asesinado por el cielo,
entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal,
dejaré crecer mis cabellos.

Con el árbol de muñones que no canta
y el niño con el blanco rostro de huevo.

Con los animalitos de cabeza rota
y el agua harapienta de los pies secos.

Con todo lo que tiene cansancio sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero.

Tropezando con mi rostro distinto de cada día.
¡Asesinado por el cielo!.”[2]

Análisis del poema: En el poema anterior, se aprecia todo lo contrario a lo que se podría pensar de la naturaleza, ésta ya no es vida, armonía, quietud y esperanza, más, al contrario, el cielo recibe la personificación de ser un asesino, una especie de Dios cruel capaz de acabar con la vida del hablante lírico. Los animales, también reciben esta trágica muerte, pues tienen la cabeza rota y el agua, elemento vital, se encuentra putrefacta, es un agua harapienta, un agua, al fin y al cabo, de desecho. El cansancio también es personificado, es sordomudo, al igual que la naturaleza, se nos presenta como materia imperfecta, es esta imperfección el eje e hilo conductor que dirige este poema, para finalizar con la mariposa, símbolo de la libertad, de la creatividad, de la poesía y por qué no decirlo, del poeta/escritor,que no es nada más que otro ser vivo que ha muerto en medio de este mundo hostil, así en la muerte de la mariposa, se personifica la agonía estertórea del propio poeta.


“Debajo de las multiplicaciones 
hay una gota de sangre de pato. 
Debajo de las divisiones 
hay una gota de sangre de marinero. 
Debajo de las sumas, un río de sangre tierna; 
un río que viene cantando 
por los dormitorios de los arrabales, 
y es plata, cemento o brisa 
en el alba mentida de New York. 
Existen las montañas, lo sé. 
Y los anteojos para la sabiduría, 
lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo. 
He venido para ver la turbia sangre, 
la sangre que lleva las máquinas a las cataratas 
y el espíritu a la lengua de la cobra. 
Todos los días se matan en New York 
cuatro millones de patos, 
cinco millones de cerdos, 
dos mil palomas para el gusto de los agonizantes, 
un millón de vacas, 
un millón de corderos 
y dos millones de gallos 
que dejan los cielos hechos añicos. 
Más vale sollozar afilando la navaja 
o asesinar a los perros en las alucinantes cacerías 
que resistir en la madrugada 
los interminables trenes de leche, 
los interminables trenes de sangre, 
y los trenes de rosas maniatadas 
por los comerciantes de perfumes. 
Los patos y las palomas 
y los cerdos y los corderos 
ponen sus gotas de sangre 
debajo de las multiplicaciones; 
y los terribles alaridos de las vacas estrujadas 
llenan de dolor el valle 
donde el Hudson se emborracha con aceite. 
Yo denuncio a toda la gente 
que ignora la otra mitad, 
la mitad irredimible 
que levanta sus montes de cemento 
donde laten los corazones 
de los animalitos que se olvidan 
y donde caeremos todos 
en la última fiesta de los taladros. 
Os escupo en la cara. 
La otra mitad me escucha 
devorando, cantando, volando en su pureza 
como los niños en las porterías 
que llevan frágiles palitos 
a los huecos donde se oxidan 
las antenas de los insectos. 
No es el infierno, es la calle. 
No es la muerte, es la tienda de frutas. 
Hay un mundo de ríos quebrados y distancias inasibles 
en la patita de ese gato quebrada por el automóvil, 
y yo oigo el canto de la lombriz 
en el corazón de muchas niñas. 
óxido, fermento, tierra estremecida. 
Tierra tú mismo que nadas por los números de la oficina. 
¿Qué voy a hacer, ordenar los paisajes? 
¿Ordenar los amores que luego son fotografías, 
que luego son pedazos de madera y bocanadas de sangre? 
No, no; yo denuncio, 
yo denuncio la conjura 
de estas desiertas oficinas 
que no radian las agonías, 
que borran los programas de la selva, 
y me ofrezco a ser comido por las vacas estrujadas 
cuando sus gritos llenan el valle 
donde el Hudson se emborracha con aceite.”[3]


Lee todo en: 
New York - Poemas de Federico García Lorca http://www.poemas-del-alma.com/new-york.htm#ixzz2nsr8RC8U

Análisis del poema: En el extenso poema anterior, el tema central y no cabe duda de ello, es la muerte de los animales, la masacre de éstos, en una metrópolis que los hace agonizar. La relación entre las sumatorias aritméticas y la muerte de los animales es clarificadora. Por otro lado, Lorca, nos habla sobre su vivencia en New York, pues la naturaleza es la contrapartida a esta metrópolis, él no ve el cielo, sino que cemento, la ausencia de las montoñas y las añora, pues conoce su existencia. Nuevamente la cantidad, las sumatorias, entran en juego, un juego numérico de vida y muerte, son cantidades exorbitantes, que dan cuenta a su vez del consumo, de la sobrepoblación, que al ser tan populosa, la cantidad de la matanza es exabrupta. Pero Federico les habla a la otra mitad, a aquellos que conocen la libertad y pureza de la vida, quiénes respetan a la naturaleza, que les da la vida. La misma calle, es asociada metafóricamente al infierno, imagen que da cuenta del sentir del hablante de su estadía en aquella ciudad, es muerte, es la muerte provocada por los avances, por los automóviles.



Federico García Lorca  (1898-1936)

“La Aurora

La Aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.

The Dawn

The New York dawn has
four columns of mud
and a hurricane of black doves
that paddle in putrescent waters.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
The New York dawn grieves
along the immense stairways,
seeking amidst the groins
spikenards of fine-drawn anguish.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
The dawn comes and no one receives it in his mouth,
for there no morn or hope is possible.
Occasionally, coins in furious swarms
perforate and devour abandoned children.
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
The first to come out understand in their bones
that there will be no paradise nor amours stripped of leaves:
they know they are going to the mud of figures and laws,
to artless games, to fruitless sweat.
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.

The light is buried under chains and noises
in impudent challenge of rootless science.
Throught the suburbs sleepless people stagger,
as though just delivered from a shipwreck of blood.

(from Poeta en Nueva York)
[translated by Stephen Spender and JL Gili]”[4]


Análisis del poema: La aurora, que tiende a ser la claridad del alba y el comienzo de un nuevo día, comienza la jornada con dejes de desesperanza, pues se la presenta asociada al color negro, símbolo de la muerte, del fin, del ocaso de la vida, que asociada nuevamente a la pudredumbre del agua, es aquello que yace en la finitud, en la descomposición. Es un paraíso perdido, quizás más cercano a un infierno como se apreciaba en los poemas anteriores, el ruido y las cadenas sepultan la luz, es decir, le ponen fin a la libertad del alba, que ilumina al poeta.


Contextualización histórica y biografía del autor.

“El riquísimo universo del poemario escrito durante la estancia en Nueva York de García Lorca, Poeta en Nueva York (publicado póstumamente casi simultáneamente en México y Nueva York en 1940) es un ejemplo de la rica integración que un poeta hace de todos los medios, experiencias, sueños, fantasías, escuelas, estilos y lecturas. Demarcarlo, insisto, bajo uno o dos influjos es no reconocer su ancho y alto vuelo que supera, con creces, cualquier lectura que reduzca su inmensidad a algunos nombres esenciales para entender su arquitectura.”[5]

“se comprobará que Lorca utiliza algunas imágenes que pueden filiarse como surrealistas, reactualiza formas tradicionales (el romance, el soneto, las casidas y gacelas, etc.) o voces clásicas de la poesía española (Góngora, Lope, etc.) y dota a sus poemas de un contexto extraliterario tan importante que, a veces, es necesario conocerlo acabadamente para conseguir una imagen completa de la obra que se lee. El flamenco, la música clásica y popular, las nanas o canciones infantiles, el cine mudo, la pintura y el teatro de la época, la historia de España, las hagiografías de los santos populares en Andalucía, etc. son elementos que no deben considerarse como "secundarios" sino, fundamentales a la hora de revisar la "anatomía" -si cabe el término- de su obra poética.”[6]

            Sin duda alguna, la presencia de las vanguardias que más sobresalen son el surrealismo, expresionismo, cubismo literario y creacionismo, los que considerando y analizando marcas textuales y citas o pasajes presente en los textos de Federico, podrán ser descritos.                 
            “Los habitantes de Metrópolis -y de Nueva York- son multitudes que se desplazan como verdaderos zombies hacia o desde el trabajo a través de ascensores gigantes, autopistas interminables, escaleras sin fin y audaces rascacielos. La naturaleza es asesinada, expoliada y exhibida casi como una pieza de museo. La tradicional oposición entre naturaleza y civilización expuesta por Menarini y Del Río (9) adquiere tanto en Lorca como en Lang un sesgo apocalíptico que evoca la destrucción en pos del progreso de los sueños armónicos de un futuro promisorio.”[7]
“Relacionado con el punto anterior esta el tema de la robotización y de la suplantación del hombre por la máquina. En la cinta de Fritz Lang, María (que representa el amor, la justicia y la historia profética de la Torre de Babel como ejemplo destructor de la ambición humana) es reemplazada por una mujer robot que es realizada a su imagen y semejanza por Rotwang, el inventor. En este punto el director alemán nos plantea los peligros de la tecnología como una posibilidad de desplazar al ser humano por la máquina. Lorca no va tan lejos, pero si es notable su idea permanente del espejismo, de la falsedad, de la apariencia como un riesgo al que conduce la desenfrenada confianza en el progreso y en la automatización de la existencia. Si bien el poeta granadino no nos habla directamente de robots si plantea a los habitantes de la ciudad como verdaderos golems que, como se ha dicho, transitan por las calles en una interminable procesión de multitudes.”[8]

            [9]“Fuente Vaqueros, España, 1898 - Víznar, id., 1936) Poeta y dramaturgo español. Los primeros años de la infancia de Federico García Lorca transcurrieron en el ambiente rural de su pequeño pueblo granadino, para después ir a estudiar a un colegio de Almería.
Continuó sus estudios superiores en la Universidad de Granada: estudió filosofía y letras y se licenció en derecho. En la universidad hizo amistad con Manuel de Falla, quien ejerció una gran influencia en él, transmitiéndole su amor por el folclore y lo popular.

A partir de 1919, se instaló en Madrid, en la Residencia de Estudiantes, donde conoció a Juan Ramón Jiménez y a Machado, y trabó amistad con poetas de su generación y artistas como Buñuel o Dalí. En este ambiente, Lorca se dedicó con pasión no sólo a la poesía, sino también a la música y el dibujo, y empezó a interesarse por el teatro. Sin embargo, su primera pieza teatral, El maleficio de la mariposa, fue un fracaso.
En 1921 publicó su primera obra en verso, Libro de poemas, con la cual, a pesar de acusar las influencias románticas y modernistas, consiguió llamar la atención. Sin embargo, el reconocimiento y el éxito literario de Federico García Lorca llegó con la publicación, en 1927, de Canciones y, sobre todo, con las aplaudidas y continuadas representaciones en Madrid de Mariana Pineda, drama patriótico.”


n  3.Marco teórico y metodología.

La metodología que emplearé para la investigación, será del tipo analítico-descriptiva, pues se tomarán fragmentos de poemas de la obra poética lorquiana Poeta en Nueva York, los cuales verso a verso se irán desgajando, dando cuenta de las temáticas y tópicos de este poemario, los que ya se dejan entrever, entre ellos, encontramos la sustitución del hombre por la máquina, agonía humana, la muerte de la naturaleza y la desconfianza en el progreso, devenida ya, por ejemplo,  desde el Futurismo de un Marinetti.



Conclusiones.
Mis conclusiones finales, las comenzaré aludiendo a una cita, que me parece imprescindible para darle materialidad al sentir de Lorca al momento de creación de esta magna obra que nos convoca, pues al igual como aquella metrópolis y cómo afectó su ánimo, la poética lorquiana, se erige como un parapeto ante aquellos millares de masacrados por una urbe que se planta por sobre lo belleza natural y prístina, que en definitiva, es símbolo del origen mismo de la humanidad: “Tras este éxito, Lorca viajó a Nueva York, ciudad en la que residió como becario durante el curso 1929-1930. Las impresiones que la ciudad imprimió en su ánimo se materializaron en Poeta en Nueva York (publicada póstumamente en 1940), un canto angustiante, con ecos de denuncia social, contra la civilización urbana y mecanizada de hoy. Las formas tradicionales y populares de sus anteriores obras dejan paso en esta otra a visiones apocalípticas, hechas de imágenes ilógicas y oníricas, que entroncan con la corriente surrealista francesa, aunque siempre dentro de la poética personal de Lorca.”[10] Lorca siempre tuvo una impronta personal, pero recogiendo de las influencias literarias del momento, aquello que le diera vida a su propia obra, escogiendo y diseccionando el material onírico, imágenes impactantes, que nos quedan grabadas en la retina tras leerlas y visualizarlas, lo que nos da los indicios de su maestría como poeta y cómo es capaz de imprimir en el lector, la fuerza y vitalidad de una poesía palpitante, no carente de sensibilidad en un mundo donde la fragilidad de un alma sensible es consumida por la robotización y maquinización.



[1] Metrópolis de Fritz Lang y Poeta en Nueva York de Federico García Lorca Andrés Morales Universidad de Chile.

[2] Poemas de la soledad en University Columbia.
[5]Ídem.
[6] Ídem.
[7] Ídem.
[8] Ídem. Pp. 8.
[10] Ídem.

Seminario Literatura de la Guerra civil española: Memoria y testimonio. (Universidad de Chile, II semestre 2013)

Dedicado a mi Estadía en Santiago por cuarto año consecutivo, a mi familia y con quiénes he tenido la dicha de cruzarme en su camino.








                                    
Introducción


La obra poética de Alberti, resulta sin lugar a dudas crucial para comprender la literatura española de la guerra civil, pues su propia biografía es un recorrido itinerante desde sus primeros escarceos en la pintura, hasta el retome definitivo de la senda de las letras. Marcada desde 1931 y su filiación al Partido Comunista, que devendrá en una poesía de corte político-social. No despreciable son las influencias que recibirá de la poesía española clásica, destacan así influjos de maestros como Góngora, a quién rinde homenaje, pero que de manera contrastiva adquiere matices vanguardistas con dejes surrealistas en su actualización, atravesada por motivos de la vida moderna. En lo que respecta a sus características formales, la poesía albertiana es más bien formalista que contenidista, por ello sus incursiones apuntan a la renovación y experimentacin constante de figuras literarias y juegos de palabras.

La obra a analizar se adscribe a la corriente literaria del neopopularismo, junto a otras dos obras, siendo la tríada poética sobresalida por: Marinero en tierra, La amante y El alba del alhelí: “Estas tres obras -que constituyen el núcleo del quehacer poético de Alberti hasta 1926 inclusive-, están compuestas por poemas breves, rítmicos, de corte musical, en los que se reinterpretan los motivos tradicionales con un sello personalísimo; poemas en que se combinan la inspiración popular y la expresión culta, la sencillez más extrema junto a la máxima condensación expresiva, y que, a nuestro personal entender, constituyen lo mejor de su obra; poemas en los que ya se aprecia ese virtuosismo formal que ha caracterizado siempre a Alberti”[1].

El tema principal de la obra es la nostálgica añoranza del mar: el vivir tierra  adentro desde los quince años ha creado en el espíritu del poeta un recuerdo imborrable de esa bahía de Cádiz que le vio nacer -y cuyas cenizas, con el correr de los años, albergará en su seno-, y que se difunde, con gran acierto, por la mayoría de los poemas, especialmente de los que integran la “segunda parte”. Este tema principal -la actitud sentimental de Alberti frente al mar, de irreprimible añoranza- se articula en torno a una serie de “motivos marineros”, que el propio poeta enuncia así –de nuevo, en sus memorias-: “Aquella novia apenas entrevista desde una azotea de mi lejana infancia portuense se me fue transformando en sirena hortelana, en labradora novia de vergeles y huertos submarinos. Empavesé los mástiles livianos de mis canciones con gallardetes y banderines de los colores más diversos. Mi libro comenzaba a ser una fiesta, una regata centelleante movida por los soles del sur <...>

Me imaginé pirata, robador de auroras boreales por mares desconocidos. Entreví un toro azul -el de los mitos clásicos- por el arco perfecto de la bahía gaditana, a cuyas
blancas márgenes, una noche remota de mi niñez, saliera yo a peinar la cauda luminosa del cometa Halley. Vi, soñé o inventé muchas pequeñas cosas más, sacadas todas de aquel pozo nostálgico, cada día más hondo, según me iba alejando de mi vida primera, tierra adentro”.





Corpus y desarrollo de la investigación.


La hipótesis que formulo para mi presente trabajo de investigación, guarda relación con la obra poética: Marinero en tierra, escrita por Alberti, es así que el análisis de algunos de sus poemas y fragmentos, se abocará a comprobar la relación biográfica del autor y su obra, presente en éstos: “Alberti se instala en San Rafael de Guadarrama -para recuperarse, en un sanatorio de la sierra madrileña, de una enfermedad pulmonar- durante los veranos de 1922 a 1924; y allí escribe los poemas de un libro inicialmente titulado Mar y tierra -y que, al publicarse, en 1925, tras obtener el Premio Nacional de Literatura, llamará Marinero en tierra-. El propio Alberti explica, en sus memorias -La arboleda perdida la génesis de esta obra: “Como su nombre daba a entender, Mar y tierra se dividía en dos partes. La primera agrupaba los poemas debidos directamente a la serranía guadarrameña, junto a otros de diversa temática, y la segunda -que titulaba Marinero en tierra-, los que iba sacándome de mis nostalgias del mar de Cádiz, de sus esteros,sus barcos y salinas <...>”[2].

La métrica será igualmente un tema no descartable, sino que a considerar, destacando métricas elegíacas de tercetos y cuartetas y su rima: En cuanto a la rima, se emplea indistintamente la asonante y la consonante, y son muchos los poemas en los que, gracias a su adecuada distribución, se obtienen sorprendentes efectos musicales –por ejemplo, el titulado “Dondiego sin don”-. Y aunque el verso más usado es el octosílabo, son también frecuentes los heptasílabos, tetrasílabos, hexasílabos y eneasílabos; y no resulta inusual la heterometría en un mismo poema -por ejemplo, la combinación de versos de cuatro, seis, cinco, ocho, nueve y tres sílabas en el gracioso poema “¡A volar!”, compuesto de quince versos, agrupados en tres conjuntos estróficos de cinco, siete y tres versos-. “[3]

Contextualización histórica y biografía del autor.

Rafael Alberti nació en el puerto de Santa María, Bahía de Cádiz un 16 de diciembre del 1902. Su vocación poética se la debe a su madre, mujer sensible y llena de lirismo. Es el más pequeño de cinco hermanos que tuvo el matrimonio de Agustín y María. Fue nieto de bodegueros y proveedores de vino. En 1917 se traslada con su familia a Madrid, para dedicarse a copiar pinturas en el museo del Prado porque la pintura era su principal y única vocación. No acabó el bachillerato porque no le gustaba estudiar. Cuando todavía vivía en Cádiz se dedicaba a ir a la playa a jugar con los compañeros porque las materias que se impartían en la escuela a él no le decían nada. Los primeros años en Madrid fueron muy duros para Alberti porque añoraba el mar de Cádiz, añoraba los azules y durante dos años se dedicó a viajar por Madrid y representar mediante la pintura diferentes paisajes de la sierra madrileña, Sierra de Guadarrama. Con todo ello llegó a fusionar pintura y escritura. A Cádiz no volvería hasta 1928. En 1920 muere su padre de una infección pulmonar. Tras su muerte Alberti empieza a tomarse más enserio su vocación poética y en 1922 publica los doce poemas en la “Revista Oriente” (A Coruña). En Madrid conoce a través de Gregorio Prieto el libro de poemas de Federico García Lorca que sería su acompañante inseparable en la residencia de estudiantes hasta su muerte en 1936. Por esos años contuvo amistad con poetas como Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas… Alberti reunió entre 1920 y 1924 sus primeros poemas bajo el título “Mar y tierra” que presentaría en 1925 para el premio Nacional de Literatura, premio que ganó. El libro se titularía “Marinero en tierra”. Con la guerra civil se exilia a la Unión Soviética, posteriormente viviría en Argentina donde se casaría con su esposa, Mª Teresa León. No regresaría a España hasta el 1977 y moriría en el año 1999 con 87 años de una infección pulmonar.”[4]



n  3.Marco teórico y metodología.

La metodología que emplearé para la investigación, será del tipo analítico-descriptiva, pues se tomarán fragmentos de poemas de la obra poética Marinero en tierra y a través de marcas y tópicos textuales se determinarán los temas que atraviesan su poética, los lugares comunes y establecer la confirmación de la hipótesis que pone en relación hechos y datos biográficos del autor con su propia obra.

“El rey del mar

Los marineros lo han visto
llorar por la borda, fiero.
¡Por las sirenas malditas,
matádmelo, marineros!
Que él quiere ser el rey del mar
y yo también quiero serlo.
*****
¡Mis hombros de hombre de mar!
(Un manto de agua salada,
para vosotros, mis hombros).
¡Mi frente de rey del mar!
(Una corona de algas,
para ti, mi sola frente).”[5]

      Sin duda alguna en este poema se ve el reflejo  y la recreación de una imagen marítima, que da cuenta de cuán palpable era para Alberti aquél modus vivendi, su propia visión de mundo, enriquecida por estas experiencias vitales. A su vez, el campo semántico de lo marítimo se ensancha  y se vincula con la tradición, la presencia de las sirenas, aluden desde luego al misticismo tradicional y que, ya, por ejemplo, si pensamos en la literatura de vertiente más clásica, como era el caso de la griega antigua, que posteriormente apreciaríamos con resabios medievales, la figura de las sirenas, son una constante en los viajes marítimos, son la perdición y maldición de los hombres de mar, cayendo éstos rendidos ante sus cantos, anunciando innumeras veces, el declive y encayamiento de las embarcaciones, que terminan naufragando. Aquella disputa entre dos hombres de mar, ambos anhelando convertirse en los reyes de éste, resultan sin lugar a dudas una imagen tópica y visual, donde aquél que merece la corona, destaca ante todo por sus cualidades que lo hacen apto para merecerla, desde sus atributos físicos, como los hombros y frente de rey de mar, es decir, la corpulencia y la curtimbre propia de estas faenas, con la prestancia de aquél que se sabe dueño de sus dominios.

“Sueño del marinero

Yo, marinero, en la ribera mía,
posada sobre un cano y dulce río
que da su brazo a un mar de Andalucía,
sueño ser almirante de navío,
para partir el lomo de los mares
al sol ardiente y a la luna fría.
¡Oh los yelos del sur! ¡Oh las polares
islas del norte! ¡Blanca primavera,
desnuda y yerta sobre los glaciares,
cuerpo de roca y alma de vidriera!
¡Oh estío tropical, rojo, abrasado,
bajo el plumero azul de la palmera!
Mi sueño, por el mar condecorado,
va sobre su bajel, firme, seguro,
de una verde sirena enamorado,
concha del agua allá en su seno oscuro.
¡Arrójame a las ondas, marinero:
-Sirenita del mar, yo te conjuro!
Sal de tu gruta, que adorarte quiero,
sal de tu gruta, virgen sembradora,
a sembrarme en el pecho tu lucero.
Ya está flotando el cuerpo de la aurora
en la bandeja azul del océano
y la cara del cielo se colora
de carmín. deja el vidrio de tu mano
disuelto en la alba urna de mi frente,
alga de nácar, cantadora en vano
bajo el vergel azul de la corriente.
¡Gélidos desposorios submarinos,
3
con el ángel barquero del relente
y la luna del agua por padrinos!
El mar, la tierra, el aire, mi sirena,
surcaré atado a las cabellos finos
y verdes de tu álgida melena.
Mis gallardetes blancos enarbola,
¡Oh marinero!, ante la aurora llena
¡y ruede por el mar tu caracola!”[6].

“El poema sueño de marinero correspondería a una parte de la obra dedicada al mar de Cádiz, es el poema más extenso que sirve de prólogo a la obra. El tema de este poema es la nostalgia al mar gaditano y lo muestra a partir de una serie de motivos marineros: Mar de Andalucía, yelos del sur, almirante de navío, dulce río, ribera mía, sirenita del mar, gruta, concha del agua, marinero, azul, caracola, barquero, submarino, bandeja azul (metáfora)…”[7]

Si bien se esbozan como motivos literarios y tópicos dentro del mismo poema, en conjunto constituyen la descripción y sentir personal del hablante lírico, pues matiza a través de adjetivaciones su propia interiroidad en relación a la experiencia vital que le produce la experiencia de encontrarse de aquel mar tan añorado, es así que el dulce río, le da un tono meloso al poema y que el poeta se siente a sí mismo dueño de aquél, pues es su ribera y, de igual modo la sirenita de mar y el color azul son representativos de cómo capta a través de sus sentidos la inmensidad de aquel paraje. Los colores en la descripción de éste no pueden ser pasados por alto, ya que el blanco, símbolo de pureza y castidad es personificada en la primavera, figura femenina, que se tiende sobre los glaciares, que en contraste con el rojo, simbolizando las brasas, el calor y estío con el azul, que rodea al vergel y el subrmarino, mientras que el color verde se matiza sobre la sirena y sus melenas.



“El mar. La mar.

El mar. !Solo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá?”[8]

      Ante todo, lo que más sobresale en el poema anterior, es sin lugar a dudas, el contraste entre la voz el mar, como sustantivo masculino, que representa al pueblo, la tierra, del cual fue desenterrado, es decir, ajeno a su voluntad, fue despojado de su añorante y preciado mar, por su padre, quién como lo avalan los datos biográficos, a los 15 años se lo llevó lejos del mar de Cádiz, motivo que como veremos será central e in extenso en la poética albertiana de marinero en tierra. La mar, por otro lado, como femenino, que es más bien un motivo tradicional, que ve a aquella como la prodigadora de vida, como la madre que le da sustento a sus hijos, a los marineros, que incursionan en sus aguas para subsistir.


“Salineros

...Y ya estarán los esteros
rezumando azul de mar.
!Dejadme ser, salineros,
granito del salinar!
!Qué bien, a la madrugada,
correr en las vagonetas,
llenas de nieve salada,
hacia las blancas casetas!
Dejo de ser marinero,
madre, por ser salinero.”[9]

“Los últimos dos versos forman una aleluya porque es de arte menor. En la aleluya se dirige a su madre para decirle que ahora prefiere ser salinero, en vez de marinero. Es un recuerdo de cuando era niño y jugaba en el mar de Cádiz. Las exclamaciones se refieren a la nostalgia, el recuerdo y el deseo de querer ser salinero experimentar y recordar como cuando era un niño.”
10

“¡Qué altos!
!Qué altos
los balcones de mi casa!
Pero no se ve la mar.
!Qué bajos!
Sube, sube, balcón mío,
trepa el aire, sin parar:
sé terraza de la mar,
sé torreón de navío.
--?De quién será la bandera
de esa torre de vigía?
--!Marineros, es la mía!

En este poema lo que Alberti desea es ver el mar, utiliza el balcón como símbolo de
lejanía y cercanía, y para ello utiliza la personificación; 'sube, sube, sube, balcón mío.
[10] Cabe añadir, que alude sobretodo a la inmensidad de la mar, pues pese a que los balcones, son en sí mismos altísimos, éstos son minúsculos en relación a los vaivenes que va adquiriendo la marejada, esto es ante todo un juego de visualización, ya que se vuelve necesario que entre ambos, él desde su torre y la mar, se encuentren a una distancia visual que le permita absorberla en su plenitud.






4

De los demás textos que encontramos en el poemario de Alberti, éstos se suelen caracterizar por la simbología del mar, atribuyéndosele a éste: “En esta obra Alberti presenta el mar como símbolo de pureza y libertad, lugar deseado y añorado al que quisiera regresar. Se trata de una oposición entre su infancia marinera y su juventud urbana, entre el mar y la ciudad”. A continuación, por otro lado, haré referencia a la continuidad de su poesía, en los distintos poemarios, que vienen a Esta resurrección de las formas tradicionales iniciada en Marinero en tierra la continúa Alberti en La amante y El alba del alhelí. (Su estética cambia en Cal y canto, obra de influencia gongorina, y en Sobre los ángeles, 1929, uno de sus mejores libros, lleno de imágenes oníricas. A partir de los años 30 su poesía se hace más combativa, con una actitud de protesta y denuncia: El poeta en la calle. De la poesía del destierro destacan Entre el clavel y la espada y Roma, peligro para caminantes.)

«Cuando apenas tenía quince años -ha escrito Alberti-, me arrancaron del mar, convirtiéndome para siempre, desde entonces, en un marinero de tierra [...] La nostalgia hecha espuma de aquel mar de mi infancia y años adolescentes se me va a ir convirtiendo poco a poco en canción.» El presente poema es uno de los más representativos de este sentimiento. En el Diario de un poeta recién casado (1916), de Juan Ramón Jiménez, este había escrito: «Tus olas van, como mis pensamientos, / y vienen, van y vienen, / besándose, apartándose, / en un eterno conocerse, / mar, y desconocerse». Los encabalgamientos, la organización sintáctica y los tiempos verbales traducían allí no sólo el vaivén de las olas, su continuo movimiento de avance y retroceso, sino también el vaivén sentimental del poeta en una concreta circunstancia. En el poema de Alberti, las repeticiones alternantes de los dos primeros versos simbolizan el mismo movimiento físico y, a la vez, mediante un sutilísimo artificio, expresan también algo más: el estado de incertidumbre y desasosiego del sujeto lírico. Como es sabido, el sustantivo mar tiene concordancia masculina en la lengua culta moderna, pero, como resultado de la vacilación de otros tiempos, pervive la concordancia femenina en el habla de los marineros y JMIM de las gentes del litoral. Alberti aprovecha, pues, la diferencia morfológica para expresar su estado de ánimo. Se trata de un dilema y de una elección. El sujeto lírico –aquí identificable con el poeta- duda: ¿es ya, después de todo, un hombre del interior que ha renunciado a sus raíces originarias? ¿Pertenece al mar -expresión de tierra adentro- o todavía debe sentirse vinculado a la mar, femenino cuya función es la de evocar las raíces gaditanas y, por tanto, la niñez perdida y las ilusiones truncadas? Este balanceo anímico se expresa mediante la alternancia morfológica del masculino y el femenino. El sujeto medita, contrasta, sopesa: «El mar. La mar. / El mar». No hay predominio de una forma sobre otra, ni interrogación; simplemente el vaivén de la duda, que acaba resolviéndose cuando, en el extremo del segundo verso, irrumpe con fuerza la decisión final, excluyente y recalcada por el tono exclamativo del enunciado: «¡Sólo la mar!» Definitivamente, el poeta es, como ya indica el título del libro, un «marinero en tierra», y su primera obra se nutrirá de la nostalgia de lo que fue y de lo que pudo haber sido.



Conclusión

Los poemas extraídos del poemario, usan un vocabulario sencillo, de exclamaciones, de repeticiones y caracterizados por abordar semánticamente a aquello que circunda el universo marítico y náutico, sitúando estos hermosos poemas en la línea de la poesía cancioneril de la lírica española de los siglos XV y XVI. Alberti acierta con la forma idónea para expresar la nostalgia del mar, de ese mar conocido y vivido -el de su ciudad natal-, y que se convierte desde su obligado traslado a Madrid en un “paraíso perdido” que sueña recuperar. Los que están repletos de alusiones, descripciones y adjetivaciones que aluden a la estrecha relación de Alberti con el mar gaditano, que en el fondo marcó cada etapa de su vida, que de principio a fin, estará enmarcado por la relación con su padre, con su distanciamiento, provocado por éste y finalmente con la muerte de su padre, que dará a origen a un centenar de poemas, que bajo la pluma tutelar de Alberti, inundan de belleza y honda nostalgia su propia vida, reflejada en su poética.



[1] Íbidem. Pp. 4.
[2] EL VIRTUOSISMO FORMAL DE RAFAEL ALBERTI. Pp. 4.
[3] Íbidem. Pp. 5.
[4] Marinero en tierra. Anna Orellana 3r ESO C Lengua castellana Literatura. . Pp. 1.
[5] EL VIRTUOSISMO FORMAL DE RAFAEL ALBERTI. Pp. 6.
[6] Marinero en tierra. Anna Orellana 3r ESO C Lengua castellana Literatura. . Pp. 3-4.
[7] Marinero en tierra. Anna Orellana 3r ESO C Lengua castellana Literatura. . Pp. 6.
[8] Íbidem. Pp. 8.
[9] Íbidem. Pp. 10.
[10] Íbidem. Pp. 15.

Mi arte poética

Arte poética (José Chamorro)

Escribo desde el alma que aniquila la razón y no de sin razones del corazón deseadas. Escribo porque nací poeta en una generación ...