Entre el rechinar de las bocinas y los carros a medio andar, ella se posaba. Con su mirada perdida observaba a los transeúntes, anhelante, deseosa de sus caprichos. Sus ojos suplicantes clamaban de ansiedad, sus manos convulsas daban gritos en el atardecer. La dama, una señora de alcurnia limeña, se desvivía por probar una bocanada de un cigarrillo. Buscaba entre la multitud a alguien que pudiese brindarle lo que en su hogar era vedado. Un joven caminaba por el parque Kennedy bajo el tenue calor de la jornada. Ambos, dama y joven encontraron su mirada y él sin conocerla, sabía de antemano lo que aquella mujer necesitaba. Sin mediar palabra alguna, él alzó el cigarro y lo puso en sus labios y con un guiño de ojo, encendió no solo una llama. Miraflores, Perú. 20 febrero 2020.
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.