miércoles, 9 de agosto de 2017

Las letras son mi pasión de vida. (10 agosto 2014).


Ojalá se pudiese girar la manivela del tiempo hacia atrás, regresar el tiempo transcurrido y convertirlo en tiempo recobrado. Para quién se sabe escritor, amante de la vida y viajero del alma, los años transcurren como una inexorable promesa no cumplida. 

Se avecinan cambios, lo presiento, aunque hasta ahora, en estos veintitrés años, cada cambio suele ser para mejor y cada cual más inesperado que el anterior, llevo conmigo más de aquello con lo que me vine, llevo cinco años viviendo relativamente solo, pues siempre he estado acompañado y he recibido mucho apoyo y energías de muchas personas en mi vida, sin embargo, la vida es un peregrinaje, un partir y mirar siempre hacia adelante, desapegarse a ratos de lo material, para alcanzar otras cosas a las que les atribuimos otro valor, quizás más simbólico, sentimental, emocional y hasta visceral.

No me da miedo la vida, no obstante, me causa pavor no saber qué vendrá, cómo reaccionaré y qué haré el resto de mi existencia, quizás poco lo saben y tienen la certeza de qué harán con su vida el día de mañana. Sólo sé que he escrito más de lo que hubiese imaginado desde que me adentré en el camino de la escritura como una forma de conocimiento personal y autoimpuesto, de que leía a Verne desde mi tierna infancia y cuando a los quince quise escribir una historia de aventuras, fue una de mis composiciones literarias que más me gustó y a la que más revisiones le di, cuando aún ni pensaba estudiar literatura, “Náufragos en la Isla petra”, la había denominado, era una novelilla o cuento extenso donde de a poco mis amigos de la adolescencia iban cobrando vida en aquella obra, sus nombres le daban una mayor cercanía cuando la escribía y mi imaginación y los días enteros que pasaba encerrado en mi habitación, donde salía sólo a comcer y recuerdo, que una vez no me detuve en la máquina escrituraria, sino hasta en siete horas, ahí descubrí que ésa era mi pasión y con el tiempo fui descubriendo que me interesaba no sólo la narrativa, sino también la poesía, empecé a conocer autores y ya no leía sólo bestseller, sino que ya recitaba autores de memoria y así empezó mi formación, hasta la fecha debo haber escrito unos 300 poemas y varias historias, fue también la época en que me interesó la filosofía, cuánta sabiduría, a los 17 estaba en una búsqueda sempiterna del conocmiento, hasta el día de hoy, donde también me ha llamado la atención el arte.

Qué espera de mí la vida, no lo sé, pero de a poco me di cuenta que me gustaba enseñar y con veinte años a cuestas, ya hacía un par de clases en mis horarios libres, transmitir mensajes, interactuar con otros y hablar de libros a mis anchas, sin que nadie me dijera nada, sino que imbuir a otros con el saber literario y mi afán por los debates y la divulgación de ideas. Llevo la mejor de las energias conmigo en este nuevo viaje, es un regreso a un lugar que me recibió bien por algunos años y que luego me vio partir y regresar cada invierno y verano, mi Chillán querido, que espero con ansias me reciba con los brazos abiertos para las ideas innovadoras que llevo conmigo, para formar talleres literarios y de poesia, para compartir en coloquios y para que de a poco las letras tomen las riendas de la vida que siempre debieron tomar, que las humanidades sean reivindicadas y que nadie pueda decir que quién estudió letras se morirá de hambre, que al contrario, quiénes luchamos por ella y hacemos de nuestra vida una pasión, seamos capaces de defenderla hasta que nos saciemos. La vida es un viaje, una aventura y el mañana, es sólo el siguiente capítulo de esta historia que empezaré a escribir.

Reencantos de juventud, ad portas de 26 años de vida.


¿Qué es el tiempo y su paso por esta vida sino estelas del errante caminar? La vida no son los años a cuestas, ni los pasos andados y desandados cronométricamente como reloj de arena, sino la certeza de haber vivido, de haber elegido caminos, desviado el rumbo, equívocos prematuros, aciertos a destiempo, imágenes de experiencias junto a las huellas de otras almas, aquellas que sin duda llamamos amigos. Para quién hace de la escritura su oficio, escribir unas líneas es un laberinto de vicisitudes, así como la vida que en sus múltiples encrucijadas acorta nuestro andar y pronto debemos buscar otras salidas. Vivir es un arte, una correspondencia de misivas a quiénes una vez estuvieron y ya no están, a aquellos cuyas distancias físicas nos separan imprevisiblemente, pero que más temprano que tarde nos volverán a acompañar.

Las experiencias van y vienen como las estaciones del año que se suceden una tras otra, dictaminando la sentencia de un nuevo año que llega y otro que se fue. La espera se vuelve esperanza de hacernos más sabios en el camino, de aprender que nada es al azar, que somos caminantes con destino y que lo que verdaderamente vale es cuánto amor y entrega hemos puesto en esas huellas en la arena del tiempo ido. Amar, el amor, ese espacio que separa la muerte del más puro sentimiento que es dar sin esperar correspondencia, de desear felicidad a aquellos que han compartido junto a nosotros. Las más de las veces desacuerdos, contrariedades nos separarán, pero sabemos que en lo profundo de nuestro sentir, nuestros amigos, pese a las diferencias de pensar, sentir y actuar jamás nos abandonaran.

 A veces una palabra basta para destruir una amistad de años construida con tal dedicación, así como se cultiva una flor. Sin embargo, las palabras, aquello que la lengua madre nos dejó a través de su belleza de sonidos y significados  también son capaces de construir y cimentar auténticos lazos de amor, que perduran en la fragilidad de este peregrinaje que llamamos existencia y son ellas las que protagonizan los actos más puros del corazón, de ese músculo que no pocas veces nos traiciona, nos acobarda, pero que también nos enamora.

Ad portas de mis 26 años creo más que todo que como lo he escrito antes que cada nuevo año que llega, es una invitación a enamorarse de la vida, a reencantarse de los detalles, de sus colores, aromas, sonidos, experiencias, paisajes y personas. Tal vez es el único viaje del que tenemos certeza que una vez iniciado tiene un final, pero por ello hagamos que cada minuto, cada respiro y sobretodo cada palabra dicha y pronunciada sea el mayor regalo que podamos dar y darnos cada día.


José Patricio Chamorro, 23 de julio 2017.

Análisis Poesía Inconclusa de Jorge Cid.



                El poemario que ha llegado a mis manos, pese a su nombre “Poesía inconclusa”, es un todo acabado en sí mismo que cobra vida propia a través de las letras y sentimientos, en palabras del autor: “La poesía nunca concluye, siempre está expresando una respuesta. El lector construye sus propios significados”. En efecto, el lector construye sentidos, le da vida a los textos. ¿Acaso podría existir la literatura sin lectores? En él encontramos poemas tan certeros tales como “No sé nada”, donde irremediablemente se me vienen a la mente frases célebres como la de Sócrates en su “sólo sé que nada sé”, con el que daba luces sobre su sabiduría al reconocer su propia ignorancia o como en el caso de Jorge Matamala, sobre su lucidez y compromiso con la sociedad en la que le toca vivir. También destacan poemas como “Caída de la noche I y II”, cuyas personificaciones y sinestesias nos embargan nuestro sentir en múltiples emociones.

            Entre las temáticas más reveladoras que aborda la poesía de Jorge Matamala se encuentran el retorno a la infancia, la fugacidad de la vida “Tempus fuguit”, lo efímero de nuestra existencia, que nos invita a vivir cada momento como si fuese el último. De igual manera hay poemas que nos invitan a ser otros, a transformarnos, donde la propia identidad se diluye. El amor, el erotismo marcan una de las tónicas centrales de su escritura, en “Anoche como a las doce” y “Poema errante”, surcados por la oscuridad de la noche y los contrastes con el ajetreo diario de las grandes urbes y ciudades con un lenguaje sencillo y cotidiano que erotiza los sentidos.

 Es en las grandes ciudades donde se siente el peso de la soledad y el escritor no puede quedar indiferente a ello, la melancolía, el sopor, el frío del invierno, el silencio son reveladores de este malestar en una sociedad de la que somos parte, pero que prácticamente no nos ata ningún sentido de pertenencia. Todo ello con dejes irónicos en su poema “Digno de honor”. En definitiva, es un libro que se devora, son 20 poemas que se hacen carne en las palabras, en el paladar, donde la noche nos invita y envuelve en el vapor etéreo de su oscuridad en “La noche etérea” y  la memoria es un viaje del alma, un“Deja vu”. La vida misma es una condena, es la muerte nuestra mayor sentencia, pues el existencialismo se apodera del poeta, se vuelve un arma de doble filo.




José Patricio Chamorro

20 mayo 2017.

El mercado de Chillán: Un bien social de nuestra comunidad, ¿Socialmente valorado o económicamente capitalizado? (5 Noviembre 2014).



El mercado de Chillán: Un bien social de nuestra comunidad,


¿Socialmente valorado o económicamente capitalizado?



El mercado, lugar de tránsito permanente, de un flujo, de un ir y venir incesante, donde afloran lo social, lo económico, en una red orgánica, un tejido articulatorio, que visto desde una perspectiva lingüística y en estos términos es posible comprenderlo a través de la noción de mapas semánticos, cuya red de significados, engloba distintos ámbitos sociales. Bajo esta premisa es un espacio donde se gesta lo mejor de la convergencia social, el intercambio mercantil en lo económico, cuyo símbolo se materializa en el intercambio de bienes materiales tangibles y servicios intangibles con valor monetario a pequeña y mediana escala en donde se produce la convivencia de diversos estratos de la sociedad, siendo por ello un lugar que ha sido y es patrimonio histórico, donde persiste la insistencia de la memoria y la memoria del ayer. Sin duda alguna, como suele pasar con el patrimonio nacional y nuestros valiosos monumentos históricos, no se les da el merecido valor que se han ganado con el pasar del tiempo, con lo significativo que es en tanto sociedad.


Para comprender mejor la noción de patrimonio cultural y advertir el estatuto desde el que se sitúa el mercado de Chillán, en tanto, bien material tangible y perteneciente a la comunidad chillaneja, por tanto, bien y patrimonio colectivo, es que será abordado desde la perspectiva de diversos autores y definiciones, para aclarar así el término Patrimonio cultural:


“El patrimonio cultural es un conjunto determinado de bienes tangibles, intangibles y naturales que forman parte de prácticas sociales, a los que se les atribuyen valores a ser transmitidos, y luego resignificados, de una época a otra, o de una generación a las siguientes. Así, un objeto se transforma en patrimonio o bien cultural, o deja de serlo, mediante un proceso y/o cuando alguien --individuo o colectividad--, afirma su nueva condición (Dibam, Memoria, cultura y creación. Lineamientos políticos. Documento, Santiago, 2005).”[1]

Es una noción dinámica, en movimiento, que se crea y recrea continuamente, de manera paulatina, es un proceso y ello es fundamental para entender esta red semiótica que se teje en torno a la idea que como emisores de un discurso lingüístico, hacemos referencia al nombrar al lugar físico, cuyas características como el de un lugar de uso público, de convergencia social y de intercambio económico, es que denominamos “Mercado“:

“El hecho de que el patrimonio cultural se conforme a partir de un proceso social y cultural de atribución de valores, funciones y significados, implica que no constituye algo dado de una vez y para siempre sino, más bien, es el producto de un proceso social permanente, complejo y polémico, de construcción de significados y sentidos. Así, los objetos y bienes resguardados adquieren razón de ser en la medida que se abren a nuevos sentidos y se asocian a una cultura presente que los contextualiza, los recrea e interpreta de manera dinámica.”[2]

La Real academia de la lengua española define Mercado en su primera y tercera entrada o acepciones como: “Lugar público con tiendas o puestos de venta donde se comercia, en especial con alimentos y otros productos de primera necesidad. Plaza del mercado.”[3] Baja esta acepción es que se ubica nuestro mercado de Chillán, si bien la definición lisa y llana puede parecernos escueta ante el movimiento que en él se genera en la praxis diaria, en el cotidiano, donde devienen varios actores sociales, cada uno cumpliendo un rol no menos importante, desde sus amplios y disímiles puestos de trabajo, desde verdulerías, especias y condimentos, artesanía, arte, mercadería, pescadería, entre otros, ofreciéndonos el intercambio de bienes y servicios. Es menester, por tanto, acudir a otras definiciones, que van desde su descripción y adscripción filológica


“Definición de Mercado”


En el latín, y más exactamente en el término mercatus, es donde encontramos el origen etimológico de la palabra mercado que ahora nos ocupa. Un término que es empleado con gran frecuencia en la sociedad actual para referirse a todo aquel sitio público en el que, en los días establecidos, se procede a comprar o vender diversos productos.


Al investigar la definición de mercado y evaluar la función que este vocablo tiene en el lenguaje cotidiano, es posible llegar a la conclusión de que este concepto describe al ámbito, ya sea físico o virtual, en el cual se generan las condiciones necesarias para intercambiar bienes y/o servicios. También puede entenderse como la organización o entidad que le permite a los oferentes (vendedores) y a los demandantes (compradores) establecer un vínculo comercial con el fin de realizar operaciones de diversa índole, acuerdos o intercambios. Cabe resaltar que el mercado hace su aparición a raíz de la unión de conjuntos compuestos por vendedores y compradores, lo que permite que se articule un sistema basado en la oferta y la demanda.


Los primeros mercados que aparecieron en la historia de la humanidad tenían al trueque como método de base. Con la masificación del dinero, comenzaron a desarrollarse otros códigos de comercio. A su vez, el incremento de la producción generó la aparición de intermediarios entre los productores y los consumidores finales. La economía, según se advierte al profundizar en los alcances y características del mercado, contempla la existencia de diversas clases de mercados: hay algunos que se llevan a cabo al por menor o minoristas; otros que son al por mayor o mayoristas; unos que se denominan de materias primas y hasta hay otros que se conocen como mercados de acciones (las bolsas de valores), por ejemplo.

Según lo anterior el mercado desde sus inicios ha sido una de las instituciones capitalistas por excelencia, que en la medida que han ido evolucionando los sistemas económicos a lo largo del tiempo y de los siglos, ésta se ha ido moldeando hasta institucionalizarse propiamente tal, pasando por diversas fases, satisfaciendo las necesidades de la población, sin embargo, la tesis del presente ensayo pone en discusión el estatuto social de esta entidad, su prestigio, que se ha moldeado con el pasar de los años y cómo se ve y perfila desde los diversos estratos de la población, jugando un papel central en la economía de los pueblos, que en contraposición a las instituciones modernas como los centros comerciales, que funcionan a macro escala, es que éstos han ido en desmedro económico para sus locatarios. No obstante, ¿qué es lo que valida al mercado en tanto institución? ¿Es el quehacer diario de sus cohabitantes o hay intrínsecamente un valor agregado en su producción?


Efectivamente, la diferencia sustancial que encontramos en El mercado, es que éste es autosustentable, se dan en él una serie de cadenas productivas, que van desde la obtención de materias primas, su procesamiento, su productor, vendedor/oferente y demandante, hasta que la cadena económica de oferta y demanda alcanza su ciclo productivo. Es un proceso continuo y cíclico, donde se hace necesaria cada una de las partes, que con el transcurrir del tiempo, ha ido tecnificándose, sin perder de vista su propia concepción y características identificables, perteneciente a una mezcla entre el ámbito rural y urbano, un punto intermedio entre pre-modernidad y modernidad propiamente tal. Por ello la pregunta que conforma la tesis de este ensayo queda abierta, pues sí posee en la concepción colectiva una valoración hacia El mercado como un patrimonio que se auto sustenta y que conforma, además de representar a nuestra sociedad de manera gráfica e icónica, tanto así que es lugar de innumerables visitas turísticas, que nos habla de su valor como institución, pero a su vez cómo la sociedad capitalista, neoliberal de los últimos siglos ha mermado su quehacer y se ha infiltrado desde sus orígenes en su forma de reproducirse económica y socialmente.


Mercados todos ellos que vendrían a basarse en otro de los significados más utilizados de la palabra que estamos abordando. En concreto, nos estamos refiriendo a esa definición que identifica mercado con el grupo de actividades y de operaciones de tipo comercial que se realizan en uno o varios sectores económicos. “El mercado ideal de competencia perfecta se logra cuando ni los compradores ni los vendedores tienen la capacidad de interferir en el precio final del bien o del servicio intercambiado. Este sistema se ve afectado al momento de la aparición de monopolios u oligopolios que fijan los precios por propia voluntad.”[4]


Enlaces y fuentes.


http://www.dibam.cl/Vistas_Publicas/publicContenido/contenidoPublicDetalle.aspx?folio=4338


Definición de mercado: Qué es, Significado y Concepto http://definicion.de/mercado/#ixzz3IFNabxRK



Reseña del autor: José Patricio Chamorro, nació el 23 de Julio de 1991 en la ciudad de Talcahuano, región del Bio-bio. Licenciado en Educación por la Universiad del Biobio .Estudió  Lenguas Hispánicas mención Literatura en la Universidad de Chile, Diplomado en Patrimonio Cutural UC. Tallerista en cursos de literatura en Santiago y profesor particular en lenguaje e historia en Santiago y Chillán. Publicaciones digitales en http://www.una-mirada-diferente.blogspot.com/ Correo electrónico: jose_patricio_chamorro@live.com



PD: Texto a modo de ensayo surgido en el Taller de Semiótica dictado por Rodolfo Hlousek eb Chillán en Noviembre del 2014.


5 noviembre 2014.


Notas al pie de página:


[1]http://www.dibam.cl/Vistas_Publicas/publicContenido/contenidoPublicDetalle.aspx?folio=4338



[2] Ìdem.


[3] Diccionario RAE.


[4] http://definicion.de/mercado/

El lugar de la inspiración. (9 agosto 2014)



El lugar de la inspiración puede ser cualquiera, pero exige como el nombre lo dice, un espacio abierto, donde se pueda respirar libremente, para dar rienda suelta a la imaginación y los pensamientos, para que la escritura se desborde, los matices surjan, la vida fluya y las emociones se encuentren, inspirarse es un proceso de cambios, de ires y venires, de resurgimientos espontáneos, de escrituras permanentes, de vivir en el arte y para el arte, por el arte. Es dar y entregar la vida misma por una pasión, por ver la obra de arte al fin terminada, la que se veía lejana y sólo en el pensamiento, que cuando cobra vida, revitaliza el tiempo, conquista al pensador y exalta los sentidos adormecidos para que se plasme en ellos lo sublime, la obra del arte, el trabajo del artista como el placer del creador.

Mi arte poética

Arte poética (José Chamorro)

Escribo desde el alma que aniquila la razón y no de sin razones del corazón deseadas. Escribo porque nací poeta en una generación ...