Cuando el último respiro de una estrella apague su luz, la noche será eternidad. Eternidad ausente, lastimera, melancólica y fría como un romántico poeta próximo a morir. Ya no habrán constelaciones, ni cantos; solo olvidos y silencios ante la frágil silueta de un poema. El postrer verso de un cadáver a cuestas, cuyo túmulo serán las errantes memorias del mundo. Una rosa nace en cada verso desterrado. Un corazón sufriente, es germen de un desierto florido. Nadie recordará su propio calvario, pero la voz de un poeta resonará entre acantilados y montañas. La mano divina abrirá caminos, profanará cuerpos marchitos donde la juventud se desvaneció inminente. Una fumarola en erupción latirá al son del primer amor, difuminado entre alegrías y pieles azoradas al tacto. La belleza será el instante propicio para amar y ser amado. Sin embargo, su doble semblante será reflejo del horror. Solo la esencia de un beso nos salvará de la inexorable muerte de l
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.