El crepitar del fuego de madrugada. En las frías mañanas sureňas tu ausencia cala mi cuerpo En las insondables profundidades de mi soledad, solo está el olvido Observo el crepitar del fuego de madrugada en el silencio de los árboles La lejanía es la distancia mortuoria más trágica de la vida Amé un instante la pasión de tu carne y deseé ser tuyo una eternidad Mas nuestras amantes caricias se diluyen en los cobardes brazos que contuvieron mi silueta Amar, olvidar, enajenar como si las prófugas letanías fuesen un suspiro Quise una vida junto a tu pecho, el noble arte de amar a través de un beso Mas mis ojos se posaron en el río de lágrimas etéreas que te vieron partir Hoy no lloro tu ausencia, solo expreso mi sentir; dolor y sufrimiento ¿Cuánto duele el frío de madrugada en el sentír de tu ausencia? Me cobijo en el regazo de armiño de los sueños más profanos Al contemplar el crepitar del fuego de madrugada, en ésta nuestra última mañana. Autor: José Patricio
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.