La compulsividad de la escritura, más que un título a los pensamientos que me han envargado en el último tiempo, es una retahíla y superposición de sentires ante la vida, que me conllevan a la pregunta, no menos existencial de por qué escribo. Quizás escribo porque estoy vivo y siento lo que pienso, me encuentro en la madrugada de un 5 de diciembre, tantos escritos detrás, tantas palabras dichas al viento, experiencias compartidas y, sin embargo, la vida continúa, las experiencias suman y siguen, nuevas expectativas, nuevas experiencias compartidas junto a otros e instantes desvanecidos que conservo en mi retina y en la voracidad de mi memoria. Sin duda alguna he escogido tener mi propio espacio personal para pensar, meditar y cavilar las ideas que entrecruzan los recovecos de mi mente, a ratos las comparto con quiénes he de compartir un momento, un instante fugaz de la vida antes de caer en la inconsciencia de la frágil memoria, escribo para no ser menos, quizás por las insegur
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.