Este escrito, que pretende ser más bien una reflexión, quizás no del todo exhaustiva, sino que más bien la mirada tal vez crítica de una persona que observa la realidad de su entorno, de su país, que más que mal es dónde le tocó nacer y, por ello no se puede permanecer incólume ante aquello. Si bien a estas alturas, a mis veintiún años aún me falta mucho por ver y vivir, puedo señalar, que mi experiencia de escribir desde los seis años, hasta ahora, me puede catalogar desde mi más tierna infancia, como escritor. Por consiguiente, siempre habrá algo que decir y de qué hablar y si bien la obra de todo escritor cambia continuamente según sus propias vivencias y experiencias, éstas tienden a seguir una línea determinada, pues el oficio de escritor se debe aprender y ejecutar a diario, así es que en esta ocasión me convoca hablar de la realidad del chileno promedio, de aquél que se levanta igualmente en “promedio” a las seis de la mañana, rumbo a su trabajo, generalmente sabe que deb
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.