Nachelle. (Microrrelato)
Eran diez para las 7 de la tarde de un viernes 15 de septiembre. Nachelle, mujer apasionada, vehemente y de un cuerpo de proporciones se columpiaba en el parquecito frente a la fábrica donde pronto debía reanudar su jornada laboral de temporada. Miraba al horizonte y de lejos se la podía divisar frágil, serena, contemplativa como remontándose a otros tiempos, lo que contrastaba con su figura robusta. Sus ojos miraban a la deriva, pero su mente la transportó a sus lejanas tierras y costas de Puerto Príncipe en su natal Haití.
Sus manos y pies se perdían en el ajetreo del mercado en el que tarareaba con su suave voz lo que parecía un murmullo silencioso. Su madre la había mandado a divisar la llegada de un buque para iniciar el cargamento de verduras y frutas exóticas. Corrió desplazándose por las angostas callejuelas, esquivando en pequeños saltos los restos de un día intenso de trabajo en el mercado. Una vez llegó al puente, se sentó en un muelle a esperar…
Eran diez para las 7 de la tarde de un viernes 15 de septiembre. Nachelle, mujer apasionada, vehemente y de un cuerpo de proporciones se columpiaba en el parquecito frente a la fábrica donde pronto debía reanudar su jornada laboral de temporada. Miraba al horizonte y de lejos se la podía divisar frágil, serena, contemplativa como remontándose a otros tiempos, lo que contrastaba con su figura robusta. Sus ojos miraban a la deriva, pero su mente la transportó a sus lejanas tierras y costas de Puerto Príncipe en su natal Haití.
Sus manos y pies se perdían en el ajetreo del mercado en el que tarareaba con su suave voz lo que parecía un murmullo silencioso. Su madre la había mandado a divisar la llegada de un buque para iniciar el cargamento de verduras y frutas exóticas. Corrió desplazándose por las angostas callejuelas, esquivando en pequeños saltos los restos de un día intenso de trabajo en el mercado. Una vez llegó al puente, se sentó en un muelle a esperar…