Hay momentos simples de la vida que parecen extinguirse serpenteando el abismo de los recuerdos, hay momentos gratos e inolvidables que perduran indemnes en los recovecos enmarañados de la memoria, hay personas que jamás olvidaremos y que interpelan a gritos que evoquemos su historia. Querámoslo o no, cada persona que se cruza en nuestro camino nos otorga una parte de su ser, una esencia que no se desvanece, que perdura y deja una huella en la hondonada de este extenso camino que es la vida, una senda repleta de vivencias tristes, agrestes, felices, efímeras, ebúrneas, que ululan nuestros nombres al son del canto y la lira en busca de una respuesta a las encrucijadas del destino, a las mil y una vueltas de la vida. Mas no son recuerdos estáticos, son almas trashumantes que recorren cada senda de la vida, atravesando sus misterios y enigmas, en busca de su propia felicidad, del sentido o sin sentido que les ha tocado vivir, más aún con el pasar de los años, sus sueños, sus anhelos e
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.