Sin pensar tocaste las puertas de mi alma, extasiada en ilusión. Degustaste cada parte de la esencia de mi cuerpo entregado a ti. Eras el sueño que despertó mis amaneceres aletargados. En caricias de miel fueron frutos en flor el amor y la pasión. La virilidad fue la energía que compenetró nuestros cuerpos, Perdido entre tus redes, entrampado en tus manos me vi embriagado, Absorto en tu mirada, deseosa, encarnada en el imán de tus ojos. Contemplé la belleza como un escultor admira la piedra tallada, Fuimos momentos, instantes, sentires profundos de la memoria. Tu pronta partida, aun esperada, supo gélida y amarga estación invernal, Vacío dolorido en las porosidades de mi piel y en la hondura de mi corazón, Sentimiento puro, aguardándote, recordando tu luz en la oscuridad; Caricias embargadas de rocío en la vigilia de un nuevo día, Semilla, vertiente de agua viva en nuestros días infinitos del porvenir. José Patricio Chamorro Jara, Copiapó, 3
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.