Nunca había sufrido un dolor como el de aquel anochecer. Ni aun el batir de alas más recio podría sobrellevar el dolor que llevaba a cuestas sobre mi espalda, resquebrajada por el inusual viento de una tormenta de verano. Nuestras alas son nuestra mayor muestra de individualidad, son el distintivo absoluto de que somos seres hechos para el infinito frente a la ansiada libertad humana que es saberse mortal. Los humanos creen que morir es una condena, sin embargo, no saben que es el mayor prodigio divino. Nosotros, los ángeles, seres imperfectos a los ojos de Dios, anhelamos ese fin y estaríamos dispuestos a ceder nuestra miserable eternidad por un segundo de vacío existencial de ese caos silencioso que es la última penumbra del misterio humano. Copiapó, 16 de noviembre del 2023.
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.