-¿Doncella de la luna?- Se decía a sí misma Odette. Se habían sucedido sólo segundos, pero le parecieron una eternidad. -¿Qué sucede, por qué mi abuela se comporta de aquel modo tan extraño?- Seguía cuestionándose sin dirigir palabra alguna a su interlocutora, hasta que finalmente se decidió a responder naturalmente con una grácil risa que transformó la atmósfera de la habitación en un cálido ambiente. Abuela, a qué se debe aquel apodo, jamás me habías llamado así, al menos no que lo recuerde. -Haz memoria hija mía- la incitó aquella mujer que estaba postrada en la cama. Por más esfuerzo que hizo, no lo logró, pues tenía sus pensamientos mal encauzados, debía rememorar aquello que le pertenecía como recuerdo, que pese a todo, no era completamente suyo. -No recuerdo ninguna oportunidad en la que me hayas llamado así, abuela.- le reprochaba Odette. No obstante, su abuela insistía, pero esta vez desde una perspectiva diferente. -Mira tu collar hija mía, ¿no notas que alg
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.