I El palpitar de las hojas otoñales nos cautiva Cayendo con cautelosa parsimonia se mueven y agitan Al son de nuestras pisadas se alejan etéreamente Tal nuestras emociones se han encontrado Volando grácilmente como águilas furtivas Así tú te vas como el viento, mientras tu llegada espero En el corazón reservo una voluntad férrea como hierro Sin embargo, desespero al saber que no volverás a decirme te quiero. II Los minutos transcurridos se tornan horas Las horas, días, los días, años Y los años en la juventud perdida y desvanecida Como clepsidra nuestro tiempo se esfuma gota a gota Agonizando ante la muerte del día Resucitando de las cenizas ante un plenilunio de desdicha Evocando recuerdos de una vida que no nos pertenecía Que ha perecido en una siniestra y escuálida perfidia. III Cuando dos corazones sufren la muerte de un adiós Nace uno como el fénix propagando sus ardientes llamas de calor Al nacer aquel co
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.