Soy un poeta que canta a lo humano, a la ira de la tierra Al llanto de otoño y sus hojas caídas, al miedo que se fragua lentamente Al frío que embriaga mis manos, mi escritura de árboles amargos Me visto de los colores del sol de madrugada, crepúsculos de alardíes Bufandas de invierno y aires estacionales se precipitan lentamente El cuerpo cobra remansos de agua brava en la silueta de mis palabras Canto a la existencia, a las virtudes humanas, a las siemprevivas Al revoloteo de las aves, a los cuadros en las murallas Al arte de lo imperecedero, a la verosimilitud del egregio A las puertas de mis memorias, al pasado que atesoro A los momentos que guardo, a lo que fui y a lo que soy, es mi canto.
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.