Perderse en la ciudad, ser uno con el mundo No ser nada, un hombre errante etéreo como su sombra Todo lo sólido se desvanece en el aire Cuerpos extendidos, miembros desparramados, aquilatados al sol Carnes ennegrecidas por el esfuerzo de siglos, por la plaga de la sangre Una progenie de huesos humillados, redimidos por el tiempo El que todo lo cura, el que todo destempla, el que todo calma Sudor y lágrimas de una existencia sobreviviente Cuerpos enmohecidos de inanición, descalcificados y sedientos Sed de justicia, non grata, ésa que nunca llegó A la que los miserables hombres desprecian, ahítos de sangre Ahítos de pobreza virulenta, ahítos de la misericordia de su Dios El Dios de los miserables que se hunden en la tierra, El Dios de las almas vírgenes, ultrajadas y vendidas al por mayor. José Patricio Chamorro, 25 Julio 2013, Santiago de Chile, Poesía a la vena. (Extraído del manuscrito original de mi casa de Santiago).
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.