I Llueve estertóreamente en la ciudad Alicaídos se encuentran los amores estivales Las flores veraniegas se marchitan gota a gota Cándidamente mi rostro contempla los estragos de la tormenta Y El declinar de la belleza que se esfuma a fragua lenta Entristeciendo las monótonas tardes de aledaños arrabales. Sin embargo Aguardo a la espera de tu ausencia que me apremia En la soledad melodiosa de bronceados inviernos asoleados En la desesperanza de un amor que perturba la razón. II Nuestros silencios son como orquestados acordes sinfónicos Que transmiten pasiones ocultas en notas agudas Suspirando al compás de la sonora lluvia Y Transitando en parajes agrestes con sabor a melancolía Precipitando fríamente en el abatido corazón Yaciendo en otoñales hojas de una amargura impía. Sin embargo El desahuciado pasado nos condena pidiendo a gritos Que no nos revolquemos en la amarga pesadumbre de nuestras penas.
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.