Amar los profundos besos del deseo en el místerio de tu carne
En las sabrosas horas en que germina el orgasmo de la palabra
Tus labios son la elocuencia que inspira mis versos nocturnos
Son lirios de pasión en el licor embriagador de tu sexo
Eres la promesa en ciernes de un escurridizo amor florecido en primavera
Tu pecho es el manantial que nutre las sensaciones de mi humanidad
Nuestras manos rozan el cielo de tus caricias en efluvios corporales
Que como ríos de agua brava desatan caudales orgiásticos de amor
Eres la sublime torre que atenaza mis sentimientos enclaustrados
La oscuridad infernal que fragua los pecados capitales con tu nombre
Eres mi tormento esperanzador en un mar de incertidumbres.
¿Amar acaso es la sentencia de los mortales insensatos?
¿Es la razón la penumbra de la infructuosa muerte?
Tus ojos en abismo me sumergen en tus poros lujuriosos
En ancas tus brazos me alzan al placer del calvario
Tu último adiós es la crucifixión más cruenta que se halle en vida
Ser mártir de tus dedos en las recónditas orillas de mi piel
Sentir una oleada electrizante de cadencias rítmicas en mi deshojado cuerpo
Ésa es mi condena por beber de tus prohibidos besos.
José Patricio Chamorro. 24 junio 2017.
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