La vista por el parque es como una niebla evaporada, gente va y viene, algunos se detienen, conversan, merodean y se van, cuántas historias no se entretejen en los parques, cuánta juventud y vitalidad no recorre los atardeceres, como un loco amor, un fugaz instante, así me siento, quiero vivir el amor, ese verdadero amor de adolescente incomprendido y de joven caprichoso, espero toque a mi puerta y no me arrepienta, ese amor de invierno que te entibia los amaneceres.
Para algunos la noche es intensidad, es momento perdido o momentos para el descontrol, no obstante, para mí, es centrarme en lo más íntimo de mi ser y reencontrarme con mi otro yo, aquel que se desprende para escribir y ser libre a través de esa fluidez que es la escritura, estar y no estar, ser en ausencia, elevarse con cada palabra y con cada aliento que mana de mis dedos y la punta de mi lengua. Cuando me pregunto por qué escribo o para quién lo hago, como cualquier otra pregunta existencial en mi vida, simplemente concluyo que para encontrar esa otra parte de mi existencia más allá de lo cotidiano, más allá de mis propios límites.
(3 julio 2015)
Genio y figura es crearse a sí mismo en los instantes de la hostilidad del mundo, es ser y no ser, es parecerse a sí mismo, sin reconocerse para ser otro y al mismo tiempo uno. Reconciliarse con las máscaras y destrozar los paradigmas, interpretar el pasado a merced de nuestro futuro. Instaurar un presente ausente de nostalgias y recuerdos en la memoria del olvido.
(3 julio 2015)
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