Informe de lectura: "La imaginación material. Restos, naturaleza y vida en la estética latinoamericana contemporánea".
Datos bibliográficos: Cortes Rocca, Paola y Luz Horne. “La imaginación material. Restos, naturaleza y vida en la estética latinoamericana contemporánea”. Estudios de Teoría Literaria. Revista digital: artes, letras y humanidades, marzo de 2021, vol. 10, n° 21, pp. 4-15.
Campo disciplinar y/o escuela crítica: Teoría
Literaria.
Hipótesis: “El
protagonismo de lo material constituye un cambio en el imaginario estético
contemporáneo, cambio al que llamamos “la imaginación material” y que produce
una nueva relación entre estética y política en el presente.” (La imaginación
material 4).
Presupuestos teóricos o críticos: El
artículo inicia su línea argumental planteando que “La recentralización de la
materialidad puede responder a la sucesión de giros” (Coole y Frost; Bryant et
al; Bennett y Joyce) (Ctdo en La imaginación material 4). En ese sentido las
autoras señalan que:
Lo novedoso del concepto de
materialidad consiste en poner en diálogo la historia teórica, estética y
cultural que encripta, con discursos y urgencias específicas del nuevo milenio.
Eso ocurre cuando la imaginación material –verbal, visual y conceptual– se
sitúa no solo en el marco del retorno de lo real o de la postautonomía y la
inespecificidad, sino también en el contexto del antropoceno, de la catástrofe
ecológica y de la redefinición de lo humano dentro de lo viviente o lo real
simbiótico. (Chacrabarty; Morton, Humanidad) (Ctdo en La imaginación material
5).
Lo anterior alude a esta nueva era geológica y al
intervencionismo de lo humano ha producido consecuencias catastróficas en la
existencia y conservación de ecosistemas y diversidad de especies. Como
refieren: “La materialidad le da, entonces, un nuevo empuje a la crítica del
siglo XX al humanismo para poner en crisis la centralidad de lo antropocéntrico”
(Braidotti). (Ctdo en La imaginación material 5).
Se proponen entonces como una nueva
revolución copernicana –más allá de la freudiana con respecto al sujeto
cartesiano–, puesto que implican un sujeto ya no solo habitado y barrado por el
inconsciente, sino la pulverización de la categoría de sujeto y su reemplazo
por la noción de redes interconectadas de humanidad y no-humanidad, por
ensamblajes entre lo orgánico y lo inorgánico, o por una metamorfosis constante
entre lo viviente y lo no viviente (Latour, Reensamblar lo social; Coccia). (Ctdo
en La imaginación material 5)
Las autoras plantean al archivo no solo como “una
fuente de materias primas sino también un paradigma de producción basado en la
secuencia, la reiteración, la reproductibilidad de un material que se presenta
como ya dado –incluso si se lo ha producido especialmente– y que constituye,
como lo advierte Benjamin Buchloh, una “estética de la organización legal administrativa”
(Ctdo en La imaginación material 6).
Lo anterior genera un cambio paradigmático en la
estética del arte del siglo XX, en tanto “marca distintiva del arte
contemporáneo global, en el que el ready-made deja de ser ese artefacto que
había desafiado las concepciones estéticas europeas de comienzos del siglo XX,
para volverse una ‘techné flexible’ que permite sincronizar tradiciones de
lugares y tiempos no coincidentes” (Joselit 88) (Ctdo en La imaginación
material 6).
Los nuevos materialismos buscan replantear las
asociaciones ser humano – agente – sujeto con la idea de cosas - pasividad –
objetos, replanteando la noción de las cosas con agencialidad propia “En la
línea de lo que propone la ontología orientada hacia los objetos (Harman,
Meillassoux), la salida de esta oposición binaria y jerárquica es una apuesta
no-fenomenológica que, en primer lugar, sostiene la existencia del objeto y sus
atributos, antes y más allá de lo humano.” (Ctdo en La imaginación material 6).
La idea anterior ya había sido formulada por Timothy Morton, quien “elige como
ejemplo paradigmático el calentamiento global, algo que ya 'existía
mucho antes de que los instrumentos humanos llegaran a detectarlo'
(Hiperobjetos 52)” (Ctdo en La imaginación material 7).
Las autoras manifiestan las “consecuencias
epistemológicas respecto de lo existente y de la percepción o el saber que se
pueda producir a partir de ello; o incluso respecto de la redefinición de las
nociones de agencia y persona” (Viveiros de Castro, Metafísicas caníbales) (Ctdo
en La imaginación material 7).
Como apuntan “esta apuesta no-fenomenológica cuestiona
el reinado de lo humano, discutiendo su superioridad y su derecho a disponer de
todo –incluso a expropiar y destruir– y proponiendo la necesidad de un nuevo
contrato natural” (Serres) (Ctdo en La imaginación material 7). Refiriendo que las
diferencias entre materialismo histórico y nuevos materialismos; a saber estos
últimos “en lugar de poner el acento en la noción de ser-social, enfatizan la
experiencia de lo viviente. Los nuevos materialismos son, de alguna manera,
vitalismos” (Deleuze, “Inmanencia: una vida…”) (Ctdo en La imaginación material
7)
La imaginación material trabaja con objetos y
materiales como cuerpos vivos, escucha, como propone Walter Benjamin en sus
“Tesis de la filosofía de la historia”, la memoria de las cosas y da vuelta el
sentido de la historia; realiza una arqueología que busca, a contrapelo del
ritmo temporal y cronológico, las huellas supervivientes y materiales: restos,
vestigios, deshechos, residuos, irrupciones, síntomas y malestares
(Didi-Huberman). (Ctdo en La imaginación material 7 – 8). En otras palabras “es
una arqueología que estira el tiempo hacia atrás y organiza una sintaxis
alrededor del desecho, un léxico en el que se diseminan ruinas, escombros y
basura” (La imaginación material 8).
Como lo advierte Valeria de los Ríos, el eterno
retorno del desecho constituye su peculiar espectralidad. Se trata de un
fantasma que “despliega así un régimen específico en torno a la visibilidad”,
agrega Ana Neuburger (Ctdo en La imaginación material 8).
Quizás sea este eterno retorno, ligado a esta
capacidad de visibilizar algo sobre el presente y a su vez, poner en el centro
la pragmática de la invisibilización y la lucha insistente por la visibilidad,
la que hace de la basura un material tan recurrente –como materia prima y
principio constructivo– en la producción latinoamericana contemporánea (desde Sergio
Chejfec, César Aira y Roberto Bolaño hasta Leonardo Sabatella, Rafael Pinedo,
José Teixeira Coelho Netto; o desde Boca de Lixo de Eduardo Coutinho hasta la
obra de Vik Muniz) (Ctdo en La imaginación material 8).
Se cita al trabajo pionero de Gisela Heffes sobre la
basura (Políticas de la destrucción y “Trash Matters”) como lugar para pensar
la cuestión ecológica, en tanto nueva forma de abordaje de la materialidad, donde
es el documental contemporáneo el género elegido para hablar sobre “el efecto
ambiental de la basura a una escala planetaria más allá de la humana donde el
paisaje latinoamericano se revela como una heterotopía distópica de la
modernidad” (Ctdo en La imaginación material 8).
Lo anterior se ejemplifica con la novela La virgen
cabeza, aludiendo al vínculo que se establece entre la literatura
latinoamericana contemporánea y el realismo decimonónico, que en palabras de
las académicas se plantea como: “realismo indicial en la medida en que los
textos simulan adquirir una materialidad, algo semejante a una fotografía o a
una experiencia que ofrece la posibilidad de sacar al texto de su propio marco
y simular un contacto con el mundo” (Horne, Literaturas reales 147) (Ctdo en La
imaginación material 9)
En ese sentido desde la contemporaneidad en un “orden
político y otro de orden estético. Por un lado, identifica la villa, ya no como
espacio excepcional –objeto de denuncia, de piedad o locación exotista–, sino
como una alteración novedosa y radical –no sólo latinoamericana– del paisaje
urbano del nuevo milenio, como un núcleo de procedimientos y materiales
políticos y estéticos.” (Cortes Rocca, “Narrativas villeras” 221) (Ctdo en La
imaginación material 9)
El nudo entre residualidad y vida es
así, polivalente: señala objetos y cuerpos desechables, exclusión y precariedad
y, simultáneamente, la potencia novedosa de la imaginación material, su fuerza
política, su ingenio para hacer joyas del barro. Ese lazo entre residualidad y
vida convoca una materialidad porosa, orgánica, corporal, natural y biológica,
pero que además pervive fuera del cuerpo y lo sobrevive: huesos, dientes, uñas
y pelos (Ctdo en La imaginación material 9 – 10).
Los restos de lo viviente son el
punto más alto de la imaginación material: con su condición ontológica ambigua,
desestabiliza los límites temporales de lo vivo y las fronteras espaciales
entre el cuerpo y su afuera. En ellos titila la cualidad vibrante y anímica de
lo material (Bennet, Stengers) que propone una nueva topología “éxtima”: los
huesos o las telas de araña son lo más próximo –lo más interior– sin dejar de
ser exteriores; son lo más íntimo y, a la vez, se excretan como cuerpo extraño
(Ctdo en La imaginación material 10).
Espósito propone que, para entablar otra relación con
las cosas, es preciso adoptar la perspectiva del cuerpo, ya que este es “el
lugar sensible donde las cosas parecen interactuar con las personas, hasta el
punto de devenir una suerte de prolongación simbólica y material de ellas” (Ctdo
en La imaginación material 8).
Se cita a Victoria Cóccaro, quien trabaja sobre el
fósil de la instalación Aranha (1991), del escritor y artista visual Nuno Ramos:
Según Cóccaro, Ramos interroga ontologías
y epistemologías de lo viviente puesto que el fósil “habla”. Propone, así, una
materialidad que se vuelve inclasificable y que habilita la posibilidad de
pensar otras formas de existencia por fuera de la noción de “recurso”,
sostenida por el régimen de propiedad y por la razón extractivista moderna. (Ctdo
en La imaginación material 10- 11)
Rearticulando lo estético y lo político en “un campo
de disenso, como lo propone Rancière o un punto de resistencia; algo que
Eduardo Viveiros Castro llama 'rexistencia',
una materialidad que solo por existir, resiste” (Os Involuntários da Pátria) (Ctdo
en La imaginación material 10 – 11).
La relación instrumental que clasifica las cosas como puro
recurso, hace lo mismo con los cuerpos y la naturaleza. Corporalidad y tierra
son instrumentos en una larga lista que históricamente ha arrojado del lado de
lo no humano a todo sujeto que no se adecue a un universalismo determinado por
el hombre occidental y blanco (Grosz; Alaimo y Hekman; Viveiros de Castro,
Metafísicas caníbales) (Ctdo en La imaginación material 11)
Las autoras ponen especial atención a la realidad
latinoamericana señalando que “La imaginación material latinoamericana enfrenta
esta razón instrumental, al colocar los problemas surgidos por la crisis
ecológica en la estela dejada por la memoria de los cuerpos desaparecidos del
colonialismo y de las dictaduras latinoamericanas.” (La imaginación material 11).
Lo anterior lo ejemplifica con la serie de
documentales de Patricio Guzmán:
“La trilogía de Chile” (Nostalgia de la Luz, 2020; El
Botón de Nácar, 2015 y La cordillera de los sueños, 2019) constituye un ejemplo
paradigmático de esta conexión entre geografía, paisaje y extractivismo y una
historia de violencia colonial, estatal, económica y política. Desierto,
huesos, botones, estrellas, montañas y océanos albergan las voces de una
historia social pero también de una historia natural; son testimonio y testigo
de un lazo urgente entre política y naturaleza. (Ctdo en La imaginación
material 11).
Asimismo se sitúa desde la poética del paisaje en la
escritura de Raúl Zurita, donde es Matías Ayala Munita, quien aborda y refiere
que:
En su poesía, el paisaje es paisaje
nacional, espacio idealizado y amoroso … la obra constituye la cifra perfecta
de la apuesta redentora –por la vía piadosa del amor– del discurso de la
postdictadura: distancia del estado de excepción y estabilización de la
“normalidad” neoliberal (La imaginación material 11).
Equiparando así la monumentalidad de la obra realizada
por Zurita con el extractivismo neoliberal:
'para ambos, la tierra es
un recurso ... que no toma en cuenta toda la diversidad de formas de vida en el
desierto'; para ambos, el desierto es un espacio
impersonal e inerte. Sin embargo, el desierto, implacable, revela su vitalidad …
Ayala concluye que 'la aspiración a una
temporalidad larga de la literatura y la inscripción en el desierto ha de ser
contrastada y replanteada en el contexto contemporáneo en donde la noción misma
de temporalidad parece alterarse' (La imaginación material
11).
Es así que en “El artículo de Santiago Acosta también
se ubica dentro de este esfuerzo por quitar lo material de la perspectiva instrumentalista
y rescatarlo de la idea de recurso …” (La imaginación material 11)
La imaginación material le hace
frente a la visión del mundo como receptáculo exterior y pasivo, a disposición
del hombre. Es por eso que incluso es posible anunciar el fin de la Naturaleza
tal como la entendíamos (Latour, Facing Gaia) o el fin del paisaje, es decir,
un agotamiento de la percepción con los protocolos del paisaje, que presuponen
una “objetivación del mundo, espiritualización del sujeto observador y
eliminación del trabajo que media entre ambos” (Andermann 457) (Ctdo en La
imaginación material 12)
Principales argumentos que sustentan la
hipótesis:
El interés contemporáneo por la
materialidad revisita y reactualiza una serie de problemas o preguntas que ya
estaban en el centro de la teoría crítica proveniente del materialismo
marxista, del psicoanálisis y del postestructuralismo, así como de los proyectos
de la neovanguardia del siglo XX –desde la crisis de la autonomía y la
indistinción entre arte y vida, hasta los debates alrededor de la definición de
sujeto y sentido atados a la materialidad significante, pasando por nociones de
reproductibilidad, organicidad de la obra, archivo, documento, memoria y
experiencia– (La imaginación material 4 – 5).
Esta redefinición del concepto de lo
humano altera y resitúa las Humanidades y constituye una crisis de la
epistemología moderna basada en un binarismo entre lo humano y lo no-humano o
entre el sujeto y el objeto. Los nuevos materialismos sostienen que el acento
que ha puesto la Modernidad en lo antropo/lo humano nos ha colocado de cara a
la destrucción del mundo en términos ecológicos (La imaginación material 5).
Lo anterior ha generado un cambio paradigmático, donde
“El concepto de vida adquiere una relevancia que invita a pensar y a recuperar
algunos de los sentidos por los que bregaban las vanguardias, para establecer
continuidades y diferencias con ese momento central del siglo XX en la
articulación de lo estético y lo político” (La imaginación material 5)
Esta exclusividad en la articulación
significante que se atribuye a lo humano, más que plantear una diferencia,
sienta las bases de la desigualdad entre ambos polos, al ubicar al objeto
(cosas y materias pero también todo lo que nos rodea, incluido el planeta
mismo) en una estructura ontológicamente inferior y radicalmente ajena” (La
imaginación material 6)
Surge entonces otra noción de
subjetividad, al darle un cuerpo a ese sujeto que parecía ser
predonminantemente racional o discursivo. Este sujeto-cuerpo, un ensamblaje
entre lo humano y lo no humano, lo orgánico y lo inorgánico nos dice que está
hecho de la comida y el agua que ingiere, del aire que respira, de las
bacterias que lo habitan. Se recupera así la noción de totalidad, pero ya no
como resultado de un esfuerzo de la conciencia, sino como una mirada atenta al
mundo físico o al “espacio ecológico real”, algo que reúne cuerpo y entorno
porque carece de bordes e incluye lo que existe en un todo signado por la
solidaridad y el respeto: un “real simbiótico” (Morton, Humanidad). (La
imaginación material 7).
Frente al capitalismo extractivista y consumismo de
nuestra sociedad el:
desecho aparece como contracara del consumo,
nos encontramos frente a la materialidad de la basura. A diferencia de la ruina
y el escombro, la basura ocupa, en el marco del capitalismo tardío, un lugar
muy especial. Es aquello que no tiene lugar, es un excedente que no es tal. La
basura es una parte estructural de la lógica del consumo y del extractivismo
desmedido y, simultáneamente –o justamente por eso– es lo que debe ocultarse.
Sin embargo, no cesa de aparecer (La imaginación material 8).
La villa “como espacio de desecho de los sueños de
progreso de la ciudad racional y racionalizada”. Resuena –advierte Neuburger–,
aquello que Ludmer detecta como fenómeno característico del nuevo milenio (La
imaginación material 9)
La topología de lo residual, en la que villas,
asentamientos y basurales son una suerte de isla, modela los cuerpos que la
habitan: cartoneros y recicladores, sobrevivientes y desocupados. Esta
equivalencia entre los desechos que no tienen lugar y los cuerpos que resultan
descartados y excluidos del entramado social, visibiliza una operación
biopolítica: vidas residuales despojadas de su carácter formal, que muestran la
otra cara de lo viviente, ya no como potencia de contacto, agencia y mezcla,
sino como “vidas desnudas”. (La imaginación material 9).
Conclusiones del texto: Desde
esas nuevas totalidades inclusivas, y a partir de subrayar esa agencia que le
ha sido devuelta al mundo, las diversas versiones de la ecocrítica –
particularmente, los ecofeminismos– proponen otro modo de trabajar la tierra,
de diseñar espacios y paisajes, de manipular objetos, y de distribuir imágenes
y palabras (Alaimo). Resulta urgente atender –esta vez– a las voces de los
fósiles, a las inscripciones de la tierra, a las reverberaciones de los huesos,
y a lo que tiene para decir todo aquello que históricamente se consideró como
un objeto de la voluntad del hombre (y aquí es intencional la marca de género
para hablar de la especie): plantas, árboles, selvas, bosques, animales y otros
seres humanos. Desde esta nueva urgencia, lo natural pasa a entenderse como un
archivo arqueológico que esconde “inscripciones, historias y recuerdos en la
vegetación misma” (Balée), de modo que se puede afirmar que “la selva piensa”
(Kohn). Se trata de un nuevo modo de relación con el espacio, algo que se
evidencia en la noción de “tercer paisaje” (Clement) o de “arquitectura
forense” (Weizman). Esto ya se anunciaba en el principio constructivo del
reciclaje, propuesto por Lina Bo Bardi en su ampliación del concepto de arquitectura
a un espacio intermedio en el que sería posible la convivencia entre humanos,
animales y plantas: “un umbral –una “zona gris” o un sitio menor– que es donde
ocurre el habitar” (Horne, Futuros menores). (La imaginación material 12)
Si hubiera que privilegiar una zona del legado de las
vanguardias del siglo XX, podríamos señalar, antes que nada, la consigna de que
el arte no debe producir objetos para ver, sino diseñar experiencias que
habiliten nuevas relaciones con el mundo. La imaginación material opera en el
reparto de lo sensible, para decirlo con Jacques Rancière, revelándose como una
forma contemporánea de la política de la estética. Moviliza redes conceptuales,
formas nuevas de circulación de la palabra y de exposición de lo visible y
modos inéditos de organización espacial, que abren el horizonte para nuevas
rupturas con lo dado e incluso lo posible. Al permear la producción visual y
literaria contemporánea, la imaginación material nos invita a pensar de otro
modo lo que existe y también a revisar nuestro lugar para abandonar los
antiguos privilegios de propietarios del mundo y asumir, en cambio, un
compromiso ético de solidaridad y cuidado con ese todo del cual formamos parte.
(pp 12)
Crítica al texto: Aspectos mejor
trabajados: El artículo posee un profuso marco teórico
y discusión bibliográfica que busca situar, conceptualizar y problematizar a
los nuevos materialismos como un nuevo paradigma equiparable a la revolución
copernicana en su tiempo con una nueva forma de convivir entre humanos y las
“cosas” en el siglo XXI, como consecuencia de nuestra desestabilizadora
injerencia en el habitar junto a otras especies en el plantea.
Aspectos más débiles: Conclusiones
y proyecciones que podrían surgir a partir de las nuevas conceptualizaciones y
problemáticas que plantean los nuevos materialismos.
Obras citadas:
Benjamin, Walter. “Tesis de la Filosofía de la
Historia.” Discursos interrumpidos I, Taurus, 1989, 175-191.
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Buchloh, Benjamin.
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Chacrabarty,
Dipesh. El
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Coccia, Emanuele. Metámorphoses. Éditions Payot et Rivages, 2020.
Coole, Diana y
Samantha Frost (eds). New Materialisms: Ontology, Agency, and Politics. Duke
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Cortes Rocca, Paola. “Narrativas villeras. Relatos,
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Cortes Rocca, Paola y Luz Horne. “La imaginación
material. Restos, naturaleza y vida en la estética latinoamericana
contemporánea”. Estudios de Teoría Literaria. Revista digital: artes, letras y
humanidades, marzo de 2021, vol. 10, n° 21, pp. 4-15.
Deleuze, Gilles y Félix Guattari. “Inmanencia: una
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Didi-Huberman, Georges. Ante el tiempo. Historia del
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Meillasoux, Quentin. Después de la finitud. Ensayos
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Morton, Timothy. Hiperobjetos. Filosofía y ecología
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Viveiros de Castro, Eduardo. Os Involuntários da
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/ Série Intempestiva, 2017.
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