Reflexión personal:
El poema La higuera de la escritora uruguaya, Juana de Ibarbouru nos permite reflexionar desde múltiples perspectivas, por ejemplo, desde la mirada del afecto y la empatía, desde la inclusión o inclusive, desde la diferencia: “En mi quinta hay cien árboles bellos, ciruelos redondos, limoneros rectos y naranjos de brotes lustrosos. En las primaveras, todos ellos se cubren de flores en torno a la higuera” (Ibarbourou, 1922). Si bien, a primera vista cada uno de los árboles pareciese resaltar su belleza en primavera, siendo únicamente la higuera quién no se viste de colores, es precisamente aquella diferencia como veremos más adelante, lo que crea su propia resistencia y fortaleza frente a la adversidad.
Para
finalizar, considero pertinente terminar este comentario crítico con la
siguiente idea respecto a la inclusión que nos invita a repensar como sociedad,
así como nuestros sistemas educativos en cuanto a que somos nosotros como
docentes quiénes debemos generar de antemano espacios preparados para la
diversidad, donde cada estudiante que llegue a nuestras aulas con sus
características y condiciones propias, logre florecer en un mundo que le
permita brillar con luz propia: “ya no son los grupos admitidos quienes se
tienen que adaptar a la escolarización y enseñanza disponible, sino que éstas
se adaptan a sus necesidades para facilitar su plena participación y
aprendizaje. Esta es la aspiración del movimiento de la inclusión” (Blanco,
2006, p. 5).
Bibliografía.
Blanco,
G. (2006). Rosa La Equidad y la Inclusión Social: Uno de los Desafíos de la
Educación y la Escuela Hoy REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad,
Eficacia y Cambio en Educación, vol. 4 (3), pp. 1-15. Red Iberoamericana de
Investigación Sobre Cambio y Eficacia Escolar Madrid, España.
Comentario
a compañeros.
1.- Concuerdo
plenamente con la propuesta de María Jesús, puesto que como sabemos, para
generar una inclusión real en los diversos grupos sociales que constituyen
nuestra sociedad, debemos actuar desde distintos frentes y, claramente la
educación es uno de los ejes centrales, que sustenta las bases para la
construcción de una sociedad más equitativa, libre y respetuosa de las
diferencias. Sin duda alguna, un cambio profundo en el sistema educativo
requiere de esfuerzos mancomunados, múltiples iniciativas y un refuerzo
constante en posibilitar espacios de inclusión. Es por ello que acciones
concretas como implementar cupos prioritarios en carreras masculinizadas o
feminizadas, respectivamente; proponer recursos y materiales didácticos, entre
ellos, lecturas escritas no solo por hombres, sino que también por mujeres, así
como incentivar la participación activa y equilibrada en clases de ambos
géneros, así como el empleo de un habla inclusiva, irá forjando un nuevo
terreno en la construcción de la identidad y los valores de nuestra sociedad.
2.-
Sin lugar a dudas, construir comunidades donde diversos valores, entre ellos la
empatía y el respeto sean una realidad habitual es una de las metas
primordiales de todo sistema educativo que desea convertirse en una comunidad
inclusiva, cuya labor debe desarrollarse a diario integrada en las actividades
de aula, en el trato entre docentes y estudiantes, padres, apoderados y
asistentes de la educación, es decir, cada una de las personas que conforma una
institución educativa debe trabajar y ser parte del proceso transformador de
crear espacios inclusivos, atentos a la diversidad que promuevan valores que
permita a cada uno de nuestros estudiantes alcanzar su pleno desarrollo y
potencial más allá de las condiciones personales que les ha tocado vivir, pero
teniendo en consideración estas, potenciando otras.
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