I
El palpitar de las hojas otoñales nos cautiva
Cayendo con cautelosa parsimonia se mueven y agitan
Al son de nuestras pisadas se alejan etéreamente
Tal nuestras emociones se han encontrado
Volando grácilmente como águilas furtivas
Así tú te vas como el viento, mientras tu llegada espero
En el corazón reservo una voluntad férrea como hierro
Sin embargo, desespero al saber que no volverás a decirme te quiero.
II
Los minutos transcurridos se tornan horas
Las horas, días, los días, años
Y los años en la juventud perdida y desvanecida
Como clepsidra nuestro tiempo se esfuma gota a gota
Agonizando ante la muerte del día
Resucitando de las cenizas ante un plenilunio de desdicha
Evocando recuerdos de una vida que no nos pertenecía
Que ha perecido en una siniestra y escuálida perfidia.
III
Cuando dos corazones sufren la muerte de un adiós
Nace uno como el fénix propagando sus ardientes llamas de calor
Al nacer aquel corazón, rejuvenece a aquellos que han perdido su voz
Y así corazones seniles proclaman su naciente amor.
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