Ella pensaba en la inmortalidad del cangrejo mientras dormía, pero la tierra húmeda, el olor a lirios y el rocío de la lluvia en aquella noche de luna llena le hicieron recordar su muerte y sus primeros amores con los que yacía ahora sepultada bajo tierra en víspera de que aquél 31 de octubre alguien removiese sus flores y que al fin descansase en paz.; al fin y al cabo los fantasmas no existen, al igual que Dios, mientras no los vea, no creeré en ellos –dijo el escéptico sepulturero de turno – a la mañana siguiente leí el epígrafe de un diario local –“hombre de 40 años es encontrado cavando su propia tumba en la noche de Hall Owen” y supe que los cuentos de terror que me narraba mi abuelo antes de dormir, habían dejado de ser ficción. Hoy aún en la mañana llegaban niños y adolescentes a la puerta de mi casa diciendo “dulce o travesura”, sus máscaras de calavera y calabazas artificiales habían cobrado vida. Volvía a creer en halloween.
A lo largo de la historia nos encontramos con diversas sociedades, cada una de ellas con rasgos distintivos, de este modo distinguimos unas más tolerantes y otras más represivas. No obstante, si realizamos un mayor escrutinio, lograremos atisbar que en su conjunto poseen patrones en común, los cuales se han ido reiterando una y otra vez en una relación de causalidad cíclica, que no es más que los antecedentes y causas que culminan en acontecimientos radicales y revolucionarios para la época, los que innumerables veces marcan un hito indeleble en la historia.
Lo anteriormente señalado ha sido un tema recurrente en la Literatura universal, cuyos autores debido al contexto histórico en el cual les ha tocado vivir, se han visto motivados por tales situaciones y han decidido plasmar en la retórica sus ideales liberales y visión en torno a aquella realidad que se les tornaba adversa. Un ejemplo de ello es el microrrelato “La Hormiga”, cuyo autor es Marco Denevi, del cual han surgido
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