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La noche en que Halloween resucitó.




Ella pensaba en la inmortalidad del cangrejo mientras dormía, pero la tierra húmeda, el olor a lirios y el rocío de la lluvia en aquella noche de luna llena le hicieron recordar su muerte y sus primeros amores con los que yacía ahora sepultada bajo tierra en víspera de que aquél 31 de octubre alguien removiese sus flores y que al fin descansase en paz.; al fin y al cabo los fantasmas no existen, al igual que Dios, mientras no los vea, no creeré en ellos –dijo el escéptico sepulturero de turno – a la mañana siguiente leí el epígrafe de un diario local –“hombre de 40 años es encontrado cavando su propia tumba en la noche de Hall Owen” y supe que los cuentos de terror que me narraba mi  abuelo antes de dormir, habían dejado de ser ficción. Hoy aún en la mañana llegaban niños y adolescentes a la puerta de mi casa diciendo “dulce o travesura”, sus máscaras de calavera y calabazas artificiales habían cobrado vida. Volvía a creer en halloween.

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