Ayer me motivaron y embargaron diversos sentimientos que me inducían a escribir, pues fui testigo ocular y quizás hasta cierto punto contemplé a la usanza griega, modos de actuar y comportarse que no catalogaré con juicios valorativos, ya que no es mi intención, sino que más bien entender un movimiento masivo de mi tiempo, lo que con un grupo cercano de amigos apreciamos sin dejes de peyoración como “decadentismo”, ¿pero qué nos llevó a designarlo de esta manera? Efectivamente fue un modus vivendi, que se asemejaba en demasía al comportamiento que tenían en los siglos anteriores un grupo de intelectuales que debido a la crisis de su tiempo histórico, criticaban profusamente lo que sucedía, haciéndose cargo de la situación política y social, tomando sus propias armas, que eran las letras y con ellas se contraponían al sistema.
Pero lo más interesante de todo y la explicación de por qué escribo esta reflexión, se debe fundamentalmente a aclarar e intentar comprender mi tiempo actual, la sociedad chilena del siglo XXI, pero como todos sabemos toda sociedad es compleja en sí misma, ya que hay muchos agentes en ella, al igual que pacientes -aludiendo a términos funcionales- por ello sólo me referiré al grupo juvenil de esta sociedad, que es lo que comparto y he vivido, pues aquí constantemente he percibido un continúo malestar de toda índole y ámbito de cosas, de la crisis del sistema económico neoliberal, crisis política, puesto que la mayoría de nosotros ya no nos sentimos representados tanto por los partidos políticos, como por la clase política propiamente tal, pues como sabemos generalmente éstos buscan subsanar sus propios intereses personales, olvidándose de los verdaderos problemas sociales –lo que es lamentable- pero generalmente es así, vale decir, se anteponen los intereses personales por sobre el bien común, tales como el derecho a la educación, a la salud, a la justicia, entre muchos otros.
En fin, lo anterior, ése –malestar generalizado- se ha visto reflejado en el ya prácticamente imperecedero movimiento estudiantil, el que ha perdurado unos siete meses aprox. lo que no tiene otra causa más allá del hostigamiento y repulsión a que un grupo de sujetos que detentan el poder, impongan lo que ellos quieran, lo que a mi modo de verlo e interpretarlo tendrá trascendentales repercusiones, ya que ahora ese malestar se está propagando, ha tomado cuerpo y hasta cierto punto “vida”, en consecuencia las personas que vivimos en Chile nos hemos dado cuenta que los cambios no se logran por sí solos, sino que deben nacer de uno mismo, la vida misma funciona así, es decir, nosotros somos dueños de nuestros destinos y depende de nosotros el cambiar la realidad que vivimos, en resumidas cuentas “ser agentes de cambios”, pese a todas las limitaciones que conocemos, en su mayoría sólo convenciones sociales, -pero éstas dan para otra reflexión, así que no me detendré aquí-.
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