La
identidad, problema que nos aqueja a todos y de larga data, que puede durar
años, inclusive toda una vida si no nos damos el tiempo de cuestionárnosla
¿pero es en sí misma un problema? Lo es cuando nos vemos envueltos y
enfrascados en la búsqueda de soluciones, cuando no sabemos cómo enfrentarnos a
la vida, cuando no sabemos quiénes somos, ni cómo nos ven los demás, es decir,
la identidad marca de manera patente y en definitiva el cómo nos mostramos, el
cómo nos definimos, a su vez con quiénes nos relacionamos, a quiénes
idolatramos, de qué o quién dependemos, cómo nos vestimos, qué elegimos y por
qué lo hacemos, en fin, la vida en sí misma es un entramado complejo de
posibilidades y las determinaciones que vayamos tomando, pero ante todo el modo
en que lo hacemos marcará la diferencia, pues cada sujeto es una individualidad
y como tal, un ente pensante, con sus propios intereses, su propia vida, que a
veces al poseer un mayor nivel educacional, puede optar a un mejor status social, por ejemplo, lo que nos
remite básicamente a pensar, que la sociedad nos coarta, nos limita e inclusive
nos circunscribe a una imagen, comportamiento y expresión de éste. Por otro
lado, cuando pienso en el espejo, en tanto metáfora, lo hago porque pienso en
el reflejo de éste, vale decir, en cómo nosotros nos vemos proyectados en
aquella imagen, que aparentemente es una ilusión de nosotros mismos, sin
embargo, de igual modo constituye una parte de nosotros, aunque tal vez no en
esencia. Sé a su vez, que como todo en la vida, muchas veces se define en
oposición con un otro, en contraposición con éste, por consiguiente, la
identidad no se produce en soledad, sino que en sociedad, por ende, nos
identificamos cuando conocemos a ese otro y nos definimos con características
propias, que me apartan de su imagen. Por otra parte, no sólo se prescribe la
dualidad individualidad/sociedad, sino que en tanto sujetos, también poseemos
la necesidad de pertenecer a un grupo humano e identificarnos con éste, lo que
nos va generando una cohesión, que se puede prolongar por un breve lapsus o tal vez por uno más extenso,
siempre sujeto a cambios y variaciones. Así surgen comunidades políticas,
religiosas, literarias, académicas, médicas, oficios varios, etc, donde quienes
pertenecen a él se identificarán por sus formas de hablar, su comportamiento,
vestir, entre otros.
A lo largo de la historia nos encontramos con diversas sociedades, cada una de ellas con rasgos distintivos, de este modo distinguimos unas más tolerantes y otras más represivas. No obstante, si realizamos un mayor escrutinio, lograremos atisbar que en su conjunto poseen patrones en común, los cuales se han ido reiterando una y otra vez en una relación de causalidad cíclica, que no es más que los antecedentes y causas que culminan en acontecimientos radicales y revolucionarios para la época, los que innumerables veces marcan un hito indeleble en la historia.
Lo anteriormente señalado ha sido un tema recurrente en la Literatura universal, cuyos autores debido al contexto histórico en el cual les ha tocado vivir, se han visto motivados por tales situaciones y han decidido plasmar en la retórica sus ideales liberales y visión en torno a aquella realidad que se les tornaba adversa. Un ejemplo de ello es el microrrelato “La Hormiga”, cuyo autor es Marco Denevi, del cual han surgido
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