Vago
errante por las calles chillanejas, camino de un lado a otro, observando la
realidad, observando el tiempo, la gente, sus quehaceres, a veces parece que
nada cambiara, que todo sigue igual, todo en su lugar, pero me doy cuenta que
en sí el que cambia es uno, pues la ciudad permanece impávida, sólo llegan y se
van más y más personas, el siglo XXI nos atesta de tecnologías que hacen de
nuestra calidad de vida algo un poco mejor, no obstante, todo sigue ahí,
estático, el colegio donde estudié en la enseñanza media, mis profesores que
envejecen, las personas con su proyecto de vida y uno un hombre de letras, un
ser que está pero no está, que transita por la vida como alma en pena, buscando
su nicho, su lugar, almas similares, a pesar que tal vez nunca las encuentre.
Todo sigue igual, la señora del kiosco, de la verdulería, el hedonismo de
comprar, todo sigue ahí y uno es el que cambia, por fuera sólo pasan los años,
por dentro te haces más sabio, más comprensivo y a veces más triste, sí, ésa es
la palabra, Chillán hoy me parece una tierra triste, desolada, aunque habitada,
tal vez es su clima, el humo de las chimeneas, no lo sé, hoy soy atemporal, mi
mente ve lo que aquí pasa, lo siente y pre-siente, cada persona con sus sueños
y anhelos, con su monotonía, algunos arreglan sus casas para vivir mejor,
invierten su tiempo en ello, de hecho vuelvo a aquella reflexión de que cada
persona en sí se auto-define por lo que hace y a lo que dedica su tiempo. En
fin, hoy es otro día más para compartir en familia, recordar lo vivido,
recordar los ayeres que ya fueron y que no volverán a ser, la vida es un
proceso por el cual hay que transitar, a veces es una lucha constante donde hay
que ganarle a otro, triunfar por sobre él, de hecho a veces pienso qué entiende
la gente por éxito, muchas de esas veces es el tener un buen trabajo, sueldo,
una familia y hogar bien constituido, pero al fin y al cabo son sólo
convenciones sociales, las que la mayoría de las veces no me satisfacen, mas,
al contrario, lo que me hace feliz son mis libros, estudiar, enseñar, compartir
conocimiento, que para mí es más que vivir, es la pasión misma.
A lo largo de la historia nos encontramos con diversas sociedades, cada una de ellas con rasgos distintivos, de este modo distinguimos unas más tolerantes y otras más represivas. No obstante, si realizamos un mayor escrutinio, lograremos atisbar que en su conjunto poseen patrones en común, los cuales se han ido reiterando una y otra vez en una relación de causalidad cíclica, que no es más que los antecedentes y causas que culminan en acontecimientos radicales y revolucionarios para la época, los que innumerables veces marcan un hito indeleble en la historia.
Lo anteriormente señalado ha sido un tema recurrente en la Literatura universal, cuyos autores debido al contexto histórico en el cual les ha tocado vivir, se han visto motivados por tales situaciones y han decidido plasmar en la retórica sus ideales liberales y visión en torno a aquella realidad que se les tornaba adversa. Un ejemplo de ello es el microrrelato “La Hormiga”, cuyo autor es Marco Denevi, del cual han surgido
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