Ir al contenido principal

Entre los abismos de la memoria



Entre los abismos de la memoria, distan los recuerdos, las nostalgias, los sinsabores y las alegrías de la vida. En ella hacen mella los momentos del ayer, el presente y el porvenir, los anhelos del mañana. Cuando pensamos en el tiempo pasado, en que todo tiempo fue mejor, las más de las veces es porque sentimos que aquello vivido tiene un valor agregado para nuestra memoria, ya que no siempre recordamos fielmente lo vivido, solemos asociar circunstancias, situaciones y personas con la impresión que nos causaron en determinados momentos de nuestras vidas, en aquel paso y transitar por las nuestras y cuando se unieron nuestros caminos. No obstante, cada cual debe seguir su propia senda, todos tenemos un destino particular, una vida propia que se va creando al andar y que en cada nuevo paso que damos, se va produciendo un cambio, como el aleteo de una mariposa cuyo aletear repercutirá hasta el resto de nuestros días.

A veces se entrecruzan por estos insondables abismos personas que no se conocen entre sí, pero cuyo hilo conductor somos nosotros, como en los sueños, con una vividez y nitidez única, que se entrelaza en aquel momento, para producir nuevas imágenes en nuestra memoria, de las que vamos transformando por esos sinuosos y pedregosos caminos de la vida. Cada persona que llega nuestra vida deja algo en nosotros y se lleva algo consigo, otras también pasaron y ya no están, pero lo más significativo y que es verdad universal es que esa unicidad es la que nos hace únicos e irrepetibles, a través de nuestras experiencias y vivencias, una autenticidad tal que hace de nuestra vida, un concierto de circunstancias que se armonizan a coro.


Somos nuestra propia sinfonía, con nuestros pasos, nuestras vivencias, recuerdos y lo que proyectamos hacia los demás, con quiénes nos hemos cruzado, las páginas de los libros en las que hemos posado nuestros ojos, los lugares que hemos recorrido y más aún, el conjunto de todo lo vivido, que en una existencia humana, por escasa que parezca y que siempre el final, será la muerte, resulta aún más conmovedor y satisfactorio por el sólo hecho de existir y estar en esa búsqueda constante de ser feliz.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ensayo, “Los chicos del coro, una película que cambiará nuestra mirada hacia la pedagogía”.

En la película, los chicos del coro, vemos una realidad de un internado ambientado en la Francia de 1949, bajo el contexto de la posguerra. Esta institución se caracteriza por recibir a estudiantes huérfanos y con mala conducta, que han vivido situaciones complejas en términos de relaciones interpersonales, pues muchos de ellos han sido abandonados o expulsados de otras instituciones. Con el fin de reformarlos el director del internado Fond de I’ Etang (Fondo del estanque), aplica sistemas conductistas de educación, sancionadores y represores como encerrarlos en el “calabozo”, una especie de celda aislada cuando se exceden en su comportamiento. Sin embargo, la historia toma un vuelco con la llegada de Clément Mathieu, músico que se desempeña como docente y quién aplicará métodos no ortodoxos en su enseñanza los que progresivamente irán dando resultados positivos en los chicos.                 Respecto a las temáticas que se abordan en la película, por un lado resaltan los a

"La Hormiga", Marco Denevi (1969).

A lo largo de la historia nos encontramos con diversas sociedades, cada una de ellas con rasgos distintivos, de este modo distinguimos unas más tolerantes y otras más represivas. No obstante, si realizamos un mayor escrutinio, lograremos atisbar que en su conjunto poseen patrones en común, los cuales se han ido reiterando una y otra vez en una relación de causalidad cíclica, que no es más que los antecedentes y causas que culminan en acontecimientos radicales y revolucionarios para la época, los que innumerables veces marcan un hito indeleble en la historia. Lo anteriormente señalado ha sido un tema recurrente en la Literatura universal, cuyos autores debido al contexto histórico en el cual les ha tocado vivir, se han visto motivados por tales situaciones y han decidido plasmar en la retórica sus ideales liberales y visión en torno a aquella realidad que se les tornaba adversa. Un ejemplo de ello es el microrrelato “La Hormiga”, cuyo autor es Marco Denevi, del cual han surgido

La taza rota.

Esa noche había llegado tipo diez, hacía un clima enrarecido, hacía frío, pero sentía calor, quizás no era el tiempo, tal vez era yo, no lo sabía, pero algo pasaba y si bien hasta cierto punto todo parecía normal o aparentaba serlo, algo había cambiado. Llámese intuición, dubitación o sospecha, en aquella casa a la que llegaba a dormir sucedía algo que había desestabilizado y quebrantado la rutina, no era sólo que mi mundo cambiase, sino que la realidad hasta cierto punto superaba la ficción, el tiempo ya no parecía correr a pasos agigantados, sino que incluso se detenía en estática parsimonia, para lo que sólo me bastó observar el reloj que se encontraba en la pared, en la esquina opuesta a la puerta de entrada a la casa y, efectivamente, las horas y minutos en aquel reloj no avanzaban, sino que las manecillas se habían paralizado de por vida, lo pensé unos instantes y no había explicación para ello, salvo que se hubiese quebrado, caído o algo por el estilo, en fin, lo consideré só