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La motivación docente, espejo para los estudiantes.


Hoy en día existen nuevas propuestas en lo que respecta a la labor del docente en el aula y en cómo debe plantear, frente a sus estudiantes, una personalidad motivada. Esto debido a que solo de esta forma ellos podrán tener un referente legítimo al momento de optar por aprender o no aprender en medio de una educación formal que no siempre reúne las mejores condiciones. En esta tarea, para algunos autores, es fundamental el compromiso de los profesores a realizar cambios importantes.


s indudable que la motivación docente es un componente fundamental del proceso enseñanza-aprendizaje en el aula, pues los profesores son referentes para sus estudiantes. Por ello la disposición a la enseñanza, la preparación de las clases, su capacidad de superar obstáculos, así como sus emociones y estados de ánimo, que preferentemente se esperan que sean positivos, influyen sobremanera para que se logre una mayor motivación en los alumnos. En esta línea el catedrático de ciencias de la educaciónPedro Sáenz López de la Universidad de Huelva y director del curso ‘Motivar en las aulas‘, refiere la importancia de la automotivación en los docentes: “Nos falta en la formación del profesorado herramientas de desarrollo emocional”, cree el catedrático. “En la sociedad actual tendemos a echar las culpas de los fracasos siempre a otros, pero jamás a nosotros mismos. Yo tengo éxito gracias a mí, pero mis desgracias son siempre responsabilidad de otros. Pero eso no es así. La motivación depende de uno mismo”. Y añade Sáenz-López “No es culpa de mi sueldo, del director, de mis compañeros, del ministro, de la ley o de la sociedad. La culpa de un aula desmotivada es mía. Y salir de esa contaminación ambiental negativa es difícil” (2016). Este autor proyecta el curso antes mencionado, tanto al novato que recién comienza su trabajo como al veterano que después de treinta años de docencia tiene vicios de enseñanza más arraigados. En ambos profesionales se encauza la conciencia de la responsabilidad de la motivación de su aula.
En nuestra sociedad actual, profesores y profesoras están acostumbrados al pesimismo del gremio y al nulo optimismo frente a los problemas y escasa capacidad de resiliencia, es decir, los docentes se sienten cada vez más desmotivados frente al sistema, lo que se traduce directamente en la forma que enfrentan el acto de enseñar. Conocer y evidenciar los factores que influyen en esta creciente desmotivación para mitigarlos o darles una solución, se vuelve necesario. Por lo tanto, los describiremos como: El clima laboral, el clima de aula, los bajos salarios, las exigencias cada vez más demandantes para lograr un proceso educativo de calidad, la burocracia administrativo-educativa, así como la excesiva cantidad de horas lectivas frente a las horas no lectivas que debiesen destinarse a la planificación y preparación de material para las clases, entre otros. De lo anterior, además, cabe destacar que suele ser transversal, señala el profesor Sáenz-López, tanto en docentes novatos como aquellos que están en el punto culmine de su carrera. Al respecto dice que los docentes deben convencerse de lo maravillosa e importante que es su labor, pues “pocas profesiones tienen un impacto social como la nuestra” (2016), asegura el catedrático de la Universidad de Huelva.
Fuente: Unidad docente
Sin duda alguna, bajo la tutela de los profesores se encuentran generaciones completas de estudiantes a los que deben transmitir un modelo específico, el mentado currículum, a través de programas de estudio que se adapten a la realidad socio-cultural de los estudiantes. Donde no solo hay que impactar a través de conocimientos, sino también en sus actitudes y en cómo son capaces de desenvolverse en sociedad a través de las herramientas y habilidades que lograrán desarrollar en ellos.
El académico apunta a que las neurociencias son la herramienta del futuro para la motivación docente: “Si el maestro se emociona, podemos emocionar a nuestros alumnos a través de la curiosidad. Es imposible enseñar si un alumno no quiere aprender. La transformación consiste, por tanto, en saber cómo quiere aprender el alumno. Ser docente no es llegar a un aula y soltar lo mucho que sé sobre determinada materia. Ser docente es conseguir que mis alumnos quieran aprender”. Concluye que el rol de las emociones se vuelve un espejo para los estudiantes, pues ellos imitan conductas que deben ser propiciadoras del desarrollo. Las emociones, para este autor, son una herramienta pedagógica que logra aprendizajes significativos, aquellos que perduran en el tiempo y que son la base para la adquisición de otros nuevos.
Parte fundamental de la motivación docente la constituye su propia formación, como el continuo perfeccionamiento y la actualización disciplinar en diversas instituciones educativas, participación de proyectos (innovación curricular, diseño y aplicación de materiales educativos), la investigación didáctica y la reflexión acerca de la práctica docente. En la misma línea, así como existe una diversidad de alumnos, también hay una heterogeneidad de profesores con características particulares de enseñanza, por ello el perfil docente también es un componente fundamental para la motivación del estudiantado, si se ajusta a sus necesidades y es capaz de apoyarlo o si simplemente no cumple con el mismo perfil. Al respecto Romero Gustavo (2009) señala: “El perfil docente deseable es el de un profesional capaz de analizar el contexto en que se desarrolla su actividad y planificarla, de dar respuesta a una sociedad cambiante, y de combinar la comprensividad de una enseñanza para todos, en las etapas de educación obligatoria, con las diferencias individuales, de modo que se superen las desigualdades, pero se fomente, al mismo tiempo, la diversidad latente en los sujetos. En resumen, el perfil de un profesor con autonomía profesional y responsable ante toda la comunidad educativa”.
A mi parecer, un docente motivado se actualiza y está a la vanguardia en su disciplina y en métodos didácticos, así como también asume la realidad de su contexto educativo y gestiona actividades para potenciarlo. Al analizar en mayor detalle cuáles son las motivaciones y desmotivaciones que enfrenta el profesorado nos encontramos como elementos positivos el trabajo con jóvenes y buena relación con los estudiantes, el interés por los logros educativos, las relaciones positivas entre los colegas, disponer de un ambiente adecuado para el crecimiento personal, implicarse en las actividades extraescolares del centro, desarrollar el currículum y enseñanza de forma adecuada, así como una retroalimentación de sus clases.
Sin embargo, no son solo aspectos positivos los que se aprecian en la práctica docente diaria, también coexiste lo negativo: excesivas tareas a realizar y escaso tiempo disponible, problemas de disciplina, convivencia en el aula y establecimiento, escasa motivación de los alumnos y apoderados, falta de apoyo de los colegas, falta de medios y cambios curriculares nacionales. Pero ¿qué pasa cuando el docente es sometido a un grado de estrés que no es posible de conciliar y afecta sobremanera su desempeño profesional y relación con sus estudiantes?  Es lo que se ha denominado como Síndrome Burnout (quemado). ¿Qué significa este síndrome? ¿por qué se caracteriza? En un primer momento, por un estrés crónico o de “cansancio emocional: el profesor tiene sentimientos de depresión que pueden llegar a deteriorar su personalidad, incluyendo una baja autoestima, sentimientos de inferioridad, incompetencia, valoración negativa de sí mismo, su trabajo y las relaciones con los otros.” (Sureda García, p. 88). Es sin duda una de las características más habituales, pues se trabaja con personas, con necesidades emocionales diferentes y demandantes. Por ello muchos docentes prefieren la despersonalización pedagógica: “El profesor desarrolla un cambio negativo en las actitudes y relaciones hacia otras personas, está irritable y carece de motivación para realizar su trabajo.” (Sureda García, p. 88). Lo anterior lo efectúa para no involucrarse emocionalmente en sus clases, lo que acarrea otro tipo de problemas.
Como se aprecia, la desmotivación creciente interrelaciona casi como un efecto dominó a múltiples factores que se van desencadenando. De esta manera también surge un factor que afecta directamente la productividad docente que consta de “disminución del rendimiento personal” y “al no poder centrarse en la tarea y tener falta de motivación, baja su productividad. Tal pérdida supone una serie de respuestas negativas hacia uno mismo y hacia su trabajo, comportamientos de evitación con los compañeros e incapacidad de soportar la dinámica interactiva.” (Sureda García, p. 88).
Considero que la labor docente es compleja por sus múltiples aristas a las que atender, no obstante, con la sistematización de las buenas prácticas como el aprendizaje permanente y redes de apoyo necesarias, tendremos una mejor satisfacción y profesores más felices y motivados haciendo su trabajo.
En síntesis, cada vez los profesores presentan más dificultades y factores estresantes para desempeñar efectivamente su labor, pero que en su gran mayoría son posibles paliarlas si se realiza un trabajo en conjunto de concientización entre los distintos estamentos. En un mayor apoyo de los apoderados a sus hijos, complementando la labor docente, y trabajo conjunto entre profesores y apoderados para conocer su realidad y actuar sobre ella. A su vez, al tener docentes motivados, tendremos generaciones de estudiantes con más deseos de estudiar y aprender. Pero para ello queda un largo camino en una educación que se adapte a los nuevos tiempos, que haga uso de las tecnologías, de las didácticas de las disciplinas y métodos de enseñanza innovadores.

 Referencias
  1. Romero Barea A. (2009). “La motivación del profesor: Un gran recurso educativo”. Innovación y experiencias educativas, 1-9. http://www.csi-csif.es/andalucia/modules/mod_ense/revista/pdf/Numero_20/GUSTAVO-ADOLFO_ROMERO_BAREA02.pdf
  2. Sáez López P. (2016.) “La motivación del docente es más importante que la del alumno”.  España. Diario El Mundo. http://www.elmundo.es/andalucia/2016/07/12/5785274b268e3ee17d8b461b.html
  3. Sureda García I. Estrategias psicopedagógicas orientadas a la motivación docente: Revisión de un problema. Universidad de las Islas Baleares, 83-97.

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