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Una mirada crítica a la formación de audiencias en la nueva región de Ñuble: Hacia una propuesta de intervención cultural.


¿A qué se debe la baja audiencia en los eventos culturales y literarios de la región?, ¿Por qué es necesaria la formación de audiencias en la nueva región de Ñuble? Sin lugar a dudas la literatura forma parte del patrimonio cultural y social de una comunidad y territorio. Es por tanto, imprescindible abogar por su desarrollo para mantener viva la memoria histórica de los pueblos y construir consciencia crítica sobre la realidad. Al plantearnos el por qué de la baja audiencia ante las actividades culturales y literarias, resaltan en igual medida otras preguntas fundamentales; ¿Todos tienen acceso a la cultura?, ¿Cuáles son los principales problemas que dificultan la igualdad de acceso? Y ¿Qué esfuerzos se han llevado a cabo para resolver las problemáticas emergentes?

 Al respecto, se vuelve necesario interpelar a quiénes han hecho de la palabra su oficio (Escritores, gestores culturales, periodistas y artistas en general), pues tienen el deber de posibilitar el desarrollo del capital cultural de sus lectores y audiencias, puesto que son ellos los principales referentes de una comunidad lingüística, literaria y cultural, dado que constituyen la institucionalidad reconocida por su comunidad territorial y social en este ámbito.

A su vez es fundamental el rol que el gobierno ejerce a través de sus políticas públicas en relación a la cultura y la formación de capital cultural de una comunidad. Por ello es imprescindible realizar un análisis del estado actual de las políticas culturales de la región, qué programas existen actualmente, cuáles son sus proyecciones y qué falta aún por hacer.

Para la presente exposición se hará referencia al texto “Herramientas para la gestión cultural local - Formación de audiencias”, documento creado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), para incentivar y generar la gestión cultural:

Es un material formativo diseñado por el Programa Red Cultura del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, a través de su modalidad de Formación de Capacidades. Está pensado para que profesionales, gestores, educadores o facilitadores puedan compartir nociones básicas y conceptos relevantes de la gestión cultural con personas, agrupaciones, actores claves o funcionarios municipales que se inician en la labor de rescate y promoción de la cultura y las artes.[1]

El programa propuesto se caracteriza por las experiencias significativas de quiénes serán formados, para que continúen la promoción y difusión en la formación de otras personas, pues la principal motivación es generar redes bajo la visión de una identidad local, territorial, teniendo como eje su patrimonio cultural. Tampoco debemos olvidar que el acceso a la cultura es un derecho, que por tanto, debe ser garantizado por el Estado y las entidades territoriales locales. Por ende, se debe apuntar a una cultura inclusiva, que favorezca que todos tengan igualdad de acceso, independiente del sector donde vivan o provengan, clase social o género. Cabe destacar, por otro lado la importancia que cobra el rol de las audiencias de cultura (lectores, espectadores), con miras a constituirse en sujetos activos, críticos y participativos que formen parte del quehacer cultural, pues ellos son fundamentales en la generación de los procesos y productos culturales de su entorno. No existiría una obra literaria, dramática o producción artística, sin alguien con quién dialogara. Es, por tanto, necesario generar un feedback donde gestores, realizadores y audiencias dialoguen por lo que ellos desean, es decir, conocer cuáles son sus expectativas y cómo podemos potenciar lo que ya se realiza e innovar en aquello que aún no se ha hecho. (Hacer referencia a las obras de teatro en que los actores al final de la puesta en escena, abren el diálogo con los espectadores como ejemplo en ENTEPACH).
Al pensar el trabajo en redes, de manera colaborativa surge sin lugar a dudas inevitablemente la idea de constituir un espacio cultural que integre a actores locales, pensar en su audiencia (destinatarios) y que la asistencia se sostenga en el tiempo. Un programa que ha sido antecedente en la formación de audiencias es el de “infraestructura cultural” y determinadas líneas de los fondos concursables.
“La formación de audiencias es un proceso planificado que mejora y amplía la experiencia de un individuo con las artes”. (A guide to audience. Heather Maitland. Arts Council of England, 1997). Pierre Bordieu (autor de “La distinción”, libro clave llevado a cabo por el autor, en la década del 60 en Francia).[2]

La problemática que surge es ¿Cómo mantener las audiencias actuales y un público estable de las actividades culturales? Y, por otra parte, ¿Cómo promovemos que nuevas personas no necesariamente vinculadas a la cultura se interesen por asistir y/o participar activamente de ella? Para lo anterior es fundamental conocer el contexto de intervención, es decir, la comunidad y quiénes son aquellos con quiénes deseamos intervenir y generar el cambio, así como la respuesta esperada. De este modo la guía propuesta por el CNCA, plantea pasos relevantes para la formación de audiencias, éstos son:

1.- Diagnóstico: Consiste en la caracterización de las principales constantes de la oferta artística o cultural del entorno y las pautas de consumo cultural descritas en fuentes secundarias (estudios, informes, encuestas), junto a la identificación de los principales agentes que intervienen en este ámbito.[3] Es decir, tener la claridad de las propuestas actuales y pasadas sobre cultura en las distintas áreas (literatura, teatro, artes, música, danza, etc), conocer encuestas, informes acerca de los hábitos de consumo de las audiencias y/o su percepción sobre la cultura local, regional y/o nacional para contrastarlos y formular actividades culturales adecuados a sus intereses, que tengan un real impacto en la ciudadanía y los espectadores; permitiendo, por ejemplo, establecer problemáticas de acceso a la cultura, focalizar los grupos y población a intervenir, identificar niveles de participación, entre otros.

2.- Definición de territorio: Se caracteriza por delimitar el espacio de acción donde se realizará la intervención de gestión cultural, una vez efectuado el diagnóstico e identificar las problemáticas de acceso y oferta cultural del grupo con el cual se trabajará para posteriormente llevar a cabo una estrategia de formación de audiencias.

Cabe señalar que las actividades a ejecutar estarán en estrecha relación de acuerdo a si se trata de un espacio artístico, un centro de formación, un centro cultural, comunitarios, una biblioteca u otro.

3.- Elaboración de mapas de destinatarios: Una vez establecidas las problemáticas de acceso, oferta y territorio en el que se implementará la estrategia, se sugiere la elaboración de un mapa de destinatarios, que los caracterice y permita conocer al grupo de intervención. Con el fin de identificar grupos de beneficiarios, colaboradores y potenciales agentes de presión o interés.

4.- Identificación de barreras de acceso y participación: A la caracterización de destinatarios, colaboradores y beneficiarios, seguirá la identificación de las barreras que condicionan el acceso y la participación de estos últimos en el territorio a intervenir. Para la anterior, estudios señalan que es el capital cultural una de las principales barreras de acceso, para ello es pertinente conocer el consumo y hábitos culturales de sus destinatarios, ya sean de carácter económico, territorial, etario o simbólico.

5.- Formulación de la estrategia: Esta etapa se caracteriza por describir en detalle la intervención que se llevará a cabo, su duración y resultados esperados.

La estrategia debe considerar: Propósito, objetivos y plan de actividades o programa, junto a una modalidad clara que permita monitorear los resultados tanto en proceso como de productos en un período determinado.

La modalidad de las actividades se ajustará al territorio, sus destinatarios y la naturaleza de la barrera de acceso en la que se intervenga, aunque es usual usar formatos de eficacia reconocida (taller de apreciación, laboratorio de creación, foros de análisis, presentaciones especiales, funciones didácticas) o elaborar nuevas modalidades a través de la creatividad de sus participantes.

6.- Herramienta de Evaluación: A fin de hacer seguimiento a la implementación de la estrategia y validar la pertinencia de la modalidad de trabajo, es aconsejable elaborar al inicio del programa una pauta de evaluación cuantitativa y cualitativa que integre indicadores de resultados.

Conclusiones.

Inicié la investigación con más preguntas que respuestas, lo que para la cultura abre nuevas posibilidades de dar sentido a la realidad de nuestro país y al caso particular de la nueva región de Ñuble. Sin lugar a dudas hay mucho por hacer, donde la reflexión crítica debe ser el soporte teórico que respalde una adecuada gestión cultural que abogue por el bien común, donde todos sin distinción alguna tengan igualdad de acceso a la cultura. Por ello resulta fundamental generar de manera sistemática redes de apoyo y de formación a personas en gestión que sean mediadores entre el producto cultural y las audiencias, que sean capaces de guiar, incentivar y promoverla incluso en los lugares a los que no acostumbra a llegar como lo son los sectores rurales, donde aún persisten índices de analfabetismo. Pero incluso en las capitales regionales adolecemos de otro tipo de carencia, el “analfabetismo cultural”, el no estar preparados para apropiarnos significativamente de obras artísticas y hacerlas partes de nuestra propia realidad y transformarla.

Por ello esta reflexión final apunta a la región y al panorama nacional, donde la difusión, el trabajo sistemático y colaborativo de agrupaciones culturales deben canalizar sus esfuerzos de manera interdisciplinaria para apoyar este fin último que es la igualdad de oportunidades. Un país, una nación no la hacen las leyes, ni quiénes los gobiernan, sino sus ciudadanos, que al ser críticos son capaces de cuestionar lo establecido y generar nuevos mecanismos de acción. Éste es un trabajo que recién empieza y hay mucho aún por hacer, contrastar estadísticas regionales y nacionales, establecer críticas a las políticas públicas sobre cultura, determinar problemáticas, vincular a los centros culturales, museos, bibliotecas y escuelas con el medio, vale decir, que sean espacios donde haya un uso frecuente de la cultura, con actividades que mantengan viva la cultura.

 He ahí la importancia de seguir los pasos propuestos de manera secuencia para la intervención cultural que propone el CNCA, pues en la medida que se logre integrar a las comunidades con sus territorios, estableciendo sus propias necesidades en esta área, según su sentido de pertenencia e identidad local, tendremos resultados más favorables. Cabe destacar que es una guía y no una imposición de lo que debe hacerse, cuyas recomendaciones buscan posibilitar la generación de espacios para la reflexión e intervención de espacios culturales y formación de audiencias a través de la educación, mediación y participación activa, manteniendo una interacción y vínculo con el territorio a intervenir, a fin de formar no solo espectadores, sino personas con un capital cultural que  permita tener usuarios de la cultura, es decir, que frecuenten de manera continua actividades de esta índole y no meros consumidores culturales pasivos.

Autor: José Patricio Chamorro Jara.             Fecha: 25 noviembre 2017.

Lugar: Teatro Municipal de Chillán; en el marco del primer seminario regional para escritores de Ñuble, organizado por la SECH (Sociedad de escritores de Chile), filial Ñuble.



[1] “Herramientas para la gestión cultural local”. 2014.  P. 5.
[2] Ídem. P. 8.
[3] Ídem. P. 11.

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