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Misterios de un poeta: El lugar de la imaginación. (29 enero 2014, recuperado).

Misterios de un poeta: El lugar de la imaginación.

(Creación literaria del 29 enero 2014)

Como buen caminante y andante por tierras impensadas, con rumbos itinerantes y siempre abierto al diálogo, como la cornucopia de la abundancia, el joven de ideales quijotescos y siempre bien pensados, va junto a su bolso. Lo acarrea bajo el brazo o en su espalda, atado cual espada medieval de un caballero andante engrandece su camino por los cotidianos artefactos que obtiene de aquel impenetrable arminículo, un bolso negro, del más profundo averno, del que siempre al poner o introducir tu mano en él, obtendrás una reliquia inesperada. Algunas veces frases hechas y deshechas con una letra ininteligible, cual piedra de roseta sería necesario tener para descifrar aquellos enigmas.

 En otras ocasiones, la imaginación de quién lleva esos objetos como una cruz que apuntala sus días, brota instantánea y febril con alguna lectura de uno de los cientos de libros que en alguna oportunidad han sido guardados en ese estrecho espacio, que, sin embargo, alcanza dimensiones universales. En efecto, a veces podrás hallar en él palabras de aliento de algún amigo de antaño, en otras mensajes de otros viandantes que su portador, cual peregrino se ha cruzado en su camino. 

A veces,  aparecen estatuillas, figuras, imágenes, piedras y souvenires por las ciudades que ha visitado su dueño, cuya identificación suele estar delineado por un carnet del registro civil, que no es más que el nombre que aquel joven escritor recibió de nacimiento, que da cuenta que tiene una familia y un buen nombre, quizás el destino lo había escrito para él. Su tarjeta de presentación dependerá de las circunstancias y del interlocutor, pues siempre se adapta según la personalidad de sus intercesor. A ratos, estará repleto de dichas y desdichas, en él se han depositado historias amargas, han arreciado lluvias intermitentes y vientos furibundos, calores dantescos, pero él está ahí como fiel rocinante acompañando a su dueño.

 Si ves o cruzas la mirada con el joven de la triste mirada y el bolso negro, pregúntale por alguna de sus últimas lecturas, por el sentimiento romántico del mundo y sobre aquellas palabras que como el cementerio de Cortázar conserva en las íntimas paredes del umbral de su regazo, o sobre las historias de los pasajeros y viandantes que han cruzado su destino, él sin más te responderá con una sonrisa, un verso y quizás, sólo quizás saque de su bolso alguna misteriosa creación universal. Esto último es su mayor secreto, los demás los guarda en su memoria, él siempre está creando, en lo absorto de sus pensamientos y en el más ínfimo de los instantes deposita lo que su mente ha creado en su bolso.

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