En la hondura de mi cuerpo llevo tu sangre, estampada en versos
Caricias pretéritas despiertan el deseo en los despojos de la carne
Amar desde el destierro, huir al paraíso perdido de tu humanidad
Degustar el fruto prohibido hasta saciar nuestro apetito primerizo
Desafiar el apocalipsis, destrabar el juicio final en el equinoccio de tu piel.
Recorrer volcanes en erupción, como tu vientre entre mis manos
Consumirnos en brasas magmáticas en el fraguar de la pasión
El tiempo es vacío en tus pechos multiformes, intangible al tacto de mis labios
Enlazar nuestros sumisos miembros a los jardines del edén
Purificar el deseo en éxtasis y clamores
¡Silencio!
Besar estelas siderales para deleitar el paladar
Amanecer en espera del rocío, alba virginal de los recuerdos
Desembocar en tu promontorio, amar tus cauces
Entre tus frugales valles y senderos amar tus paisajes
Escarchado habita el sonoro crujir de tus inviernos
Amores como el nuestro precipitan diluvios universales.
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