Escribir sobre la realidad, es algo que he querido hacer desde hace mucho y de cierto modo es algo que se expresa en lo cotidiano, en los actos que realizamos a diario, cuya sumatoria en conjunto producen nuestra propia percepción y visión de mundo, la que varía constantemente de un instante a otro, de una persona a otra, pues la vida no es estática. Nosotros, por ejemplo, estamos en continúo movimiento y dependerá ante todo del prisma a través del cual miremos, para dar cuenta de qué es lo que captamos y a través de qué y cómo.
Son nuestros sentidos los que crean nuestra realidad, la que a veces tiende a convertirse en actos fallidos y por tal, está sujeta a error. Un claro ejemplo también se aprecia a través de nuestra memoria, ya que lo que recordamos configura y reconfigura nuestra creencias, lo que somos y deseamos ser y cómo nos relacionamos con nuestro entorno, relaciones personales y ambiente.
La fotografía es otra manifestación de la realidad, ya que una imagen, si bien no representa fielmente una realidad, sí es una expresión y reflejo de ésta, la que varía según un prisma, que es la óptica a través de la cual observamos, pues hay imágenes que tomamos de nuestra propia vida y creemos que precisamente ellas forman nuestra vida, no obstante, no es así, ya que nos pueden poner otras imágenes junto a las nuestras y aquellos recuerdos que conservamos intactos en nuestra retina, de pronto son subpuestos a otros momentos, vividos por otros y no precisamente por nosotros. La necesidad de fotografiar los instantes en una cultura ligada a los selfies, nos ha hecho volcarnos a crear una realidad paralela a nuestra vida real, que es cómo deseamos que los otros nos vean, es una realidad creada por nosotros mismos y las más de las veces, la ficción supera a la realidad, nos vemos envueltos en una cultura de evasión, evadir lo que no queremos ver, embellecer la realidad que nos toca ver, en un mundo de persona cada vez más infelices.
La realidad a su vez cobra matices, delineados por la frágil línea del tiempo, al ser éste relativo no nos queda más que sorprendernos ante la fragilidad de nuestra realidad, creemos tener cierta edad, haber vivido ciertas experiencias en determinados momentos de nuestra vidas, pero quién nos asegura que así ocurrió, ¿un calendario, un reloj de mano, de pared o las impresiones subjetivas y personales? Vivimos lo que creemos vivir, el pasado sólo es conservador en nuestra memoria, el presente siempre será lo único que tenemos y qué decir de la incertidumbre del futuro, siempre motivado por nuestros pensamientos, lo más patente de cada una de nuestras vivencias es que hemos vivido aquello que hemos pensado y ésta es la base de lo que podemos denominar una experiencia real.
La realidad no es opción, reflex. De feb. 16-19/2014
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