Cuando el último respiro de una estrella apague su luz, la noche será eternidad.
Eternidad ausente, lastimera, melancólica y fría como un romántico poeta próximo a morir.
Ya no habrán constelaciones, ni cantos; solo olvidos y silencios ante la frágil silueta de un poema.
El postrer verso de un cadáver a cuestas, cuyo túmulo serán las errantes memorias del mundo.
Una rosa nace en cada verso desterrado. Un corazón sufriente, es germen de un desierto florido.
Nadie recordará su propio calvario, pero la voz de un poeta resonará entre acantilados y montañas.
La mano divina abrirá caminos, profanará cuerpos marchitos donde la juventud se desvaneció inminente.
Una fumarola en erupción latirá al son del primer amor, difuminado entre alegrías y pieles azoradas al tacto.
La belleza será el instante propicio para amar y ser amado. Sin embargo, su doble semblante será reflejo del horror.
Solo la esencia de un beso nos salvará de la inexorable muerte de la poesía.
José Patricio Chamorro Jara.
Chillán, 24 julio 2018.
Chillán, 24 julio 2018.
Muy interesante...
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