Relatos tensionados: Aculturación, transculturación, heterogeneidad e identidad en Xampurria. Somos del lof de los que no tienen lof de Javier Millanca.
Hipótesis: Xampurria. Somos del lof de los que no tienen lof es un libro que reúne un conjunto de cuentos o relatos según la terminología occidental, pero que en mapuzungún se conocen como epew, clasificados en relatos de mediana duración (epew) y relatos breves (pichi epew), cuyas temáticas abordan desde el amor, la identidad, los cruces e intercambios culturales, la ideología y cosmovisión mapuche. En ese sentido, la hipótesis que se establece es que los/as protagonistas de los relatos de Xampurria se sitúan y se conciben a sí mismos como sujetos marginales que habitan espacios urbanos marcados por la triple marginalidad de no pertenecer ni a una, ni otra cultura (mapuche-chilena-argentina), generando tensiones que los harán vivir procesos de aculturación y transculturación marcados por cuestionamientos y sentires marginales en torno a sus identidades.
Objetivo general: Analizar e interpretar a la luz de los conceptos de aculturación, transculturación y heterogeneidad la noción de Xampurria, que se genera y tensiona en cada uno de los personajes principales de los cuentos reunidos en el libro del escritor mapuche, Javier Millanca, Xampurria. Somos del lof de los que no tienen lof.
Por lo tanto, se buscará dar
cuenta de cómo dichos personajes constituyen un nueva identidad social en
tensión permanente con su identidad mapuche, vivenciando procesos de
aculturación y transculturación, produciendo discursos heterogéneos a través de
sus relatos, los que configuran nuevas visiones de mundo de la realidad que
habitan; siendo ante todo los espacios urbanos los que generan procesos de
crisis de sus identidades tanto en relación a su cultura de origen (mapuche)
como a las culturas hegemónicas (sociedad chilena y argentina).
… Esta doble, o triple pertenencia en el plano territorial,
histórico y simbólico, evidencia por un lado la negación y menosprecio por los
orígenes mestizos del individuo, pero por otro, muestra una diferente forma de
aceptarse mestizo, sin negar ninguno de sus dos o tres orígenes, tanto chileno,
argentino, o mapuche y esa es una diferencia notable con las otras identidades
tanto chilena como argentina (Collados Soto 1).
La realidad marginal en la que
viven múltiples de los protagonistas de los relatos de Javier Millanca formará
parte central de la configuración del ser Xampurria; es así que, por ejemplo, en
el relato “El Lumalonko”, vocablo en mapuzungún que hace referencia a “cabeza
dura como la luma”, no solo describirá el carácter del personaje, sino que
perfilará su destino marcado por los avatares de la vida “malos tiempos, mucho
alcohol, ritual sin dioses. Sin trabajo. Cesantía incesante. Malos vientos,
fuertes apuros, bolsillos vacíos, dedos pelados, malas manos y ni una mina … Todo
pésimo, a pesar de que el Lumalonko me decía que eran buenos tiempos. Así de
dialéctico, confuso y porfiado era el Lumalonko” (15).
Por un lado, nos aproximamos a
través del personaje de Lumalonko, a la esencia del ser Xampurria “… nunca tuvo
idea, nunca tuvo plata nunca tuvo mina, nunca tuvo libros, nunca tuvo destino,
nunca tuvo razón, nunca tuvo sentido, pero sí tenía mucha porfía, lo que bien
usado, y no era el caso, viene a ser una virtud” (16). Por otra parte, sin ir
más lejos en el “Ojo”, nos encontramos también ante una representación marginal
de este término. El relato nos sitúa en una taberna en los barrios bajos de Valdivia,
narrado en primera persona desde la perspectiva de un hombre mapuche, bebedor
empedernido, quien ha caído en la mayor de las miserias, centrándose así el
relato en la búsqueda de un hombre que dejó su ojo en un vaso de cerveza; sin
embargo, solo hacia el final de la historia nos percataremos de la verdad tras
este incidente, donde aquel hombre ha tenido que en parte de pago ceder su ojo
para poder continuar con su vicio “acuérdese que en este bar de mala muerte
usted debe ya bastante” (20). Otra característica que resalta del ser xampurria
es la picardía, el ingenio para sobrevivir antes las vicisitudes de la vida: “-o
sea, que si yo te pago, al local se le sube el pelo-. La tuteada no fue casual
y mi argumento tampoco. De nuevo mi ingenio es superior y eso a la gente le
molesta (20). No obstante, aun así el ingenio no bastará para salir de aquella
marginalidad opresiva que les arrebata hasta el último rescoldo de vida y
esperanza, arremetiendo inclusive hasta la pérdida de la propia identidad “Ahí
estaba la cuenca vacía inerte de vida y de mirada, me faltaba el ojo derecho y
¿qué podía hacer? Lo había cambiado por vino y ¿qué podía hacer? Cuando acabe
la semana de plazo tengo otro ojo disponible y ahí ni siquiera volveré a ser el
indio mañoso de los ojos verdes” (22).
A lo largo del libro, nos
encontramos de cara a múltiples relatos donde los procesos de aculturación y transculturación
van delineando la vida de sus personajes, sus formas de relacionarse con otros,
sus formas de habitar y convivir; en ese sentido al respecto David Sobrevilla
señala:
La primera
es el proceso por el cual una cultura dominada recibe pasivamente ciertos
elementos de otra, por lo que en ella misma se presenta una cierta
“deculturación”. En cambio, la “transculturación” es el proceso por el cual una
cultura adquiere en forma creativa ciertos elementos de otra, es decir, a
través de ciertos fenómenos de “deculturación” y otros de “neoculturación”
(Sobrevilla 21).
En
el relato del puelche Evaristo Paichil, Millanca nos muestra a un personaje
xampurria cuyo linaje se remonta al lado trasandino o argentino en la provincia
de Neuquén, zona que la cultura mapuche ha denominado Pwelmapu, correspondiente
al lado este del WallMapu o país mapuche. En este relato accedemos a una
historia de vida y de ancestros marcada por la persecución, tragedia y
exterminio. Una larga hilera de lonkos mapuches asesinados durante la Guerra
del Desierto, condenando a sus descendientes a errar sin residencia permanente
por las pampas argentinas, convirtiendo a esta raza en trashumantes marcados
por la memoria del destierro. Es en este sentido que Paichil junto a su familia
e hijos se nos muestra en esta constante tensión entre su pasado histórico y el
adaptarse a los nuevos tiempos en un constante proceso de transculturación, que
no solo influyó en su cultura, sino que también caló hasta la médula de su
identidad y personalidad: “Por lo mismo, a Evaristo se le impregnó desde niño
un carácter huidizo e inquieto. Ya como joven, fue creciendo a la defensiva,
hasta convertirse en un hombre hosco y desconfiado que por esos lados del Este
llaman matrero” (23).
La
pérdida y reconfiguración de su identidad así como gran parte de los epew que
nos presenta Javier Millanca están escindidos de su lof “El lof corresponde a
la unidad familiar básica de la sociedad mapuche, que va sustentar su
estructura política y económica; correspondía a un núcleo doméstico extendido
de una o varias familias” (Pacheco 186); es así que fracturados de su clan y
desprovistos de un territorio común, donde lo espiritual, lo natural y el ser
mapuche se difuminarán en una herida vital que los marcará como una condena
perpetua: “Su lof devastado, lo obligó a saltar de geografía en geografía, de
faena en faena, buscando una vida acorde con su temperamento arisco y peregrino”
(Millanca 24).
No
obstante, Evaristo conoció el amor y con él, probablemente el sentido de
pertenencia que había perdido hace tiempo atrás. Fue Eudalia Hueicha la mujer
por quien estuvo dispuesto inclusive a casarse en una ceremonia propia de la
cultura invasora, pero sin duda estuvo dispuesto a ese sacrificio en aras del
amor “En una ceremonia winka, en que muchas parejas aprovechan la visita del
cura para legalizarse, ante un dios soltero, se convirtieron en un matrimonio”
(24). En esta unión marcada por la errancia y la tragedia por la condena
primigenia de sus antepasados, Evaristo no pudo acostumbrarse a un estilo de
vida reposado “Pero Evaristo Paichil, signado como estaba por un espíritu de
huida permanente, no soportó la serenidad filosófica del esperar y la paciencia
de la contemplación. No tuvo el temperamento paciente del hombre de campo, ni
menos el saludable estoicismo de los que viven a expensas de la mar” (25).
Finalmente, su destino inexorable desde siempre estuvo marcado por la fatalidad;
luego de ausencias prolongadas de su hogar, errancias y juergas hasta que lo
trajeron moribundo a las puertas de su casa con una herida mortal, que lo tuvo
en vilo durante años entre la vida y la muerte, sin curar y sin dejar en paz a
su mujer, quien se mortificaba día y noche a su lado; es acá donde los
conocimientos ancestrales de la cultura mapuche resultaron ser más efectivos
que el conocimiento winka, insoslayable para quien perdió su lof, su propia
identidad, pero nunca su origen que lo acompañaría hasta sus últimos días. Por
esta razón Eudalia decidió hacer todo cuanto estuviese en sus manos, buscando a
un especialista en plantas medicinales o Lawentuchefe y recurriendo a una machi:
… Así es
que, mientras se encargaba de levantar un hogar desmembrado como pan mojado,
investigó y preguntó secretos de Lawentuchefe y otros doctores. Una machi de
Chequián dio una respuesta intrigante: era una herida tan vieja que a lo mejor
nació con ella o se la hicieron en otra vida y por ello no tendría remedio en
este mundo … A pesar de la buena paz que le traía esta muerte, una pregunta le
inquietaba ¿En qué momento los hijos heredarían esa herida? Aquella que venía persiguiendo a todos los
Paichil desde que a su estirpe le declararon, un día, una mala guerra (Millanca
26 - 27).
En la misma línea argumentativa, resultará clave el concepto de
heterogeneidad, dado que Javier Millanca nos propone relatos que continuamente
se sitúan en una zona de conflicto y contradicciones identitarias, culturales,
idiosincráticas e inclusive narrativas. Bajo este prisma se sitúa el epew
“Monólogo del diweñe”, cuya técnica narrativa resaltará la expresión de la
subjetividad trazada por la temática sugestiva de este hongo comestible que
emerge del árbol Guaye. A saber se entenderá el concepto de heterogeneidad,
formulado por vez primera por Antonio Cornejo Polar:
En un
principio empezó a hacer uso de él para dar razón de los procesos de producción
de literaturas en que se intersectan conflictivamente dos o más procesos socio-culturales.
Pero más tarde entendió que la heterogeneidad se infiltra en la configuración interna
de las instancias más importantes de tales procesos
(emisor/discurso-texto/referente/receptor etc.), por lo que éstos se volvían
dispersos, inestables, contradictorios. De allí que en este libro centre su
interés en tres núcleos problemáticos: los del discurso, sujeto y la
representación (Sobrevilla 26 – 27).
Precisamente
la heterogeneidad empapará todo el discurso narrativo de “Monólogo del diweñe”,
donde emisor, texto, referente y receptor permanecen en tensión, así como
contradicciones, bajo el flujo de consciencia propio de un monólogo ante la
fuerza de la naturaleza y el ímpetu furioso del espíritu, desacralizando todos
aquellos símbolos propios de la cultura winka, por ser la cultura invasora que
trasplanta nuevos discursos, creencias, apoderándose de territorios y
costumbres ancestrales del pueblo mapuche. Cuya intención buscará interpelarnos
como receptores ante este dolor e impotencia crecientes:
Gritos
salen de esta mawiza mía, a la vez que se rompen mis cántaros. A veces amanecen
pájaros muertos en mi ventana y no entiendo sus radios, ni sus diarios, ni sus
perras paridas, ni su muerte cristiana, ni sus símbolos de yeso porque en sus
árboles recién llegados no crecen los diweñes. A veces sueño con diweñes
cristianos pidiendo perdón por nacer y me da ilkun y quiero invocar a la madre
furia y su entendimiento y hostigar a la mala marea, a la mala estrella …Ahí
están, colgados en el kalfukuruf haciendo equilibrio entre los árboles wingka,
arrumbados en sacos, esperan en una feria de Santiago como los peñi de ciudad
esperan trabajo … ¡Amumün mawiza mew kintualu diweñe kintunün ta piwke mew!
¡Vayan al monte a buscar diweñes, encontrarán el corazón de ustedes mismos!
(Millanca 32 - 34).
Si
bien hasta este punto de las reflexiones y argumentos planteados se ha buscado
delinear al sujeto xampurria como un ente marginal y excluido socialmente que
vive situaciones de precariedad, pobreza, soledad, así como un destino
errabundo y trágico; resulta crucial igualmente referir uno de los relatos más
emblemáticos y emotivos del libro de Javier Millanca “Pololeo de completo y
shop”, que fácilmente podríamos clasificar como pichi epew por su brevedad y concisión,
sin embargo, de una profundidad y sentido de crítica social que nos pone en
alerta. El relato acontece en Puerto Montt en el sur austral de Chile; nos
cuenta la historia de amor de dos personajes de los que no sabremos su nombre,
pero que se nos perfilan física, social y psicológicamente a través de una
narración en tercera persona, por un narrador de conocimiento absoluto u
omnisciente: “Ella es redondita y roja como una manzana de enero, se tiñe el
pelo rubio para verse más blanquita y limpia … sueña con que en el Perú la
esperan, pero ya se resignó a no volver” (45). Por otra parte, él, personaje
xampurria que se ha buscado la vida, procurando adaptarse a las oportunidades
que le ofrece una cultura que no es la suya, sometido a las arduas horas de
trabajo por un mejor porvenir “Él es panadero en un almacén de Angelmó … Él es
bajo, moreno y de pelo tieso. Se viste a la moda porque a veces le da vergüenza
ser Tripailaf Tripailaf” (45).
Ambos
personajes se encuentran lejos de sus familias, solos, migrantes y errabundos,
pero conectados profusamente por la fuerza e ímpetu del amor, que les permitió
vivir en un idilio de felicidad, pese a sus precarias condiciones económicas de
vida. No obstante, el peso de la discriminación social y xenofobia de la
sociedad chilena terminó llevándolos y condenándolos a un destino marcado por
la fatalidad y la tragedia:
Tropezaron
con la maleza humana, con el rencor material de los cabros después de la disco,
con aquellos desesperados faltos de todo, pero llenos de cuchillos … -
¡vuélvanse a su país!- ellos atacando, desencajados, con sus jockeys, montados
en la furia de sus zapatillas internacionales. La sangre corrió hasta los
barcos estancados en la mar baja dibujando un río entre botellas y baldosas. El
sol comenzó a mirar por entre las casas de tejuelas; una imagen de amor fúnebre
sobresaltó a los barrenderos y a las gaviotas entumidas. Y todo fue ambulancias
tardías, ajetreos como si nada, trámites ridículos. Ahora en los adoquines sin
gloria, dos seres acurrucados, se abrazan para siempre bajo una deslucida
frazada de nylon (46).
En
síntesis a partir de la selección realizada de algunos epew, pichi epew o
relatos del libro Xampurria. Somos del lof de los que no tienen lof se
da cuenta de cómo la configuración del sujeto xampurria en los espacios
urbanos, conviviendo y cohabitando espacios comunes con las sociedades chilena
y argentina, viven procesos de crisis identitarias, marginalidad, xenofobia,
precariedad y, del mismo modo un fuerte sentido de búsqueda y de pertenencia
que los lleva por caminos y encrucijadas que no solo los harán perder su propia
identidad, sino que inclusive los conducirá a la muerte. Sin duda, relatos que
conmueven, tensionan y nos abren los ojos ante esa realidad invisibilizada que
va más allá de ser mestizo, porque ser xampurria no es un punto intermedio, es
un punto de indeterminación, indefensión, zona de conflicto donde la raigambre
étnica, cultural, económica y social producen discursos de aculturación,
transculturación y heterogeneidad. En definitiva, el sujeto xampurria configura
una nueva forma de identidad que se inscribe en el marco de la realidad social
y literaria, problematizando el discurso de la cultura mapuche en tanto cultura
subalterna, planteando nuevos cuestionamientos a los discursos implantados por
las culturas hegemónicas (sociedades chilena y argentina).
Estimamos,
pues, que la correlación literatura-identidad, para que se torne productiva en
lo que concierne a la elaboración de un discurso crítico liberador, hay que
inscribirla en un horizonte político de comprensión; esto dado que el reclamo
por identidad y, sobre todo, el reclamo por una práctica literaria que
problematice la identidad, no sería sino, en definitiva, una práctica política
de visibilización que implica -por lo menos en el caso de las culturas
subalternas- desafiar discursos e ideologías complacientes con estereotipos
oficiales o complacientes con la negación del sujeto subalterno, desafío que
colisiona con la reafirmación a ultranza de determinados sitios hegemónicos (Mansilla
134).
Lista de trabajos citados:
Collados
Soto, Javier. Xampurría, el lof de los que no tienen lof de Javier Milanka
Olivares. Identidad transterritorial y escritura mestiza en el Wallmapu.
Virtuelles Seminar, Literaturas y culturas latinoamericanas, 2019.
Cornejo
Polar, Antonio. “Mestizaje, transculturación, heterogeneidad”. Revista de
Crítica Literaria Latinoamericana, Año 20, No. 40 (1994), pp. 368-371.
Coutinho,
Eduardo. “La literatura comparada en América Latina: sentido y función”. Voz y
escritura. Revista de estudios literarios. N°14, enero-diciembre 2004, pp
237-258.
Mansilla Torres,
Sergio. Literatura e identidad cultural. Estudios filológicos, (41),
2006, pp. 131-143.
Millanca,
Javier. “Xampurria somos el Lof de los que no tienen Lof”. Chile: Pehuen
editores, 2015.
Pacheco Rivas,
Juan. Los mapuches: cambio social y asimilación de una sociedad sin Estado.
Espiral (Guadalajara), 19 (53), 2012, pp.
183-218.
Sobrevilla,
David. "Transculturación y heterogeneidad: avatares de dos categorías
literarias en América Latina". Revista de crítica literaria
latinoamericana. Año 27, No 54, 2001: 21-33.
Magíster
y Diploma en Literatura Comparada
“Reflexiones
y acercamientos a la Literatura Comparada”
Nombre:
José Patricio Chamorro Jara.
Fecha: 31
de diciembre 2021.
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