¿Cuál es su mayor desafío como docente en educación superior? ¿Por qué? ¿Cómo ha superado las barreras para enfrentar tal desafío?
Sin lugar a duda la docencia implica una gran
cantidad de desafíos diarios, más aún la educación superior o la andragogía. No
obstante, estos con la práctica, dominio de tus asignaturas, diálogo fluido y
asertivo con tus estudiantes y directivos, es decir, a través de la
comunicación efectiva, la empatía, la escucha activa y una mirada más
humanizadora de la educación es que, podremos afrontar aquellos retos, entre
los que se encuentran la diversidad de realidades sociales, económicas,
cognitivas, afectivas, académicas, laborales y/o socioemocionales que viven
nuestros estudiantes, que en mi caso como profesor de carreras vespertinas en
Centros de formación técnica e Institutos profesionales, implican un esfuerzo
adicional tanto para ellos como para mí respecto a establecer hábitos de
estudio, conexión de sus nuevos conocimientos y aprendizajes con aquellos que
han adquirido a lo largo de su vida y experiencia profesional, así como
establecer vínculos cognitivos y emocionales entre ellos conmigo, igualmente entre
sus pares, así como reflexionar en torno a la importancia de las asignaturas
para su desarrollo personal, académico y profesional, cuyas herramientas
procuro siempre sean aterrizadas y de utilidad para su desarrollo en los
ámbitos mencionados.
Otro desafío que suele lamentablemente quedar
en el tintero es cómo respondemos y brindamos atención más personalizada a los
aprendizajes de nuestros estudiantes con necesidades educativas especiales
cuando no todos los profesores universitarios poseen formación docente o no se
cuenta en las universidades con los profesionales competentes para apoyo en
dichas materias, tales como psicopedagogos, psicólogos, fonoaudiólogos, entre
otros.
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