Las
historias vividas nos moldean el alma, hacen que aprendamos a sobrevivir a la
incertidumbre de los días y también de lo que somos. Con el transcurrir de los
años he aprendido que conocerse a sí mismo no solo se logra a través de la
introspección del pensamiento, sino que de los sentidos, inclusive de no
postergar nuestros deseos más íntimos y sentir el placentero éxtasis del roce
de la piel y de los cuerpos. Amar es vibrar más allá de las moléculas que
componen nuestra existencia, es aminorar la marcha del tiempo y conectarse con
aquellas experiencias únicas que nos invitan a ser uno con aquellas personas
que acompañan nuestro pasajero transitar por este mundo. Todos, indudablemente
buscamos amar, sin embargo, la posesión de la carne, en otras palabras el
impulso sexual las más de las veces nace desde la atracción fisiológica en una
serie de reacciones bioquímicas aparentemente acompasadas, pero que solo cobran
real sentido cuando la chispa de la paciencia, la comprensión, la comunicación
y el mutuo entendimiento afloran por sobre el egoísmo de percibir al otro como
un mero objeto del deseo, que fuese incapaz de ser agente de su destino, de sus
convicciones y pasiones.
Somos
la imposibilidad de aquellos momentos inconclusos, de aquellas conversaciones
de medianoche que el tiempo y el espacio aúnan para no acabar y extender sus
huellas en una lección que reconforta al espíritu, que tranquiliza tus ideas y
armoniza ese vaivén de emociones que nos confronta con nuestro pasado, con
nuestras acciones más oscuras, para conducirnos hacia ese carruaje luminoso que
es la plenitud de quién ha decidido postergar su propio placer por amor. Puesto
que el acto más puro de amor no es la entrega, ni la libertad de acción, más
bien es soliviantar el camino para que el ser amado encuentre en sus prejuicios
y miedos la propia fortaleza que acribille las sentencias impuestas por la
sociedad y en el peor de los casos, por nosotros mismos. Somos jueces
inapelables de la razón ante el corazón. Un barullo, un caos capaz de brillar
en la oscuridad.
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