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Brillos oscuros en las profundidades del alma.

 


Las historias vividas nos moldean el alma, hacen que aprendamos a sobrevivir a la incertidumbre de los días y también de lo que somos. Con el transcurrir de los años he aprendido que conocerse a sí mismo no solo se logra a través de la introspección del pensamiento, sino que de los sentidos, inclusive de no postergar nuestros deseos más íntimos y sentir el placentero éxtasis del roce de la piel y de los cuerpos. Amar es vibrar más allá de las moléculas que componen nuestra existencia, es aminorar la marcha del tiempo y conectarse con aquellas experiencias únicas que nos invitan a ser uno con aquellas personas que acompañan nuestro pasajero transitar por este mundo. Todos, indudablemente buscamos amar, sin embargo, la posesión de la carne, en otras palabras el impulso sexual las más de las veces nace desde la atracción fisiológica en una serie de reacciones bioquímicas aparentemente acompasadas, pero que solo cobran real sentido cuando la chispa de la paciencia, la comprensión, la comunicación y el mutuo entendimiento afloran por sobre el egoísmo de percibir al otro como un mero objeto del deseo, que fuese incapaz de ser agente de su destino, de sus convicciones y pasiones.

Somos la imposibilidad de aquellos momentos inconclusos, de aquellas conversaciones de medianoche que el tiempo y el espacio aúnan para no acabar y extender sus huellas en una lección que reconforta al espíritu, que tranquiliza tus ideas y armoniza ese vaivén de emociones que nos confronta con nuestro pasado, con nuestras acciones más oscuras, para conducirnos hacia ese carruaje luminoso que es la plenitud de quién ha decidido postergar su propio placer por amor. Puesto que el acto más puro de amor no es la entrega, ni la libertad de acción, más bien es soliviantar el camino para que el ser amado encuentre en sus prejuicios y miedos la propia fortaleza que acribille las sentencias impuestas por la sociedad y en el peor de los casos, por nosotros mismos. Somos jueces inapelables de la razón ante el corazón. Un barullo, un caos capaz de brillar en la oscuridad.

 Santiago de Chile, 11 de septiembre del 2023.


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