martes, 30 de septiembre de 2025

Cadáver exquisito

 

En un bosque bajo el claro de luna, alejada de toda civilización, se encontraba una casa escondida en lo más recóndito de su espesura. Jamás alma humana alguna se había atrevido a recorrer esas sinuosas profundidades. En esa inhóspita casa se encontraba un niño, mezcla de Dios y de la destrucción, una existencia nunca imaginada e inverosímil, algo que jamás debió existir. Un niño demonio hubiesen aclamado los incautos creyentes o un ángel caído en desgracia; quizás, simplemente un mortal sentenciado al yugo inclemente de nuestra raza. El día a día de esta vida sentenciada desde su primer latir era dificultoso, vivir en soledad y para intentar ver el próximo amanecer era su rutina.

 

Abandonado a su propio infortunio, sin que alguien se apiadase de él, ni de su cuerpo mutilado por las llagas de la cólera de los lugareños, aquel ser encontró en la huída hacia las entrañas de la tierra, su único escape ante la injusticia e inmoralidad humana.  Temiendo su naturaleza de destrucción y creación, se sumergió en el principio y fin de su alma, cargada de dolor, sufrimiento y rencor por la repulsión provocada por una humanidad despiadada, sin límites, sepultada en la corrupción de una sociedad que se erigía sobre las cenizas de un tiempo mejor. Dejó todo sin mirar a sus agresores, decidió vivir por su propia cuenta sin nadie a sus alrededores, esperando que sus magulladuras sanaran, pero a veces las cicatrices se resienten más que las mismas heridas.

 

¿Olvidar?, ¿recordar?, ¿ser o existir?, ¿acaso una existencia que nació para ser aborrecida merece ser recordada? Tal vez en su alma y mente pueda perdonar, pero nunca su cuerpo pudo olvidar. La memoria yace en cada fisura, que se incrusta como esquirlas en las partículas de la piel, músculos y que circula por un torrente de éxtasis.

 

Autores: Nicolás Cáceres – José Chamorro

30 – 09 - 2025

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